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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 142

LA PASCUA EN JERUSALÉN

 

2. LA IRA DE DIOS

1597:1  142:2.1 Se encontraba en Jerusalén, asistiendo a las festividades de la Pascua, un rico negociante judío de Creta llamado Jacobo, que fue hasta Andrés para pedirle ver a Jesús en privado. Andrés arregló este encuentro secreto con Jesús en la casa de Flavio para el día siguiente al anochecer. Este hombre no podía comprender las enseñanzas del Maestro, y venía porque deseaba indagar más plenamente sobre el reino de Dios. Jacobo le dijo a Jesús: "Pero, Rabino, Moisés y los antiguos profetas nos dicen que Yahvé es un Dios celoso, un Dios con una gran ira y un intenso furor. Los profetas dicen que odia a los malhechores y que se venga de los que no obedecen su ley. Tú y tus discípulos nos enseñáis que Dios es un Padre benévolo y compasivo que ama tanto a todos los hombres, que los acogería con agrado en este nuevo reino de los cielos que tú proclamas tan cercano."

1597:2  142:2.2 Cuando Jacobo terminó de hablar, Jesús contestó: "Jacobo, has expuesto muy bien las enseñanzas de los antiguos profetas, que instruyeron a los hijos de su generación de acuerdo con las luces de su tiempo. Nuestro Padre del Paraíso es invariable. Pero el concepto de su naturaleza se ha ampliado y ha crecido desde la época de Moisés hasta los tiempos de Amós, e incluso hasta la generación del profeta Isaías. Ahora, yo he venido en forma carnal para revelar el Padre con una nueva gloria y dar a conocer su amor y su misericordia a todos los hombres de todos los mundos. A medida que el evangelio de este reino se divulgue por el mundo con su mensaje de felicidad y de buena voluntad para todos los hombres, nacerán unas relaciones mejores y superiores entre las familias de todas las naciones. A medida que pase el tiempo, los padres y sus hijos se amarán más los unos a los otros, y esto producirá una mayor comprensión del amor del Padre que está en los cielos por sus hijos de la tierra. Recuerda, Jacobo, que un padre bueno y verdadero no solamente ama a su familia como un todo —como una familia— sino que también ama de verdad y cuida con afecto a cada miembro en particular."
1597:3  142:2.3 Después de mucho discutir sobre el carácter del Padre celestial, Jesús se detuvo para decir: "Tú, Jacobo, como eres padre de una familia numerosa, conoces bien la verdad de mis palabras." Y Jacobo dijo: "Pero Maestro, ¿quién te ha dicho que soy padre de seis hijos? ¿Cómo sabías esto de mí?" Y el Maestro contestó: "Basta con decir que el Padre y el Hijo conocen todas las cosas, porque en verdad lo ven todo. Puesto que amas a tus hijos como un padre terrestre, ahora debes aceptar como una realidad el amor del Padre celestial por ti —no solamente por todos los hijos de Abraham, sino por ti, por tu alma individual."

1597:4  142:2.4 Jesús continuó diciendo: "Cuando tus hijos son muy jóvenes e inmaduros, y has de castigarlos, pueden pensar que su padre está enojado y lleno de ira resentida. Su inmadurez no les permite penetrar más allá del castigo para discernir el afecto previsor y correctivo del padre. Pero cuando estos mismos hijos se vuelven hombres y mujeres adultos, ¿no sería insensato por su parte agarrarse a estos conceptos antiguos y equivocados sobre su padre? Como hombres y mujeres, deberían discernir ahora el amor de su padre en todas estas correcciones de los primeros años. A medida que transcurren los siglos, ¿no debería la humanidad llegar a comprender mejor la verdadera naturaleza y el carácter amoroso del Padre que está en los cielos? ¿Qué provecho sacáis de la iluminación espiritual de las generaciones sucesivas, si persistís en ver a Dios como lo veían Moisés y los profetas? Te digo, Jacobo, que a la brillante luz de esta hora, deberías ver al Padre como ninguno de tus antecesores lo han contemplado nunca. Al verlo de esta manera, deberías regocijarte por entrar en un reino donde gobierna un Padre tan misericordioso, y deberías procurar que su voluntad de amor domine tu vida de aquí en adelante."
1598:1  142:2.5 Y Jacobo contestó: "Rabino, yo creo; deseo que me conduzcas al reino del Padre."

 


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