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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 142

LA PASCUA EN JERUSALÉN

 

6. LA CONVERSACIÓN CON NICODEMO

1601:6  142:6.1 Una tarde, en la casa de Flavio, un tal Nicodemo vino a ver a Jesús; era un miembro rico y anciano del sanedrín judío. Había oído hablar mucho de las enseñanzas de este galileo, y por eso fue a escucharlo una tarde mientras enseñaba en los patios del templo. Hubiera querido ir a menudo a escuchar las lecciones de Jesús, pero temía ser visto por la gente que asistía a su enseñanza, porque los dirigentes de los judíos estaban ya tan en desacuerdo con Jesús, que ningún miembro del sanedrín quería que se le identificara abiertamente de alguna manera con él. En consecuencia, Nicodemo había convenido con Andrés que vería a Jesús aquella tarde concreta, en privado y después del anochecer. Pedro, Santiago y Juan se encontraban en el jardín de Flavio cuando empezó la entrevista, pero más tarde todos entraron en la casa, donde continuó la conversación.
1602:1  142:6.2 Al recibir a Nicodemo, Jesús no mostró ninguna deferencia especial; al hablar con él, no hubo concesiones ni intentos indebidos de persuasión. El Maestro no trató de rechazar a su clandestino visitante, ni fue sarcástico con él. En todo su trato con el distinguido visitante, Jesús se mostró tranquilo, serio y digno. Nicodemo no era un delegado oficial del sanedrín; vino a ver a Jesús solamente debido a su interés personal y sincero por las enseñanzas del Maestro.
1602:2  142:6.3 Después de ser presentado por Flavio, Nicodemo dijo: "Rabino, sabemos que eres un instructor enviado por Dios, porque ningún simple hombre podría enseñar así a menos que Dios estuviera con él. Y estoy deseoso de saber más cosas sobre tus enseñanzas relacionadas con el reino venidero."
1602:3  142:6.4 Jesús respondió a Nicodemo: "En verdad, en verdad te digo, Nicodemo, que a menos que un hombre nazca de lo alto, no puede ver el reino de Dios." Entonces Nicodemo contestó: "Pero, ¿cómo puede un hombre nacer de nuevo cuando es viejo? No puede entrar por segunda vez en el seno de su madre para nacer."
1602:4  142:6.5 Jesús dijo: "Sin embargo, te aseguro que a menos que un hombre nazca del espíritu, no podrá entrar en el reino de Dios. Lo que ha nacido de la carne, es carne, y lo que ha nacido del espíritu, es espíritu. Pero no deberías asombrarte porque he dicho que debes nacer de lo alto. Cuando sopla el viento, oyes el susurro de las hojas, pero no ves el viento —de donde viene o adonde va— y lo mismo sucede con todo aquel que ha nacido del espíritu. Con los ojos de la carne puedes contemplar las manifestaciones del espíritu, pero no puedes discernir realmente el espíritu."
1602:5  142:6.6 Nicodemo respondió: "Pero no comprendo —¿cómo puede ser eso?" Jesús dijo: "¿Es posible que seas un educador de Israel y que sin embargo ignores todo esto? Los que conocen las realidades del espíritu tienen pues el deber de revelar estas cosas a los que disciernen solamente las manifestaciones del mundo material. Pero ¿nos creerás si te hablamos de las verdades celestiales? ¿Tienes el coraje de creer, Nicodemo, en alguien que ha descendido del cielo, en el mismo Hijo del Hombre?"
1602:6  142:6.7 Y Nicodemo dijo: "Pero ¿cómo puedo empezar a captar ese espíritu que ha de rehacerme como preparación para entrar en el reino?" Jesús respondió: "El espíritu del Padre que está en los cielos ya reside dentro de ti. Si quieres dejarte conducir por este espíritu que viene de arriba, muy pronto empezarás a ver con los ojos del espíritu; a continuación, si escoges de todo corazón seguir la orientación del espíritu, nacerás del espíritu, porque el único propósito de tu vida será hacer la voluntad de tu Padre que está en los cielos. Al encontrarte así, nacido del espíritu y feliz en el reino de Dios, empezarás a producir en tu vida diaria los frutos abundantes del espíritu."
1602:7  142:6.8 Nicodemo era completamente sincero. Estaba profundamente impresionado, pero se fue desconcertado. Era un hombre realizado en cuanto al desarrollo personal, al dominio de sí mismo e incluso a las altas cualidades morales. Era refinado, egoísta y altruista, pero no sabía cómo someter su voluntad a la voluntad del Padre divino, como un niño pequeño está dispuesto a someterse a la guía y dirección de un padre terrestre sabio y amoroso, convirtiéndose así en realidad en un hijo de Dios, en un heredero progresivo del reino eterno.
1603:1  142:6.9 Pero Nicodemo supo reunir la suficiente fe como para apoderarse del reino. Protestó tímidamente cuando sus colegas del sanedrín intentaron condenar a Jesús sin juicio. Más tarde, con José de Arimatea, reconoció audazmente su fe y reclamó el cuerpo de Jesús, incluso cuando la mayoría de los discípulos habían huido atemorizados del escenario del sufrimiento y de la muerte final de su Maestro.

 


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