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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 144

EN EL GILBOA Y LA DECÁPOLIS

 

1. EL CAMPAMENTO DE GILBOA

1617:4  144:1.1 A medida que pasaba el tiempo, los doce se consagraban más a Jesús y estaban más comprometidos con el trabajo del reino. Su devoción era en gran parte una cuestión de lealtad personal. No captaban su enseñanza polifacética; no comprendían plenamente la naturaleza de Jesús ni el significado de su donación en la tierra.
1617:5  144:1.2 Jesús indicó claramente a sus apóstoles que se habían retirado por tres razones:

1. Para confirmar la comprensión del evangelio del reino, por parte de los apóstoles, y su fe en él.
2. Para permitir que se calmara la oposición a su obra, tanto en Judea como en Galilea.
3. Para esperar cuál sería el destino de Juan el Bautista.

1617:9  144:1.3 Mientras se demoraban en el Gilboa, Jesús contó muchas cosas a los doce sobre sus primeros años de vida y sus experiencias en el Monte Hermón; también les reveló algo de lo sucedido en las colinas durante los cuarenta días que siguieron inmediatamente a su bautismo. Y les encargó formalmente que no contaran a nadie estas experiencias hasta después de que hubiera regresado al Padre.
1618:1  144:1.4 Durante estas semanas de septiembre, descansaron, conversaron, relataron sus experiencias desde que Jesús les había llamado por primera vez al servicio, y emprendieron un esfuerzo serio para coordinar lo que el Maestro les había enseñado hasta ese momento. En cierta medida, todos tenían el sentimiento de que ésta sería su última oportunidad para descansar de manera prolongada. Se daban cuenta de que su próximo esfuerzo público, en Judea o en Galilea, marcaría el principio de la proclamación final del reino venidero, pero tenían poca o ninguna idea concreta sobre lo que este reino sería cuando llegara. Juan y Andrés pensaban que el reino ya había llegado. Pedro y Santiago creían que aún estaba por venir. Natanael y Tomás confesaban francamente que estaban perplejos. Mateo, Felipe y Simón Celotes estaban indecisos y confusos. Los gemelos se mantenían felizmente ignorantes de la controversia, y Judas Iscariote guardaba silencio, evasivo.

1618:2  144:1.5 La mayor parte de este tiempo, Jesús estuvo a solas en la montaña, cerca del campamento. De vez en cuando se llevaba a Pedro, Santiago o Juan, pero muy a menudo se iba solo para orar o comulgar. Después del bautismo de Jesús y de los cuarenta días en las colinas de Perea, no es muy exacto calificar de oración estos períodos de comunión con su Padre, y tampoco es consistente decir que Jesús estaba adorando; pero es totalmente correcto sugerir que en estos períodos estaba en comunión personal con su Padre.

1618:3  144:1.6 El tema central de las discusiones, a lo largo de todo el mes de septiembre, fue la oración y la adoración. Después de haber hablado de la adoración durante varios días, Jesús terminó pronunciando su memorable discurso sobre la oración, en respuesta a la petición de Tomás: "Maestro, enséñanos a orar."
1618:4  144:1.7 Juan había enseñado una oración a sus discípulos, una oración para la salvación en el reino por venir. Aunque Jesús nunca prohibió a sus seguidores que utilizaran la forma de oración de Juan, los apóstoles percibieron muy pronto que su Maestro no aprobaba plenamente la práctica de expresar oraciones establecidas y formales. Sin embargo, los creyentes solicitaban constantemente que se les enseñara a orar. Los doce anhelaban saber el tipo de súplica que Jesús aprobaría. Debido principalmente a esta necesidad de una súplica sencilla para la gente corriente, Jesús consintió entonces en enseñarles, en respuesta a la petición de Tomás, una forma sugerente de oración. Jesús dio esta lección una tarde durante la tercera semana de la estancia del grupo en el Monte Gilboa.

 


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