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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 144

EN EL GILBOA Y LA DECÁPOLIS

 

4. MÁS COSAS SOBRE LA ORACIÓN

1620:22  144:4.1 Durante los días siguientes al discurso sobre la oración, los apóstoles continuaron haciéndole preguntas al Maestro sobre esta práctica cultual importantísima. Las instrucciones que Jesús impartió a los apóstoles durante aquellos días sobre la oración y la adoración, se pueden resumir y exponer en un lenguaje moderno de la manera siguiente:
1621:1  144:4.2 La repetición seria y anhelante de una súplica cualquiera, cuando esa oración es la expresión sincera de un hijo de Dios y es manifestada con fe, por muy descaminada que esté o por muy imposible que sea de responder directamente, nunca deja de aumentar la capacidad de recepción espiritual del alma.
1621:2  144:4.3 En todas las oraciones, recordad que la filiación es un don. Ningún niño tiene que hacer nada para conseguir la condición de hijo o de hija. El hijo terrestre surge a la existencia por voluntad de sus padres. De la misma manera, el hijo de Dios llega a la gracia y a la nueva vida del espíritu por voluntad del Padre que está en los cielos. Por eso, el reino de los cielos —la filiación divina— debe recibirse como lo recibiría un niño pequeño. La rectitud —el desarrollo progresivo del carácter— se adquiere, pero la filiación se recibe por la gracia y a través de la fe.
1621:3  144:4.4 La oración condujo a Jesús a la supercomunión de su alma con los Gobernantes Supremos del universo de universos. La oración conducirá a los mortales de la tierra a la comunión de la verdadera adoración. La capacidad espiritual de recepción del alma determina la cantidad de bendiciones celestiales que uno puede apropiarse personalmente, y comprender conscientemente, como una respuesta a la oración.
1621:4  144:4.5 La oración, y la adoración que la acompaña, es una técnica para apartarse de la rutina diaria de la vida, de los agobios monótonos de la existencia material. Es una vía para acercarse a la autorrealización espiritualizada y para conseguir la individualidad intelectual y religiosa.
1621:5  144:4.6 La oración es un antídoto contra la introspección nociva. La oración, al menos tal como la enseñó el Maestro, es una ayuda benéfica para el alma. Jesús empleó convenientemente la influencia benéfica de la oración para sus propios semejantes. El Maestro oraba generalmente en plural, no en singular. Jesús solamente oró para sí mismo en las grandes crisis de su vida terrestre.
1621:6  144:4.7 La oración es el aliento de la vida del espíritu en medio de la civilización material de las razas de la humanidad. La adoración es la salvación para las generaciones de mortales que persiguen los placeres.
1621:7  144:4.8 Al igual que la oración se puede asemejar a la recarga de las baterías espirituales del alma, la adoración se puede comparar al acto de sintonizar el alma para captar las emisiones universales del espíritu infinito del Padre Universal.
1621:8  144:4.9 La oración es la mirada sincera y anhelante que el hijo dirige a su Padre espiritual; es un proceso psicológico que consiste en intercambiar la voluntad humana por la voluntad divina. La oración es una parte del plan divino para transformar lo que es en lo que debería ser.

1621:9  144:4.10 Una de las razones por las cuales Pedro, Santiago y Juan, que con tanta frecuencia acompañaron a Jesús en sus largas vigilias nocturnas, nunca lo escucharon rezar, es porque su Maestro raramente expresaba sus oraciones en un lenguaje hablado. Jesús efectuaba prácticamente todas sus oraciones en espíritu y en su corazón —en silencio.
1621:10  144:4.11 De todos los apóstoles, Pedro y Santiago son los que estuvieron más cerca de comprender las enseñanzas del Maestro sobre la oración y la adoración.

 


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