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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 145

CUATRO DÍAS MEMORABLES EN CAFARNAUM

 

l. LA REDADA DE PECES

1628:4  145:1.1 El viernes por la mañana de esta misma semana, cuando Jesús estaba enseñando al lado de la playa, la gente se apiñó junto a él tan cerca del borde del agua, que hizo señas a unos pescadores que estaban en una barca cercana para que vinieran a rescatarlo. Subió a la barca y continuó enseñando durante más de dos horas a la multitud reunida. Esta barca tenía el nombre de "Simón"; era la antigua embarcación de pesca de Simón Pedro y había sido construida por las mismas manos de Jesús. Aquella precisa mañana, la barca estaba siendo utilizada por David Zebedeo y dos socios, que acababan de volver a la costa después de una noche de pesca infructuosa en el lago. Estaban limpiando y reparando sus redes cuando Jesús les pidió que vinieran en su ayuda.
1628:5  145:1.2 Después de que Jesús hubo terminado de enseñar a la gente, dijo a David: "Como os habéis retrasado por venir a ayudarme, permitidme ahora trabajar con vosotros. Vamos a pescar. Dirigíos hacia esa parte profunda y dejad caer vuestras redes para hacer una captura." Pero Simón, uno de los ayudantes de David, respondió: "Maestro, es inútil. Hemos faenado toda la noche y no hemos cogido nada; sin embargo, puesto que tú lo ordenas, vamos a salir y arrojaremos las redes." Simón consintió en seguir las instrucciones de Jesús porque David, su patrón, se lo indicó con un gesto. Cuando llegaron al lugar señalado por Jesús, lanzaron sus redes y reunieron tal cantidad de peces que tuvieron miedo de que se rompieran las redes; tanto fue así que hicieron señas a sus asociados de la costa para que vinieran a ayudarlos. Cuando llenaron totalmente las tres barcas de peces, casi hasta el punto de hundirse, el tal Simón se postró a los pies de Jesús, diciendo: "Apártate de mí, Maestro, porque soy un pecador." Simón y todos los implicados en este episodio se quedaron atónitos con esta redada de peces. A partir de aquel día, David Zebedeo, este Simón, y sus asociados abandonaron sus redes y siguieron a Jesús.
1629:1  145:1.3 Pero ésta no fue en ningún sentido una pesca milagrosa. Jesús era un atento observador de la naturaleza; era un pescador experto y conocía las costumbres de los peces en el Mar de Galilea. En esta ocasión, se limitó a dirigir a estos hombres hacia el lugar donde los peces se encontraban a aquella hora del día. Pero los seguidores de Jesús siempre consideraron este suceso como un milagro.

 

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