ÍNDICEEl libro de Urantia Edición1999
ESCRITO 145 CUATRO DÍAS MEMORABLES EN CAFARNAUM
5. EL DOMINGO POR LA MAÑANA TEMPRANO
1634:4 145:5.1 Jesús tampoco durmió mucho aquel sábado por la noche. Se dió cuenta de que el mundo estaba lleno de sufrimiento físico y repleto de dificultades materiales. Meditaba sobre el grave peligro de verse obligado a consagrar tal cantidad de su tiempo al cuidado de los enfermos y afligidos, que su misión de establecer el reino espiritual en el corazón de los hombres se vería obstaculizada por el ministerio de las cosas físicas, o al menos subordinada a dicho ministerio. Debido a que estos pensamientos y otros similares ocuparon la mente mortal de Jesús durante la noche, aquel domingo por la mañana se levantó mucho antes del amanecer y se fue solo a uno de sus lugares favoritos para comulgar con el Padre. En esta mañana temprano, Jesús escogió como tema de oración la sabiduría y el juicio para impedir que su compasión humana, unida a su misericordia divina, se sintieran tan influenciadas en presencia del sufrimiento humano, que todo su tiempo estuviera ocupado con el ministerio físico, descuidando el ministerio espiritual. Aunque no deseaba evitar por completo ayudar a los enfermos, sabía que también tenía que hacer un trabajo más importante, el de la enseñanza espiritual y la educación religiosa.
1635:1 145:5.2 Jesús salía tan a menudo a orar en las colinas porque no había habitaciones privadas donde poder llevar a cabo sus devociones personales.
1635:2 145:5.3 Pedro no pudo dormir aquella noche; por eso, poco después de que Jesús se hubiera ido a orar, despertó muy temprano a Santiago y a Juan, y los tres salieron para encontrar a su Maestro. Después de buscarlo durante más de una hora, descubrieron a Jesús y le suplicaron que les contara la razón de su extraña conducta. Deseaban saber por qué parecía estar disgustado por la poderosa efusión del espíritu de curación, cuando toda la gente estaba encantada y sus apóstoles tan llenos de alegría.
1635:3 145:5.4 Durante más de cuatro horas, Jesús se esforzó por explicar a estos tres apóstoles lo que había sucedido. Les enseñó lo que había acontecido y les explicó los peligros de este tipo de manifestaciones. Jesús les confió el motivo por el que había salido a orar. Intentó indicar claramente a sus asociados personales las verdaderas razones por las cuales el reino del Padre no se podía construir sobre la realización de prodigios y las curaciones físicas. Pero no podían comprender su enseñanza.
1635:4 145:5.5 Mientras tanto, el domingo por la mañana temprano, otra multitud de almas afligidas y muchos curiosos empezaron a congregarse alrededor de la casa de Zebedeo. Gritaban que querían ver a Jesús. Andrés y los apóstoles estaban tan perplejos que, mientras Simón Celotes hablaba a la asamblea, Andrés salió a buscar a Jesús con algunos de sus compañeros. Cuando hubo localizado a Jesús en compañía de los tres, Andrés dijo: "Maestro, ¿por qué nos dejas solos con la multitud? Mira, todo el mundo te busca; nunca han buscado antes tantas personas tu enseñanza. En este mismo momento, la casa está rodeada de gente que ha venido de cerca y de lejos a causa de tus obras poderosas. ¿No vas a volver con nosotros para aportarles tu ministerio?"
1635:5 145:5.6 Cuando Jesús escuchó esto, contestó: "Andrés, ¿no te he enseñado a ti y a los demás que mi misión en la tierra es revelar al Padre, y que mi mensaje es proclamar el reino de los cielos? ¿Entonces cómo puede ser que quieras que me desvíe de mi trabajo para contentar a los curiosos y satisfacer a los que buscan signos y prodigios? ¿No hemos estado entre esa gente todos estos meses? ¿Y se han congregado en multitudes para escuchar la buena nueva del reino? ¿Por qué vienen ahora a acosarnos? ¿No es para buscar la curación de su cuerpo físico, en vez de venir porque han recibido la verdad espiritual para la salvación de su alma? Cuando los hombres se sienten atraídos hacia nosotros a causa de las manifestaciones extraordinarias, muchos no vienen buscando la verdad y la salvación sino más bien la curación de sus dolencias físicas, y para conseguir la liberación de sus dificultades materiales.
1635:6 145:5.7 "Todo este tiempo he estado en Cafarnaum, y tanto en la sinagoga como al lado del mar, he proclamado la buena nueva del reino a todos los que tenían oídos para oir y un corazón para recibir la verdad. No es voluntad de mi Padre que vuelva con vosotros para entretener a esos curiosos y dedicarme al ministerio de las cosas materiales, con exclusión de las espirituales. Os he ordenado para que prediquéis el evangelio y ayudéis a los enfermos, pero no debo dejarme absorber por las curaciones, dejando de lado mi enseñanza. No, Andrés, no voy a volver con vosotros. Id y decidle a la gente que crean en lo que les hemos enseñado, y que se regocijen en la libertad de los hijos de Dios. Y preparaos para nuestra partida hacia las otras ciudades de Galilea, donde el camino ya ha sido preparado para la predicación de la buena nueva del reino. Ésta es la finalidad para la que he venido desde donde se encuentra el Padre. Así pues, id y preparad nuestra partida inmediata, mientras espero aquí vuestro regreso."
1636:1 145:5.8 Cuando Jesús hubo hablado, Andrés y sus compañeros apóstoles emprendieron tristemente el camino de vuelta a la casa de Zebedeo, despidieron a la multitud reunida y se prepararon rápidamente para el viaje, como Jesús les había ordenado. Así pues, el domingo por la tarde 18 de enero del año 28, Jesús y los apóstoles empezaron su primera gira de predicación realmente pública y manifiesta en las ciudades de Galilea. Durante este primer periplo, predicaron el evangelio del reino en muchas ciudades, pero no visitaron Nazaret.
1636:2 145:5.9 Aquel domingo por la tarde, poco después de que Jesús y sus apóstoles hubieran salido para Rimón, sus hermanos Santiago y Judá se presentaron en la casa de Zebedeo para verlo. Hacia el mediodía de aquel día, Judá había buscado por todas partes a su hermano Santiago y le había insistido para que fueran a ver a Jesús. Pero cuando Santiago consintió por fin en acompañar a Judá, Jesús ya se había marchado.
1636:3 145:5.10 Los apóstoles eran reacios a abandonar el gran interés que se había despertado en Cafarnaum. Pedro calculó que no menos de mil creyentes podían haber sido bautizados en el reino. Jesús los escuchó con paciencia, pero no consintió en volver. Durante un rato prevaleció el silencio, y luego Tomás se dirigió a sus compañeros apóstoles diciendo: "¡Vamos! El Maestro ha hablado. No importa que no podamos comprender plenamente los misterios del reino de los cielos, pues de una cosa estamos seguros: Seguimos a un instructor que no busca ninguna gloria para sí mismo." Y, a regañadientes, salieron a predicar la buena nueva en las ciudades de Galilea.