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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 146

LA PRIMERA GIRA DE PREDICACIÓN EN GALILEA

 

6. NAÍN Y EL HIJO DE LA VIUDA

1645:2  146:6.1 Esta gente creía en los signos; era una generación que buscaba prodigios. Por esta época, los habitantes de la Galilea central y meridional pensaban en Jesús y en su ministerio personal en términos de milagros. Decenas, centenares de personas honradas que sufrían de desórdenes puramente nerviosos y que estaban afligidas por trastornos emocionales, se presentaban delante de Jesús, y luego volvían a sus casas anunciando a sus amigos que Jesús las había curado. Esta gente ignorante y simple consideraba estos casos de curación mental como curaciones físicas, como curas milagrosas.

1645:3  146:6.2 Cuando Jesús intentó alejarse de Caná para ir a Naín, una gran multitud de creyentes y muchos curiosos se fueron detrás de él. Estaban decididos a contemplar milagros y prodigios, y no iban a quedar decepcionados. Cuando Jesús y sus apóstoles se acercaban a la puerta de la ciudad, se encontraron con una procesión fúnebre que se dirigía al cementerio cercano para llevar al hijo único de una madre viuda de Naín. Esta mujer era muy respetada, y la mitad del pueblo iba detrás de los que llevaban el féretro de este muchacho supuestamente muerto. Cuando la procesión fúnebre llegó a la altura de Jesús y sus seguidores, la viuda y sus amigos reconocieron al Maestro, y le suplicaron que devolviera el hijo a la vida. Sus expectativas de un milagro se habían despertado hasta tal extremo que creían que Jesús podía curar cualquier enfermedad humana y, ¿por qué este sanador no podría incluso revivir a los muertos? Al ser importunado de esta manera, Jesús se adelantó, levantó la tapa del ataúd y examinó al muchacho. Al descubrir que el joven no estaba realmente muerto, percibió la tragedia que su presencia podía evitar. Así pues, se volvió hacia la madre y le dijo: "No llores. Tu hijo no está muerto; está dormido. Te será devuelto." Luego cogió al joven por la mano y le dijo: "Despiértate y levántate." Y el joven supuestamente muerto enseguida se sentó y empezó a hablar, y Jesús los envió de vuelta a sus casas.
1645:4  146:6.3 Jesús se esforzó por calmar a la multitud y trató en vano de explicarles que el muchacho no estaba realmente muerto, que él no lo había traído de la tumba, pero fue inútil. La multitud que lo seguía, y todo el pueblo de Naín, habían llegado al máximo grado de frenesí emotivo. Muchos fueron dominados por el miedo, otros por el pánico, mientras que otros aún empezaron a rezar y a lamentarse por sus pecados. No se pudo dispersar a la ruidosa multitud hasta mucho después de la caída de la noche. Naturalmente, a pesar de la afirmación de Jesús de que el muchacho no estaba muerto, todos insistían que se había producido un milagro, que el muerto había sido resucitado. Aunque Jesús les dijo que el muchacho estaba simplemente en un estado de sueño profundo, explicaron que ésa era su manera de hablar, y llamaron la atención sobre el hecho de que siempre trataba de ocultar sus milagros con mucha modestia.
1646:1  146:6.4 Así pues, la noticia de que Jesús había resucitado de entre los muertos al hijo de la viuda se divulgó por toda Galilea y Judea, y muchos de los que la escucharon se la creyeron. Jesús nunca pudo hacer entender por completo, ni siquiera a todos sus apóstoles, que el hijo de la viuda no estaba realmente muerto cuando le ordenó que se despertara y se levantara. Pero sí les inculcó lo suficiente como para impedir que este suceso se incluyera en todos los escritos posteriores, salvo en el de Lucas, que escribió el episodio tal como se lo habían contado. Una vez más Jesús fue tan asediado como médico, que al día siguiente temprano partió para Endor.

 


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