ÍNDICEEl libro de Urantia Edición1999
ESCRITO 150 LA TERCERA GIRA DE PREDICACIÓN
1683:6 150:7.1 Este viernes por la tarde, Jesús se paseó por Nazaret totalmente desapercibido y sin ser reconocido. Pasó por la casa de su infancia y por el taller de carpintería y permaneció media hora en la colina donde tanto disfrutaba cuando era un muchacho. Desde el día en que Juan lo bautizó en el Jordán, el Hijo del Hombre no había sentido conmoverse en su alma tal cantidad de emociones humanas. Mientras bajaba de la montaña, escuchó los sonidos familiares del toque de trompeta que anunciaba la puesta del sol, tal como los había escuchado tantísimas veces cuando era un niño que crecía en Nazaret. Antes de volver al campamento, pasó por la sinagoga donde había ido a la escuela, y se abandonó mentalmente a numerosas reminiscencias de la época de su infancia. Horas antes, Jesús había enviado a Tomás para que se pusiera de acuerdo con el jefe de la sinagoga a fin de poder predicar en los oficios matutinos del sábado.
1684:1 150:7.2 La gente de Nazaret nunca había sido famosa por su religiosidad ni por su manera recta de vivir. Con el transcurso de los años, este pueblo se había contaminado cada vez más con los bajos criterios morales de la cercana ciudad de Séforis. Durante toda la juventud y los primeros años de la vida adulta de Jesús, las opiniones sobre él habían estado divididas en Nazaret; su decisión de mudarse a Cafarnaum había producido mucho resentimiento. Los habitantes de Nazaret habían oído hablar mucho de las actividades de su antiguo carpintero, pero estaban ofendidos porque nunca había incluído a su pueblo natal en ninguna de sus anteriores giras de predicación. Habían oído hablar, por supuesto, de la fama de Jesús, pero la mayoría de los ciudadanos estaban enojados porque no había realizado ninguna de sus grandes obras en la ciudad de su juventud. Durante meses, la gente de Nazaret había discutido mucho sobre Jesús, pero sus opiniones eran, en general, desfavorables hacia él.
1684:2 150:7.3 El Maestro se encontró pues, no en un ambiente de bienvenida al hogar, sino en medio de una atmósfera decididamente hostil e hipercrítica. Pero esto no era todo. Sabiendo que iba a pasar este sábado en Nazaret y suponiendo que hablaría en la sinagoga, sus enemigos habían sobornado a un buen número de hombres rudos y groseros para que lo hostigaran y provocaran dificultades de todas las maneras posibles.
1684:3 150:7.4 La mayoría de los antiguos amigos de Jesús, incluído el chazán que lo adoraba y que había sido su profesor en la adolescencia, habían muerto o se habían marchado de Nazaret, y la generación más joven era propensa a sentirse muy recelosa con su fama. Ya no se acordaban de su dedicación, siendo adolescente, a la familia de su padre, y lo criticaban severamente por su negligencia en no visitar a su hermano y a sus hermanas casadas que vivían en Nazaret. La actitud de la familia de Jesús hacia él también había contribuído a acrecentar este sentimiento desfavorable de los ciudadanos. Los judíos más ortodoxos se atrevieron incluso a criticar a Jesús por haber caminado demasiado deprisa cuando iba a la sinagoga aquel sábado por la mañana.