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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 151

ESTANCIA Y ENSEÑANZA A LA ORILLA DEL MAR

 

1. LA PARÁBOLA DEL SEMBRADOR

1688:3  151:1.1 Aproximadamente por esta época, Jesús empezó a emplear por primera vez el método de las parábolas para enseñar a las multitudes que se congregaban con tanta frecuencia a su alrededor. Como Jesús había conversado con los apóstoles y otras personas hasta muy entrada la madrugada, aquel domingo por la mañana muy pocos del grupo se habían levantado para el desayuno; así pues, se fue a la orilla del mar y se sentó solo en una barca, en la vieja barca de pesca de Andrés y Pedro, que siempre se mantenía a su disposición; y se puso a meditar sobre el paso siguiente a dar en la tarea de difundir el reino. Pero el Maestro no iba a estar solo durante mucho tiempo. Muy pronto, la gente de Cafarnaum y de los pueblos vecinos empezó a llegar, y hacia las diez de la mañana, casi mil personas se habían congregado en la playa cerca de la barca de Jesús, dando gritos para llamar su atención. Pedro ya se había levantado y, abriéndose paso hasta la barca, le dijo a Jesús: "Maestro, ¿les hablo?" Pero Jesús contestó: "No, Pedro, les voy a contar una historia." Entonces Jesús empezó la narración de la parábola del sembrador, una de las primeras de una larga serie de parábolas similares que enseñó a las multitudes que lo seguían. Esta barca tenía un asiento elevado en el que Jesús se sentó (ya que era costumbre estar sentado para enseñar) mientras le hablaba a la muchedumbre congregada a lo largo de la playa. Después de que Pedro hubiera pronunciado unas palabras, Jesús dijo:

1688:4  151:1.2 "Un sembrador salió a sembrar y sucedió que mientras sembraba, algunas semillas cayeron al borde del camino, donde fueron pisoteadas y devoradas por los pájaros del cielo. Otras semillas cayeron en lugares rocosos donde había poca tierra, y brotaron inmediatamente porque la tierra no tenía profundidad, pero tan pronto como brilló el sol se marchitaron, porque no tenían raíces para absorber la humedad. Otras semillas cayeron entre los espinos, y cuando los espinos crecieron, las ahogaron, de manera que no produjeron ningún grano. Pero otras semillas cayeron en una buena tierra, y cuando crecieron, algunas produjeron treinta, otras sesenta y otras cien granos." Cuando terminó de contar esta parábola, dijo a la multitud: "El que tenga oídos para oír, que oiga."

1689:1  151:1.3 Cuando escucharon a Jesús enseñar a la gente de esta manera, los apóstoles y aquellos que estaban con ellos se quedaron enormemente perplejos; después de hablar mucho entre ellos, aquella tarde, en el jardín de Zebedeo, Mateo le dijo a Jesús: "Maestro, ¿cuál es el significado de las oscuras palabras que ofreces a la multitud? ¿Por qué hablas en parábolas a los que buscan la verdad?" Y Jesús contestó:
1689:2  151:1.4 "Todo este tiempo os he enseñado con paciencia. A vosotros os ha sido dado conocer los misterios del reino de los cielos, pero a las multitudes sin discernimiento y a aquellos que buscan nuestra destrucción, desde ahora en adelante los misterios del reino les serán presentados en parábolas. Y actuaremos así para que aquellos que desean entrar realmente en el reino puedan discernir el significado de la enseñanza y encontrar así la salvación, mientras que los que escuchan únicamente para atraparnos se quedarán aún más confundidos, en el sentido de que verán sin ver y oirán sin oír. Hijos míos, ¿no percibís la ley del espíritu, que establece que al que tiene se le dará para que posea en abundancia, pero al que no tiene, incluso lo poco que tiene se le quitará? Por eso, de aquí en adelante le hablaré mucho a la gente en parábolas, para que nuestros amigos y aquellos que desean conocer la verdad puedan encontrar lo que buscan, mientras que nuestros enemigos y aquellos que no aman la verdad puedan escuchar sin comprender. Mucha de esta gente no sigue el camino de la verdad. El profeta supo describir en verdad a todas estas almas sin discernimiento, cuando dijo: `Porque el corazón de este pueblo se ha embrutecido, son duros de oído y han cerrado los ojos por temor a discernir la verdad y a entenderla en su corazón.'"
1689:3  151:1.5 Los apóstoles no comprendieron por completo el significado de las palabras del Maestro. Mientras Andrés y Tomás siguieron hablando con Jesús, Pedro y los otros apóstoles se retiraron a otra parte del jardín, donde se enfrascaron en una larga y seria discusión.

 

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