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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 153

LA CRISIS EN CAFARNAUM

 

2. EL SERMÓN MEMORABLE

1709:2  153:2.1 Jesús dió comienzo a este sermón leyendo en la ley el pasaje que se encuentra en el Deuteronomio: "Pero sucederá que, si este pueblo no escucha la voz de Dios, las maldiciones de la transgresión le alcanzarán con seguridad. El Señor hará que tus enemigos te golpeen; serás llevado por todos los reinos de la tierra. El Señor te pondrá, junto con el rey que hayas establecido por encima de ti, en las manos de una nación extranjera. Te convertirás en un motivo de asombro, de proverbio y de burla entre todas las naciones. Tus hijos e hijas irán al cautiverio. Los extranjeros que viven contigo adquirirán una alta autoridad y tú descenderás muy bajo. Estas cosas te sucederán para siempre, a ti y a tu simiente, porque no has querido escuchar la palabra del Señor. Por eso servirás a tus enemigos que vendrán contra ti. Sufrirás el hambre y la sed y llevarás este yugo extranjero de hierro. El Señor traerá contra ti a una nación venida de lejos, de los confines de la tierra, una nación cuya lengua no comprenderás, una nación de aspecto feroz, una nación que tendrá pocas consideraciones contigo. Te asediará en todas tus ciudades hasta que los altos muros fortificados en los que has puesto tu confianza se vengan abajo; y todo el país caerá en sus manos. Y sucederá que te verás obligado a comer el fruto de tu propio cuerpo, la carne de tus hijos e hijas, durante ese tiempo de asedio, a causa de la penuria con que te oprimirán tus enemigos."
1709:3  153:2.2 Cuando Jesús hubo terminado esta lectura, pasó a los Profetas y leyó en Jeremías: "'Si no queréis escuchar las palabras de mis servidores, los profetas que os he enviado, entonces pondré a esta casa como Silo, y haré de esta ciudad una maldición para todas las naciones de la tierra.' Los sacerdotes y los educadores oyeron a Jeremías pronunciar estas palabras en la casa del Señor. Y sucedió que, cuando Jeremías terminó de decir todo lo que el Señor le había ordenado que proclamara a todo el pueblo, los sacerdotes y los educadores lo agarraron, diciendo: 'Es seguro que morirás.' Y todo el pueblo se apiñó alrededor de Jeremías en la casa del Señor. Cuando los príncipes de Judá oyeron estas cosas, se sentaron para juzgar a Jeremías. Entonces, los sacerdotes y los educadores hablaron a los príncipes y a todo el pueblo, diciendo: 'Este hombre merece la muerte porque ha profetizado en contra de nuestra ciudad, y lo habéis escuchado con vuestros propios oídos.' Entonces Jeremías dijo a todos los príncipes y a todo el pueblo: 'El Señor me ha enviado a profetizar contra esta casa y contra esta ciudad todas las palabras que habéis oído. Corregid pues vuestra conducta y reformad vuestras acciones, y obedeced la voz del Señor vuestro Dios, para que podáis escapar de los males que se han pronunciado contra vosotros. En cuanto a mí, heme aquí en vuestras manos. Haced conmigo lo que a vuestro entender os parezca bueno y justo. Pero tened por seguro que, si me quitáis la vida, atraeréis una sangre inocente sobre vosotros y sobre este pueblo, porque en verdad el Señor me ha enviado para decir todas estas palabras en vuestros oídos.'
1710:1  153:2.3 "Los sacerdotes y los educadores de aquella época intentaron matar a Jeremías, pero los jueces no lo consintieron; sin embargo, debido a sus palabras de advertencia, permitieron que lo bajaran con unas cuerdas a una mazmorra inmunda, donde se hundió en el lodo hasta las axilas. Esto es lo que este pueblo le hizo al profeta Jeremías cuando obedeció la orden del Señor de prevenir a sus hermanos sobre su inminente caída política. Hoy deseo preguntaros: ¿Qué harán los principales sacerdotes y los jefes religiosos de este pueblo con el hombre que se atreve a advertirles del día de su condena espiritual? ¿Trataréis también de quitarle la vida al instructor que se atreve a proclamar la palabra del Señor, y que no tiene miedo en señalar cómo os negáis a caminar en la senda de la luz que conduce a la entrada del reino de los cielos?
1710:2  153:2.4 "¿Qué buscáis como prueba de mi misión en la tierra? Os hemos dejado tranquilos en vuestras posiciones de influencia y de poder, mientras predicábamos la buena nueva a los pobres y a los proscritos. No hemos lanzado ningún ataque hostil contra aquello que veneráis, sino que hemos proclamado una nueva libertad para el alma del hombre dominada por el miedo. He venido al mundo para revelar a mi Padre y para establecer en la tierra la fraternidad espiritual de los hijos de Dios, el reino de los cielos. Aunque os he recordado muchas veces que mi reino no es de este mundo, sin embargo mi Padre os ha otorgado muchas manifestaciones de prodigios materiales, además de las transformaciones y regeneraciones espirituales más evidentes.
1710:3  153:2.5 "¿Qué nuevo signo esperáis de mí? Os aseguro que ya tenéis pruebas suficientes como para poder tomar vuestras decisiones. En verdad, en verdad les digo a muchos de los que hoy están sentados delante de mí, que os enfrentáis con la necesidad de escoger el camino que vais a seguir. A vosotros os digo, como Josué se lo dijo a vuestros antepasados: 'escoged en este día a quién queréis servir.' Muchos de vosotros os encontráis hoy en el cruce de los caminos.
1710:4  153:2.6 "Cuando no pudisteis encontrarme después del banquete de la multitud en la otra orilla, algunos de vosotros alquilasteis la flota pesquera de Tiberiades, que una semana antes se había refugiado en las cercanías durante una tormenta, para salir en mi persecución, y ¿para qué? ¡No para buscar la verdad y la rectitud, ni para aprender a servir y a ayudar mejor a vuestros semejantes! No, sino más bien para conseguir más pan sin haber trabajado para obtenerlo. No era para llenar vuestra alma con la palabra de la vida, sino solamente para llenaros la barriga con el pan de la facilidad. Os han enseñando desde hace mucho tiempo que cuando llegara el Mesías realizaría aquellos prodigios que harían la vida agradable y fácil para todo el pueblo elegido. Así pues, no es de extrañar que vosotros, que habéis recibido esta educación, deseéis con vehemencia los panes y los peces. Pero os afirmo que ésa no es la misión del Hijo del Hombre. He venido para proclamar la libertad espiritual, enseñar la verdad eterna y fomentar la fe viviente.
1710:5  153:2.7 "Hermanos míos, no anheléis la comida perecedera, sino buscad más bien el alimento espiritual que nutre incluso en la vida eterna; éste es el pan de la vida que el Hijo da a todos los que quieran cogerlo y comerlo, porque el Padre ha dado esta vida al Hijo sin restricción. Cuando me habéis preguntado: '¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?', os he dicho claramente: 'La obra de Dios consiste en creer en aquel que él ha enviado.'"
1710:6  153:2.8 Luego, Jesús señaló el emblema de una vasija de maná adornada con racimos de uva, que decoraba el dintel de esta nueva sinagoga, y dijo: "Habéis creído que vuestros antepasados comieron en el desierto el maná —el pan del cielo— pero yo os digo que aquello era el pan de la tierra. Aunque Moisés no dio a vuestros padres el pan procedente del cielo, mi Padre está ahora dispuesto a daros el verdadero pan de la vida. El pan del cielo es lo que desciende de Dios y da la vida eterna a los hombres del mundo. Cuando me digáis: Danos de ese pan viviente, yo contestaré: Yo soy ese pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed. Me habéis visto, habéis vivido conmigo, habéis contemplado mis obras, y sin embargo no creéis que yo haya salido del Padre. Pero a aquellos que sí creen —no temáis. Todos los que son dirigidos por el Padre vendrán a mí, y el que venga a mí de ninguna manera será rechazado.
1711:1  153:2.9 "Ahora, dejad que os afirme de una vez por todas que he descendido a la tierra no para hacer mi propia voluntad, sino la voluntad de Aquél que me ha enviado. Y la voluntad final de Aquél que me ha enviado es que yo no pierda ni uno solo de todos los que me ha dado. Y ésta es la voluntad del Padre: Que todo el que contemple al Hijo y crea en él, tenga la vida eterna. Ayer mismo os dí de comer pan para vuestro cuerpo; hoy os ofrezco el pan de la vida para vuestras almas hambrientas. ¿Queréis coger ahora el pan del espíritu, como entonces comisteis de tan buena gana el pan de este mundo?"

1711:2  153:2.10 Mientras Jesús se detenía un momento para echar una mirada a la asamblea, uno de los educadores de Jerusalén (miembro del sanedrín) se levantó y preguntó: "¿He comprendido bien cuando has dicho que eres el pan que ha bajado del cielo, y que el maná que Moisés dio a nuestros padres en el desierto no lo era?" Jesús respondió al fariseo: "Has comprendido bien." Entonces dijo el fariseo: "Pero, ¿no eres Jesús de Nazaret, el hijo de José el carpintero? ¿Tu padre y tu madre, así como tus hermanos y hermanas, no son bien conocidos para muchos de nosotros? ¿Cómo puede ser entonces que aparezcas aquí en la casa de Dios afirmando que has descendido del cielo?"
1711:3  153:2.11 En aquellos momentos había mucho murmullo en la sinagoga, y amenazaba con producirse tal alboroto, que Jesús se puso de pie y dijo: "Seamos pacientes; la verdad nunca teme un examen honesto. Soy todo lo que dices y aun más. El Padre y yo somos uno; el Hijo hace solamente lo que el Padre le enseña, y todos aquellos que son dados al Hijo por el Padre, el Hijo los recibirá en sí mismo. Habéis leído lo que está escrito en los Profetas: 'Todos seréis enseñados por Dios', y 'Aquellos que son enseñados por el Padre también escucharán a su Hijo.' Cualquiera que se abandona a la enseñanza del espíritu interior del Padre acabará por venir a mí. Ningún hombre ha visto al Padre, pero el espíritu del Padre vive dentro del hombre. El Hijo que ha descendido del cielo ha visto ciertamente al Padre. Y aquellos que creen sinceramente en este Hijo, ya tienen la vida eterna.
1711:4  153:2.12 "Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y han muerto. En cuanto a este pan que desciende de Dios, si un hombre lo come, nunca morirá en espíritu. Repito que soy este pan viviente, y toda alma que consigue obtener esta naturaleza unida de Dios y hombre vivirá para siempre. Este pan de vida que doy a todos los que quieren recibirlo es mi propia naturaleza viviente y combinada. El Padre está en el Hijo y el Hijo es uno con el Padre —ésta es mi revelación donadora de vida al mundo y mi don de salvación para todas las naciones."
1711:5  153:2.13 Cuando Jesús terminó de hablar, el jefe de la sinagoga disolvió la asamblea, pero no querían irse. Se agolparon alrededor de Jesús para hacerle más preguntas, mientras que otros murmuraban y discutían entre ellos. Este estado de cosas continuó durante más de tres horas. Finalmente, el auditorio se dispersó mucho después de las siete de la tarde.

 

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