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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 153

LA CRISIS EN CAFARNAUM

 

3. DESPUÉS DE LA REUNIÓN

1712:1  153:3.1 A Jesús le hicieron muchas preguntas durante esta reunión después del sermón. Algunas fueron formuladas por sus discípulos perplejos, pero la mayoría la realizaron los incrédulos sofistas que sólo intentaban ponerlo en evidencia y hacerlo caer en una trampa.
1712:2  153:3.2 Uno de los fariseos visitantes se subió en un pedestal y gritó esta pregunta: "Nos dices que eres el pan de la vida. ¿Cómo puedes darnos tu carne para comer o tu sangre para beber? ¿Para qué sirve tu enseñanza si no se puede llevar a cabo?" Jesús contestó a esta pregunta diciendo: "Yo no os he enseñado que mi carne sea el pan de la vida ni mi sangre el agua viva. Pero os he dicho que mi vida en la carne es una donación del pan del cielo. El hecho de la Palabra de Dios donada en la carne y el fenómeno del Hijo del Hombre sujeto a la voluntad de Dios, constituyen una realidad de experiencia que equivale al alimento divino. No podéis comer mi carne ni beber mi sangre, pero podéis volveros uno conmigo, en espíritu, como yo soy uno en espíritu con el Padre. Podéis ser alimentados con la palabra eterna de Dios, que es en verdad el pan de la vida, y que ha sido donada en la similitud de la carne mortal; y vuestra alma puede ser regada con el espíritu divino, que es verdaderamente el agua de la vida. El Padre me ha enviado al mundo para mostrar cómo desea habitar y dirigir a todos los hombres; y he vivido esta vida en la carne de tal manera que pueda inspirar también a todos los hombres para que intenten siempre conocer y hacer la voluntad del Padre celestial que reside en ellos."
1712:3  153:3.3 Entonces, uno de los espías de Jerusalén que había estado observando a Jesús y a sus apóstoles, dijo: "Observamos que ni tú ni tus apóstoles os laváis las manos convenientemente antes de comer pan. Debéis saber muy bien que la práctica de comer con las manos sucias y sin lavar es una transgresión de la ley de los ancianos. Tampoco laváis correctamente vuestras copas para beber ni vuestros recipientes para comer. ¿Por qué mostráis tan poco respeto por las tradiciones de los padres y las leyes de nuestros ancianos?" Después de haberlo escuchado, Jesús respondió: "¿Por qué transgredís los mandamientos de Dios con las leyes de vuestra tradición? El mandamiento dice: 'Honra a tu padre y a tu madre', y ordena que compartáis con ellos vuestros bienes si es necesario; pero promulgáis una ley basada en la tradición, que permite que los hijos desobedientes digan que el dinero que podría haber ayudado a los padres ha sido 'entregado a Dios'. La ley de los ancianos libera así de sus responsabilidades a estos hijos astutos, aunque utilicen posteriormente todo ese dinero para su propio bienestar. ¿Cómo puede ser que anuléis el mandamiento de esta manera con vuestra propia tradición? Hipócritas, Isaías profetizó bien acerca de vosotros cuando dijo: 'Este pueblo me honra con sus labios, pero su corazón está lejos de mí. Me adoran en vano, pues enseñan como doctrinas los preceptos de los hombres.'
1712:4  153:3.4 "Podéis ver cómo abandonáis el mandamiento para aferraros a las tradiciones de los hombres. Estáis totalmente dispuestos a rechazar la palabra de Dios para mantener vuestras propias tradiciones. Y os atrevéis a ensalzar de muchas otras maneras vuestras propias enseñanzas por encima de la ley y los profetas."
1712:5  153:3.5 Jesús dirigió entonces sus comentarios a todos los presentes, diciendo: "Oídme todos con atención. El hombre no se contamina espiritualmente con lo que entra en su boca, sino más bien con lo que sale de su boca y procede del corazón." Pero ni siquiera los apóstoles lograron captar plenamente el significado de sus palabras, porque Simón Pedro también le preguntó: "Para que algunos de tus oyentes no se sientan ofendidos innecesariamente, ¿podrías explicarnos el significado de estas palabras?" Entonces Jesús le dijo a Pedro: "¿También tú eres duro de entendimiento? ¿No sabes que toda planta que mi Padre celestial no haya sembrado será arrancada? Vuelve ahora tu atención hacia aquellos que quisieran conocer la verdad. No puedes obligar a los hombres a amar la verdad. Muchos de estos esducadores son guías ciegos. Y ya sabes que si un ciego conduce a otro ciego, los dos se caerán al precipicio. Pero, escucha con atención mientras te digo la verdad acerca de las cosas que manchan moralmente y que contaminan espiritualmente a los hombres. Declaro que lo que entra en el cuerpo por la boca o penetra en la mente a través de los ojos y los oídos, no es lo que mancha al hombre. El hombre sólo se mancha con el mal que se puede originar en su corazón, y que se expresa en las palabras y en los actos de esas personas impías. ¿No sabes que es del corazón de donde provienen los malos pensamientos, los proyectos perversos de asesinato, robo y adulterio, junto con la envidia, el orgullo, la ira, la venganza, las injurias y los falsos testimonios? Éstas son exactamente las cosas que manchan a los hombres, y no el hecho de comer pan con las manos ceremonialmente sucias."
1713:1  153:3.6 Los delegados fariseos del sanedrín de Jerusalén estaban ahora casi convencidos de que había que detener a Jesús bajo la acusación de blasfemia o por mofarse de la ley sagrada de los judíos; de ahí sus esfuerzos por implicarlo en una discusión sobre algunas tradiciones de los ancianos, las llamadas leyes orales de la nación, para que tuviera la posibilidad de atacarlas. Por mucha escasez que hubiera de agua, estos judíos esclavizados por la tradición nunca dejaban de ejecutar la ceremonia exigida de lavarse las manos antes de cada comida. Tenían la creencia de que "es mejor morir que transgredir los mandamientos de los ancianos". Los espías habían hecho esta pregunta porque se decía que Jesús había afirmado: "La salvación es una cuestión de corazón limpio, más bien que de manos limpias." Estas creencias son difíciles de eliminar una vez que se han vuelto parte de vuestra religión. Incluso muchos años después de esto, el apóstol Pedro continuaba en la esclavitud del miedo a muchas de estas tradiciones sobre las cosas puras e impuras, y sólo se liberó finalmente después de experimentar un sueño extraordinario y vívido. Todo esto se puede comprender mejor cuando se recuerda que estos judíos consideraban con los mismos ojos comer sin lavarse las manos que comerciar con una prostituta; ambas acciones eran igualmente dignas de ser castigadas con la excomunión.
1713:2  153:3.7 Por eso el Maestro eligió debatir y exponer la insensatez de todo el sistema rabínico de reglas y reglamentos representado por la ley oral —las tradiciones de los ancianos, pues todas eran consideradas como más sagradas y más obligatorias para los judíos que las mismas enseñanzas de las Escrituras. Y Jesús se expresó con menos reserva porque sabía que había llegado la hora en que no podía hacer nada más para impedir una ruptura abierta de relaciones con estos dirigentes religiosos.

 

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