ÍNDICEEl libro de Urantia Edición1999
ESCRITO 156 LA ESTANCIA EN TIRO Y SIDÓN
1737:2 156:4.1 Desde el 11 hasta el 24 de julio enseñaron en Tiro. Cada uno de los apóstoles se llevó consigo a uno de los evangelistas, y así enseñaron y predicaron de dos en dos en todos los rincones de Tiro y de sus alrededores. La población políglota de este activo puerto marítimo los escuchaba con placer, y muchos de ellos fueron bautizados en la hermandad exterior del reino. Jesús estableció su cuartel general en la casa de un judío llamado José, un creyente que vivía a cinco o seis kilómetros al sur de Tiro, no lejos de la tumba de Hiram, que había sido rey de la ciudad-estado de Tiro en la época de David y Salomón.
1737:3 156:4.2 Durante este período de dos semanas, los apóstoles y los evangelistas entraban diariamente en Tiro por el muelle de Alejandro para dirigir pequeñas reuniones, y la mayoría de ellos regresaba cada noche al campamento de la casa de José, al sur de la ciudad. Los creyentes salían cada día de la ciudad para conversar con Jesús en el lugar donde estaba descansando. El Maestro sólo habló en Tiro una vez, el 20 de julio por la tarde, y enseñó a los creyentes acerca del amor del Padre por toda la humanidad y respecto a la misión del Hijo de revelar el Padre a todas las razas humanas. Estos gentiles mostraban tal interés por el evangelio del reino que, en esta ocasión, abrieron a Jesús las puertas del templo de Melcart, y es interesante indicar que en años posteriores se construyó una iglesia cristiana en el mismo lugar donde estaba situado este antiguo templo.
1737:4 156:4.3 En esta región se fabricaba la púrpura de Tiro, el tinte que había hecho famosas a Tiro y a Sidón en el mundo entero, y que había contribuido tanto a su comercio mundial y a su consiguiente enriquecimiento; muchos dirigentes de esta industria creyeron en el reino. Poco tiempo después empezó a disminuir el abastecimiento de animales marinos que servían para extraer este colorante, y estos fabricantes de tinte se fueron en busca de nuevas regiones donde se encontraban dichos mariscos. Así emigraron hasta los confines de la tierra, llevando con ellos el mensaje de la paternidad de Dios y de la fraternidad de los hombres —el evangelio del reino.