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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 157

EN CESAREA DE FILIPO

 

1. EL RECAUDADOR DE IMPUESTOS DEL TEMPLO

1743:3  157:1.1 Mientras Jesús se demoraba con Andrés y Pedro al borde del lago, cerca del taller de barcas, un recaudador de impuestos del templo se encontró con ellos, reconoció a Jesús, y llamó a Pedro aparte para decirle: "¿Tu Maestro no paga el impuesto del templo?" Pedro se sintió tentado a mostrar su indignación ante la sugerencia de que Jesús debía contribuir al mantenimiento de las actividades religiosas de sus enemigos declarados; pero al observar una expresión particular en el rostro del recaudador de impuestos, supuso con razón que éste tenía la intención de atraparlos en el acto de negarse a pagar el medio siclo habitual para el sostén de los servicios del templo en Jerusalén. En consecuencia, Pedro contestó: "Por supuesto, el Maestro paga el impuesto del templo. Espera en la puerta, que vuelvo enseguida con la contribución."
1743:4  157:1.2 Pero Pedro había hablado precipitadamente, porque Judas, que transportaba los fondos, estaba al otro lado del lago. Ni Pedro, ni su hermano ni Jesús habían traído dinero. Sabiendo que los fariseos los estaban buscando, no podían ir a Betsaida para conseguir dinero. Cuando Pedro le contó a Jesús lo del recaudador y que le había prometido el dinero, Jesús dijo: "Si lo has prometido, debes pagar. Pero ¿con qué vas a cumplir tu promesa? ¿Volverás a ser pescador para poder cumplir con tu palabra? Sin embargo, Pedro, en estas circunstancias es conveniente que paguemos el impuesto. No le demos a estos hombres ningún motivo para que se ofendan con nuestra actitud. Esperaremos aquí mientras vas con la barca a coger los peces, y cuando los hayas vendido en ese mercado de ahí, págale al recaudador por nosotros tres."
1744:1  157:1.3 El mensajero secreto de David, que se hallaba cerca, alcanzó a oír toda esta conversación, y entonces le hizo señas a un asociado que estaba pescando cerca de la orilla para que viniera enseguida. Cuando Pedro estuvo preparado para salir a pescar en la barca, este mensajero y su amigo pescador le ofrecieron varias cestas grandes de peces y le ayudaron a llevarlas hasta el comerciante de pescado cercano, el cual compró la pesca y pagó lo suficiente como para, con lo que añadió el mensajero de David, poder saldar el impuesto del templo de los tres. El recaudador aceptó el tributo sin cobrarles la multa por el pago atrasado, ya que habían estado ausentes de Galilea durante algún tiempo.
1744:2  157:1.4 No es de extrañar que tengáis un relato donde se describe a Pedro capturando un pez con un siclo en la boca. En aquella época circulaban muchas narraciones sobre el descubrimiento de tesoros en la boca de los peces; estas historias casi milagrosas eran frecuentes. Por eso, cuando Pedro se iba para dirigirse hacia la barca, Jesús comentó medio en broma: "Es raro que los hijos del rey tengan que pagar tributo; generalmente son los extranjeros los que pagan los impuestos para mantener la corte; pero es conveniente que no proporcionemos ningún escollo a las autoridades. ¡Vete pues! quizás atrapes el pez con el siclo en la boca." Como Jesús había dicho esto y Pedro había regresado tan rápidamente con el tributo para el templo, no es de sorprender que el episodio se exagerara más tarde hasta convertirse en el milagro que cuenta el escritor del evangelio según Mateo.
1744:3  157:1.5 Jesús esperó al lado de la playa, con Andrés y Pedro, hasta cerca de la puesta del sol. Unos mensajeros le trajeron la noticia de que la casa de María continuaba estando vigilada; por consiguiente, una vez que oscureció, los tres hombres que aguardaban subieron a su barca y remaron lentamente hacia la costa oriental del Mar de Galilea.

 

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