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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 157

EN CESAREA DE FILIPO

 

2. EN BETSAIDA-JULIAS

1744:4  157:2.1 El lunes 8 de agosto, mientras Jesús y los doce apóstoles estaban acampados en el parque de Magadán, cerca de Betsaida-Julias, más de cien creyentes, los evangelistas, el cuerpo de mujeres y otras personas interesadas en el establecimiento del reino, vinieron desde Cafarnaum para celebrar una conferencia. Al enterarse que Jesús estaba allí, muchos fariseos vinieron también. Para entonces, algunos saduceos se habían unido a los fariseos en sus esfuerzos por coger a Jesús en una trampa. Antes de empezar la conferencia privada con los creyentes, Jesús celebró una reunión pública a la que asistieron los fariseos, los cuales importunaron al Maestro y trataron de perturbar la asamblea de otras maneras. El jefe de los alborotadores dijo: "Maestro, nos gustaría que nos dieras un signo de la autoridad que tienes para enseñar, y entonces, cuando se produzca ese signo, todos los hombres sabrán que has sido enviado por Dios." Y Jesús les respondió: "Cuando llega el atardecer, decís que hará buen tiempo porque el cielo está rojo. Por la mañana decís que hará mal tiempo porque el cielo está rojo y encapotado. Cuando veis que una nube se levanta por el oeste, decís que va a llover; cuando el viento sopla del sur, decís que va a hacer un calor abrasador. ¿Cómo puede ser que sepáis discernir tan bien el aspecto del cielo, y seáis totalmente incapaces de discernir los signos de los tiempos? A los que quieren conocer la verdad, ya se les ha dado un signo; pero no se dará ningún signo a una generación malintencionada e hipócrita."

1745:1  157:2.2 Después de haber hablado así, Jesús se retiró y se preparó para la conferencia nocturna con sus seguidores. En esta conferencia se decidió emprender una misión en común por todas las ciudades y pueblos de la Decápolis, en cuanto Jesús y los doce regresaran de la visita que tenían la intención de hacer a Cesarea de Filipo. El Maestro participó en la planificación de la misión en la Decápolis, y al disolver la reunión, dijo: "Os lo digo, tened cuidado con la influencia de los fariseos y los saduceos. No os dejéis engañar por sus demostraciones de gran erudición y su profunda lealtad a las ceremonias de la religión. Preocupaos solamente por el espíritu de la verdad viviente y por el poder de la religión verdadera. El miedo a una religión muerta no es lo que os salvará, sino más bien vuestra fe en una experiencia viviente de las realidades espirituales del reino. No os dejéis cegar por los prejuicios ni paralizar por el miedo. No permitáis tampoco que el respeto de las tradiciones deforme tanto vuestra comprensión, que vuestros ojos no vean y vuestros oídos no oigan. La finalidad de la religión verdadera no es simplemente aportar la paz, sino más bien asegurar el progreso. Y no puede haber paz en el corazón, ni progreso en la mente, si no os enamoráis de todo corazón de la verdad, de los ideales de las realidades eternas. Las consecuencias de la vida y de la muerte están delante de vosotros —los placeres pecaminosos del tiempo contra las justas realidades de la eternidad. Incluso ahora, deberíais empezar a liberaros de la esclavitud del miedo y de la duda, a medida que comenzais a vivir la nueva vida de la fe y la esperanza. Cuando los sentimientos del servicio por vuestros compañeros humanos aparezcan en vuestra alma, no los ahoguéis; cuando las emociones del amor por vuestro prójimo broten en vuestro corazón, manifestad esos impulsos afectivos atendiendo inteligentemente las necesidades reales de vuestros semejantes."

 

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