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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 157

EN CESAREA DE FILIPO

 

3. LA CONFESIÓN DE PEDRO

1745:2  157:3.1 El martes por la mañana temprano, Jesús y los doce apóstoles salieron del parque de Magadán hacia Cesarea de Filipo, la capital de la soberanía del tetrarca Felipe. Esta ciudad estaba situada en una región de una belleza admirable, abrigada en un valle encantador entre colinas pintorescas, donde el Jordán surgía de una gruta subterránea. Hacia el norte se podían contemplar las cumbres del Monte Hermón, mientras que desde las colinas del sur se tenía una vista espléndida sobre el alto Jordán y el Mar de Galilea.
1745:3  157:3.2 Jesús había ido al Monte Hermón durante sus primeras experiencias en los asuntos del reino, y ahora que emprendía la fase final de su obra, deseaba regresar a esta montaña de prueba y de triunfo, donde esperaba que los apóstoles pudieran conseguir una nueva visión de sus responsabilidades, y adquirir nuevas fuerzas para los tiempos difíciles que se avecinaban. Mientras viajaban por el camino, cuando iban a pasar al sur de las Aguas de Merom, los apóstoles empezaron a charlar entre ellos sobre sus recientes experiencias en Fenicia y en otros lugares, mencionando cómo había sido recibido su mensaje y la manera en que las diferentes poblaciones consideraban al Maestro.
1745:4  157:3.3 Cuando se detuvieron para almorzar, Jesús planteó repentinamente a los doce la primera pregunta que nunca les había hecho sobre sí mismo. Les hizo esta pregunta sorprendente: "¿Quién dicen los hombres que soy?"
1746:1  157:3.4 Jesús había pasado largos meses instruyendo a estos apóstoles sobre la naturaleza y el carácter del reino de los cielos, y sabía muy bien que había llegado la hora de empezar a enseñarles más cosas sobre su propia naturaleza y su relación personal con el reino. Ahora, mientras estaban sentados debajo de unas moreras, el Maestro se preparó para celebrar una de las sesiones más importantes de su larga asociación con los apóstoles escogidos.

1746:2  157:3.5 Más de la mitad de los apóstoles participaron en la respuesta a la pregunta de Jesús. Le dijeron que todos los que lo conocían lo consideraban como un profeta o un hombre extraordinario; que incluso sus enemigos le temían mucho, y que explicaban sus poderes mediante la acusación de que estaba aliado con el príncipe de los demonios. Le dijeron que algunas personas de Judea y Samaria, que no lo habían conocido personalmente, creían que era Juan el Bautista resucitado de entre los muertos. Pedro explicó que, en diversas ocasiones, distintas personas lo habían comparado con Moisés, Elías, Isaías y Jeremías. Después de haber escuchado estos comentarios, Jesús se puso de pie, miró a los doce sentados en semicírculo alrededor de él, y con un énfasis sorprendente los señaló con un movimiento expresivo de la mano, y les preguntó: "Pero ¿quién decís vosotros que soy?" Hubo un momento de tenso silencio, en el que los doce no despegaron sus ojos del Maestro. Luego, Simón Pedro se levantó de un salto, y exclamó: "Tú eres el Libertador, el Hijo del Dios vivo." Y los once apóstoles que estaban sentados se levantaron al unísono, indicando así que Pedro había hablado por todos ellos.
1746:3  157:3.6 Jesús les señaló que se sentaran de nuevo, y mientras permanecía de pie delante de ellos, dijo: "Esto os ha sido revelado por mi Padre. Ha llegado la hora de que conozcáis la verdad sobre mí. Pero, de momento, os encargo que no le contéis esto a nadie. Vámonos de aquí."
1746:4  157:3.7 Así pues, reanudaron su viaje hacia Cesarea de Filipo, donde llegaron tarde aquella noche, y se alojaron en la casa de Celsus, que los estaba esperando. Los apóstoles durmieron poco aquella noche; parecían sentir que un gran acontecimiento se había producido en sus vidas y en la obra del reino.

 

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