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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 159

LA GIRA POR LA DECÁPOLIS

 

1. EL SERMÓN SOBRE EL PERDÓN

1762:3  159:1.1 Una tarde en Hipos, en respuesta a la pregunta de un discípulo, Jesús enseñó la lección sobre el perdón. El Maestro dijo:

1762:4  159:1.2 "Si un hombre de buen corazón tiene cien ovejas y una de ellas se extravía, ¿no dejará inmediatamente a las noventa y nueve para salir en busca de la que se ha extraviado? Y si es un buen pastor, ¿no continuará buscando a la oveja perdida hasta que la haya encontrado? Entonces, cuando el pastor ha encontrado a su oveja perdida, se la echa al hombro y, mientras vuelve alegremente a su casa, llama a sus amigos y vecinos para decirles: `Regocijaos conmigo, porque he encontrado a mi oveja que estaba perdida.' Os aseguro que hay más alegría en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse. Sin embargo, no es la voluntad de mi Padre que está en los cielos que se extravíe uno de estos pequeños, y mucho menos que perezca. En vuestra religión, Dios puede recibir a los pecadores arrepentidos; en el evangelio del reino, el Padre sale a buscarlos antes incluso de que hayan pensado seriamente en arrepentirse.
1762:5  159:1.3 "El Padre que está en los cielos ama a sus hijos, y por eso deberíais aprender a amaros los unos a los otros; el Padre que está en los cielos os perdona vuestros pecados; por eso deberíais aprender a perdonaros los unos a los otros. Si tu hermano peca contra ti, ve a verle y, con tacto y con paciencia, muestrale su falta. Y haz todo esto a solas con él. Si quiere escucharte, entonces habrás ganado a tu hermano. Pero si tu hermano no quiere escucharte, si persiste en su camino erróneo, ve a verle de nuevo, llevando contigo a uno o dos amigos comunes, para que así puedas tener dos o incluso tres testigos que confirmen tu testimonio y demuestren el hecho de que has tratado con justicia y misericordia al hermano que te ha ofendido. Pero si se niega a escuchar a tus hermanos, puedes contar toda la historia a la congregación, y si también se niega a escuchar a la fraternidad, que ésta tome la medida que estime más sabia; que ese miembro indisciplinado se vuelva un proscrito del reino. Aunque no podéis pretender juzgar el alma de vuestros semejantes, y aunque no podéis perdonar los pecados ni atreveros a usurpar de otra manera las prerrogativas de los supervisores de las huestes celestiales, sin embargo el mantenimiento del orden temporal en el reino de la tierra ha sido depositado entre vuestras manos. Aunque no podéis entremeteros en los decretos divinos relacionados con la vida eterna, resolveréis los problemas de conducta en lo que respecta al bienestar temporal de la fraternidad en la tierra. Así pues, en todas estas cuestiones relacionadas con la disciplina de la fraternidad, todo lo que decretéis en la tierra será reconocido en el cielo. Aunque no podéis determinar el destino eterno del individuo, podéis legislar en lo que se refiere a la conducta del grupo, porque, cuando dos o tres de vosotros estéis de acuerdo sobre alguna de estas cosas y me lo pidáis a mí, se os concederá si vuestra petición no es incompatible con la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Todo esto es perpétuamente cierto, porque allí donde dos o tres creyentes están reunidos, allí estoy yo en medio de ellos."

1763:1  159:1.4 Simón Pedro era el apóstol que estaba encargado de los que trabajaban en Hipos, y cuando escuchó hablar así a Jesús, preguntó: "Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano que peca contra mí? ¿Hasta siete veces?" Jesús le contestó a Pedro: "No solamente siete veces, sino hasta setenta veces más siete. Por eso el reino de los cielos se puede comparar a cierto rey que ordenó un arreglo de cuentas con sus mayordomos. Cuando empezaron a realizar este examen de cuentas, trajeron ante él a uno de sus criados principales que confesó que le debía diez mil talentos a su rey. Este funcionario de la corte del rey alegó que había pasado por tiempos difíciles, y que no tenía con qué pagar sus obligaciones. El rey ordenó entonces que se confiscaran sus propiedades y que sus hijos fueran vendidos para pagar su deuda. Cuando el mayordomo principal escuchó este severo decreto, cayó de bruces ante el rey y le imploró que tuviera misericordia y le concediera más tiempo, diciendo: `Señor, ten un poco más de paciencia conmigo, y te lo pagaré todo.' Cuando el rey contempló a este servidor negligente y a su familia, se conmovió de compasión. Ordenó que lo liberaran y que se le perdonara completamente su deuda.
1763:2  159:1.5 "Habiendo recibido así la misericordia y el perdón del rey, el mayordomo principal se fue a sus asuntos, y al encontrarse con uno de sus mayordomos subordinados que sólo le debía cien denarios, lo agarró, lo cogió por el cuello y le dijo: `Págame todo lo que me debes.' Entonces este mayordomo compañero suyo se postró delante del mayordomo principal y le suplicó diciendo: `Ten un poco de paciencia conmigo, y pronto podré pagarte.' Pero el mayordomo principal no quiso mostrarle misericordia a su colega, sino que lo arrojó a un calabozo hasta que pagara su deuda. Cuando sus compañeros de servicio vieron lo que había sucedido, se sintieron tan apenados que fueron a decírselo al rey, su señor y maestro. Cuando el rey se enteró del comportamiento de su mayordomo principal, llamó ante él a este hombre desagradecido e implacable y le dijo: `Eres un administrador perverso e indigno. Cuando buscaste compasión, te perdoné generosamente toda tu deuda. ¿Por qué no fuiste también misericordioso con tu compañero, como yo lo fui contigo?' El rey estaba tan sumamente enojado que entregó a su desagradecido mayordomo principal a los carceleros para que lo custodiaran hasta que pagara toda su deuda. De la misma manera, mi Padre celestial mostrará la más abundante misericordia a los que son profusamente misericordiosos con sus semejantes. ¿Cómo podéis acudir a Dios para pedirle que tenga consideración con vuestros defectos, si tenéis la costumbre de castigar a vuestros hermanos por ser culpables de esas mismas debilidades humanas? Os lo digo a todos: Habéis recibido generosamente las cosas buenas del reino; dad pues generosamente a vuestros compañeros de la tierra."

1764:1  159:1.6 Jesús enseñó así los peligros e ilustró la injusticia de emitir un juicio personal sobre nuestros semejantes. La disciplina ha de ser mantenida y la justicia debe ser administrada, pero la sabiduría de la fraternidad debería prevalecer en todas estas cuestiones. Jesús confirió la autoridad legislativa y judicial al grupo, y no al individuo. Incluso esta autoridad que se concede al grupo no debe ser ejercida como una autoridad personal. Siempre existe el peligro de que el veredicto de un individuo pueda estar deformado por el prejuicio o distorsionado por la pasión. El juicio de la colectividad es más apropiado para alejar los peligros y eliminar la injusticia de las predisposiciones personales. Jesús siempre intentó reducir al mínimo los factores de injusticia, de represalias y de venganza.

1764:2  156:1.7 [La utilización del término setenta y siete, como ejemplo de la misericordia y la clemencia, fue extraído del pasaje de las Escrituras que alude al regocijo de Lamec ante las armas de metal de su hijo Tubal-Caín. Al comparar estos instrumentos superiores con los de sus enemigos, aquel exclamó: "Si Caín, con ningún arma en la mano, fue vengado siete veces, yo seré vengado ahora setenta y siete veces."]

 

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