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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 159

LA GIRA POR LA DECÁPOLIS

 

2. EL PREDICADOR EXTRANJERO

1764:3  159:2.1 Jesús fue a Gamala para visitar a Juan y a los que trabajaban con él en aquel lugar. Aquella noche, después de la sesión de preguntas y respuestas, Juan le dijo a Jesús: "Maestro, ayer fui a Astarot para ver a un hombre que enseñaba en tu nombre y que incluso pretendía ser capaz de echar a los diablos. Pero este hombre nunca ha estado con nosotros, ni tampoco nos sigue; por consiguiente, le he prohibido hacer esas cosas." Jesús dijo entonces: "No se lo prohíbas. ¿No percibes que este evangelio del reino pronto será proclamado en todo el mundo? ¿Cómo puedes esperar que todos los que crean en el evangelio van a estar sometidos a tu dirección? Regocíjate de que nuestras enseñanzas ya han empezado a manifestarse más allá de los límites de nuestra influencia personal. ¿No ves, Juan, que los que afirman hacer grandes obras en mi nombre acabarán por sostener nuestra causa? Sin duda no se darán prisa en hablar mal de mí. Hijo mío, en este tipo de cosas, sería mejor que consideraras que quien no está contra nosotros está a nuestro favor. En las generaciones por venir, muchos hombres no enteramente dignos harán muchas cosas extrañas en mi nombre, pero no se lo prohibiré. Te hago saber que, incluso cuando alguien da una simple copa de agua fría a un alma sedienta, los mensajeros del Padre siempre toman nota de ese servicio realizado por amor."
1764:4  159:2.2 Juan se quedó muy perplejo con esta enseñanza. ¿No había oído decir al Maestro que "El que no está conmigo está contra mí?" No percibía que, en aquel caso, Jesús se había referido a la relación personal del hombre con las enseñanzas espirituales del reino, mientras que en el caso presente, hacía referencia a las extensas relaciones sociales exteriores entre los creyentes respecto a las cuestiones del control administrativo y de la jurisdicción de un grupo de creyentes sobre el trabajo de otros grupos que acabarían por formar la fraternidad mundial venidera.
1765:1  159:2.3 Pero Juan refirió a menudo esta experiencia en conexión con sus trabajos posteriores a favor del reino. Sin embargo, los apóstoles se ofendieron muchas veces con aquellos que tenían la audacia de enseñar en nombre del Maestro. Siempre les pareció inadecuado que los que nunca se habían sentado a los pies de Jesús se atrevieran a enseñar en su nombre.
1765:2  159:2.4 El hombre a quien Juan le había prohibido enseñar y trabajar en nombre de Jesús no hizo caso de la orden del apóstol. Siguió adelante con sus esfuerzos y reunió en Canata a un grupo considerable de creyentes antes de proseguir hacia Mesopotamia. Este hombre, llamado Aden, había sido inducido a creer en Jesús gracias al testimonio del demente que Jesús había curado cerca de Jeresa, el cual creía con toda seguridad que los supuestos espíritus malignos que el Maestro había echado fuera de él habían entrado en la piara de cerdos y los habían despeñado por el acantilado hacia su destrucción.

 

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