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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 159

LA GIRA POR LA DECÁPOLIS

 

3. LAS INSTRUCCIONES PARA Los EDUCADORES Y Los CREYENTES

1765:3  159:3.1 En Edrei, donde trabajaban Tomás y sus compañeros, Jesús pasó un día y una noche. En el transcurso de la discusión vespertina, expresó los principios que deberían guiar a los que predican la verdad e impulsar a todos los que enseñan el evangelio del reino. Resumido y expuesto de nuevo en un lenguaje moderno, he aquí lo que Jesús enseñó:

1765:4  159:3.2 Respetad siempre la personalidad del hombre. Una causa justa nunca se debe promover por la fuerza; las victorias espirituales sólo se pueden ganar por medio del poder espiritual. Esta orden en contra del empleo de las influencias materiales se refiere tanto a la fuerza psíquica como a la fuerza física. No se deben emplear los argumentos abrumadores ni la superioridad mental para coaccionar a los hombres y a las mujeres para que entren en el reino. La mente del hombre no debe ser aplastada con el solo peso de la lógica, ni intimidada con una elocuencia sagaz. Aunque la emoción, como factor en las decisiones humanas, no se puede eliminar por completo, los que quieran hacer progresar la causa del reino no deberían recurrir directamente a la emoción en sus enseñanzas. Apelad directamente al espíritu divino que reside en la mente de los hombres. No recurráis al miedo, a la lástima o al simple sentimiento. Cuando apeléis a los hombres, sed justos; ejerced el autocontrol y manifestad la debida compostura; mostrad un respeto adecuado por la personalidad de vuestros alumnos. Recordad que he dicho: "Mirad, me detengo en la puerta y llamo, y si alguien quiere abrir, entraré."
1765:5  159:3.3 Cuando atraigáis a los hombres hacia el reino, no disminuyáis ni destruyáis su autoestima. Una autoestima excesiva puede destruir la humildad adecuada y terminar en orgullo, presunción y arrogancia, pero la pérdida de la autoestima acaba a menudo en la parálisis de la voluntad. Este evangelio tiene la finalidad de restablecer la autoestima en aquellos que la han perdido, y de refrenarla en los que la tienen. No cometáis el error de limitaros a condenar las equivocaciones que veais en la vida de vuestros alumnos; recordad también que debéis reconocer generosamente las cosas más dignas de elogio que veais en sus vidas. No olvidéis que no me detendré ante nada para restablecer la autoestima en aquellos que la han perdido, y que realmente desean recuperarla.
1765:6  159:3.4 Cuidad de no herir la autoestima de las almas tímidas y temerosas. No os permitáis ser sarcásticos a expensas de mis hermanos ingénuos. No seais cínicos con mis hijos atormentados por el miedo. El desempleo destruye la autoestima; por lo tanto, recomendad a vuestros hermanos que se mantengan siempre ocupados en las tareas que han escogido, y que hagan todo tipo de esfuerzos por conseguirle un trabajo a aquellos que se encuentran sin empleo.
1766:1  159:3.5 No seáis nunca culpables de utilizar tácticas indignas como la de intentar asustar a los hombres y a las mujeres para que entren en el reino. Un padre amoroso no asusta a sus hijos para hacer que obedezcan sus justas exigencias.
1766:2  159:3.6 Los hijos del reino comprenderán alguna vez que las fuertes sensaciones emotivas no equivalen a las directrices del espíritu divino. Cuando una impresión fuerte y extraña os impulsa a hacer algo o a ir a cierto lugar, eso no significa necesariamente que tales impulsos sean las directrices del espíritu interior.
1766:3  159:3.7 Advertid a todos los creyentes acerca de la zona de conflicto que tendrán que atravesar todos aquellos que pasan de la vida que se vive en la carne a la vida superior que se vive en el espíritu. Para los que viven plenamente en uno de los dos reinos, existe poco conflicto o confusión, pero todos están destinados a experimentar un mayor o menor grado de incertidumbre durante el período de transición entre los dos niveles de vida. Cuando entráis en el reino, no podéis eludir sus responsabilidades ni evitar sus obligaciones, pero recordad que el yugo del evangelio es cómodo y que el peso de la verdad es ligero.
1766:4  159:3.8 El mundo está lleno de almas hambrientas que se mueren de hambre delante mismo del pan de la vida; los hombres se mueren buscando al mismo Dios que vive dentro de ellos. Los hombres buscan los tesoros del reino con un corazón anhelante y unos pasos cansados, cuando todos se encuentran al alcance inmediato de la fe viviente. La fe es para la religión lo que las velas para un barco; es un aumento de poder, no una carga adicional de la vida. Sólo hay una lucha que tienen que sostener los que entran en el reino, y es el buen combate de la fe. El creyente sólo tiene que librar una batalla, y es contra la duda —contra la incredulidad.
1766:5  159:3.9 Cuando prediquéis el evangelio del reino, estaréis enseñando simplemente la amistad con Dios. Y esta comunión atraerá por igual a los hombres y a las mujeres, en el sentido de que ambos encontrarán en ella lo que satisface de manera más efectiva sus anhelos e ideales característicos. Decid a mis hijos que no solamente soy sensible a sus sentimientos y paciente con sus debilidades, sino que también soy despiadado con el pecado e intolerante con la iniquidad. En verdad, soy manso y humilde en presencia de mi Padre, pero también soy implacablemente inexorable cuando hay una acción malvada deliberada y una rebelión pecaminosa contra la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
1766:6  159:3.10 No describáis a vuestro maestro como un hombre de tristezas. Las generaciones futuras deberán conocer también el esplendor de nuestra alegría, el optimismo de nuestra buena voluntad, y la inspiración de nuestro buen humor. Proclamamos un mensaje de buenas noticias, cuyo poder transformador es contagioso. Nuestra religión palpita con una nueva vida y unos nuevos significados. Los que aceptan esta enseñanza se llenan de alegría, y su corazón les obliga a regocijarse para siempre jamás. Todos los que están seguros acerca de Dios experimentan siempre una felicidad creciente.
1766:7  159:3.11 Enseñad a todos los creyentes que eviten apoyarse en los soportes inseguros de la falsa compasión. No podéis desarrollar un carácter fuerte si tenéis inclinación por la autocompasión; esforzaos honradamente por evitar la influencia engañosa de la simple comunión en la desdicha. Conceded vuestra simpatía a los valientes y a los intrépidos, sin ofrecer un exceso de compasión a aquellas almas cobardes que se limitan a levantarse sin entusiasmo ante las pruebas de la vida. No ofrezcáis vuestro consuelo a los que se tumban ante las dificultades, sin luchar. No simpaticéis con vuestros semejantes con la única finalidad de recibir a cambio su simpatía.

1766:8  159:3.12 Una vez que mis hijos se hagan conscientes de la certeza de la presencia divina, esa fe abrirá su mente, ennoblecerá su alma, fortalecerá su personalidad, aumentará su felicidad, intensificará su percepción espiritual y realzará su poder para amar y ser amados.

1767:1  159:3.13 Enseñad a todos los creyentes que el hecho de entrar en el reino no los inmuniza contra los accidentes del tiempo ni las catástrofes ordinarias de la naturaleza. La creencia en el evangelio no impedirá que tengáis dificultades, pero sí asegurará que no tendréis miedo cuando se presenten las dificultades. Si os atrevéis a creer en mí y empezáis a seguirme de todo corazón, al hacerlo os meteréis con toda seguridad en el camino preciso que lleva a las dificultades. No os prometo liberaros de las aguas de la adversidad, pero lo que sí os prometo es atravesarlas todas con vosotros.

1767:2  159:3.14 Jesús enseñó muchas más cosas a este grupo de creyentes antes de que se prepararan para el descanso nocturno. Aquellos que habían escuchado estas palabras las atesoraron en su corazón y las repitieron a menudo para edificar a los apóstoles y discípulos que no estaban presentes cuando fueron pronunciadas.

 

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