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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 165

COMIENZA LA MISIÓN EN PEREA

 

6. LA RESPUESTA A LA PREGUNTA DE PEDRO

1824:4  165:6.1 Mientras estaban sentados pensando, Simón Pedro preguntó: "¿Nos cuentas esta parábola a nosotros, tus apóstoles, o es para todos los discípulos?" Y Jesús contestó:

1824:5  165:6.2 "El alma del hombre se revela en los momentos de prueba; la prueba descubre lo que hay realmente en el corazón. Cuando el criado ha sido probado y experimentado, entonces el señor de la casa puede entregar a ese sirviente el gobierno de su casa, y confiar sin peligro a ese mayordomo fiel el encargo de alimentar y criar a sus hijos. Del mismo modo, yo sabré pronto a quién podré confiar el bienestar de mis hijos después de que haya regresado al Padre. Así como el señor de la casa entregará al servidor leal y probado los asuntos de su familia, yo también ensalzaré, en los asuntos de mi reino, a aquellos que resistan las pruebas de esta hora.
1824:6  165:6.3 "Pero si el criado es perezoso y empieza a decirse en su interior: `Mi señor retrasa su llegada', y comienza a maltratar a los demás criados, y a comer y a beber con los borrachos, entonces el señor de ese sirviente llegará cuando menos lo espere y, al encontrarlo infiel, lo despedirá con ignominia. Por eso, haréis bien en prepararos para el día en que seréis visitados de repente y de manera inesperada. Recordad que a vosotros se os ha dado mucho; por eso se os pedirá mucho. Se avecinan unas duras pruebas para vosotros. Tengo que pasar por un bautismo, y estaré alerta hasta que se haya consumado. Predicáis la paz en la tierra, pero mi misión no traerá la paz a los asuntos materiales de los hombres —al menos, no durante un tiempo. Cuando dos miembros de una familia creen en mí y otros tres rechazan este evangelio, el único resultado es la división. Los amigos, los parientes y los seres queridos están destinados a indisponerse los unos con los otros a causa del evangelio que predicáis. Es verdad que cada uno de estos creyentes gozará de una gran paz duradera en su propio corazón, pero la paz en la tierra no llegará hasta que todos estén dispuestos a creer y a entrar en la herencia gloriosa de su filiación con Dios. A pesar de eso, id por todo el mundo y proclamad este evangelio a todas las naciones, a cada hombre, mujer y niño."

1824:7  165:6.4 Así fue como terminó este día de sábado repleto y atareado. Al día siguiente, Jesús y los doce fueron a las ciudades del norte de Perea para charlar con los setenta, que estaban trabajando en estas regiones bajo la supervisión de Abner.


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