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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 166

LA ÚLTIMA VISITA A PEREA DEL NORTE

 

1. Los FARISEOS EN RAGABA

1825:3  166:1.1 El sábado 18 de febrero, Jesús se encontraba en Ragaba, donde vivía un rico fariseo llamado Natanael; puesto que un número considerable de sus compañeros fariseos seguían a Jesús y a los doce por todo el país, este sábado por la mañana, Natanael preparó un desayuno para todos ellos, unas veinte personas, e invitó a Jesús como huésped de honor.
1825:4  166:1.2 Cuando Jesús llegó a este desayuno, la mayoría de los fariseos, junto con dos o tres juristas, ya se encontraban allí sentados a la mesa. El Maestro tomó asiento de inmediato a la izquierda de Natanael, sin lavarse las manos en las palanganas. Muchos fariseos, especialmente los que estaban a favor de las enseñanzas de Jesús, sabían que sólo se lavaba las manos con fines higiénicos, y que detestaba estas prácticas puramente ceremoniales; por eso no se sorprendieron de que se dirigiera directamente a la mesa sin haberse lavado la manos dos veces. Pero Natanael se escandalizó porque el Maestro olvidó cumplir con las estrictas exigencias de las prácticas fariseas. Jesús tampoco se lavaba las manos, como hacían los fariseos, después del servicio de cada plato, ni al final de la comida.
1825:5  166:1.3 Después de mucho cuchicheo entre Natanael y un fariseo poco amistoso que estaba a su derecha, y después de muchos levantamientos de cejas y muecas burlonas de desprecio por parte de los que estaban sentados enfrente del Maestro, Jesús finalmente dijo: "Creí que me habíais invitado a esta casa para partir el pan con vosotros y quizás para hacerme preguntas sobre la proclamación del nuevo evangelio del reino de Dios; pero percibo que me habéis traído aquí para presenciar una exhibición de devoción ceremonial a vuestra propia presunción. Ese servicio ya me lo habéis hecho; ¿con qué nueva cosa váis a honrarme como invitado vuestro en esta ocasión?"
1826:1  166:1.4 Cuando el Maestro hubo hablado así, bajaron la mirada hacia la mesa y permanecieron en silencio. Como nadie hablaba, Jesús continuó: "Muchos de vosotros, fariseos, estáis aquí conmigo como amigos, y algunos son incluso mis discípulos, pero la mayoría de los fariseos persisten en negarse a ver la luz y en reconocer la verdad, aunque la obra del evangelio se les presente con un gran poder. ¡Con cuánto cuidado limpiáis el exterior de las copas y de los platos, mientras que los recipientes del alimento espiritual están sucios y contaminados! Os aseguráis en mostrarle al pueblo una apariencia piadosa y santa, pero vuestra alma interior está llena de presunción, de codicia, de extorsión y de todo tipo de maldad espiritual. Vuestros dirigentes se atreven incluso a conspirar y a planear el asesinato del Hijo del Hombre. ¿No comprendéis, insensatos, que el Dios del cielo mira los móviles internos del alma, así como vuestros fingimientos exteriores y vuestras ostentaciones de piedad? No creáis que el hecho de dar limosnas y de pagar los diezmos os limpiará de vuestra injusticia y os permitirá aparecer puros ante el Juez de todos los hombres. ¡Ay de vosotros, fariseos, que habéis persistido en rechazar la luz de la vida! Sois meticulosos en el pago del diezmo y dáis limosnas con ostentación, pero despreciáis a sabiendas la visita de Dios y rechazáis la revelación de su amor. Aunque hacéis bien en prestar atención a esos deberes menores, no deberíais haber dejado sin hacer otras exigencias más importantes. ¡Ay de todos los que rehuyen la justicia, desdeñan la misericordia y rechazan la verdad! ¡Ay de todos los que desprecian la revelación del Padre, mientras aspiran a conseguir los principales asientos en la sinagoga y anhelan los saludos halagadores en las plazas de los mercados!"

1826:2  166:1.5 Cuando Jesús se levantó para marcharse, uno de los juristas sentados a la mesa le dirigió la palabra, diciendo: "Pero, Maestro, en algunas de tus declaraciones también nos haces reproches. ¿No hay nada bueno en los escribas, los fariseos o los juristas?" Jesús, que permanecía de pie, respondió al jurista: "Vosotros, al igual que los fariseos, os deleitáis en ocupar los mejores lugares en las fiestas y en lucir largas túnicas, mientras que colocáis unas cargas pesadas, difíciles de llevar, sobre los hombros de la gente. Y cuando las almas de los hombres se tambalean debajo de esas pesadas cargas, no levantáis ni uno solo de vuestros dedos. ¡Ay de vosotros, que encontráis vuestra mayor satisfacción en construir tumbas para los profetas que vuestros padres mataron! Que vosotros aprobáis lo que hicieron vuestros padres se pone de manifiesto en el hecho de que ahora planeáis matar a los que vienen a hacer, en el día de hoy, lo que hicieron los profetas en su día —proclamar la justicia de Dios y revelar la misericordia del Padre celestial. Pero de todas las generaciones pasadas, la sangre de los profetas y de los apóstoles será exigida a esta generación perversa y presuntuosa. ¡Ay de todos vosotros, juristas, que le habéis quitado la llave del conocimiento a la gente común! Vosotros mismos os negáis a entrar en el camino de la verdad, y al mismo tiempo quisiérais impedir la entrada a todos los que la buscan. Pero no podéis cerrar así las puertas del reino de los cielos; las hemos abierto a todos los que tienen fe para entrar; y esos portales de misericordia no serán cerrados por los prejuicios y la arrogancia de los falsos educadores y de los pastores engañosos que se parecen a los sepulcros blanqueados, los cuales aparecen hermosos por fuera, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de todo tipo de impurezas espirituales."
1826:3  166:1.6 Cuando Jesús hubo terminado de hablar en la mesa de Natanael, salió de la casa sin haber participado en la comida. De todos los fariseos que habían escuchado estas palabras, algunos creyeron en su enseñanza y entraron en el reino, pero más numerosos fueron los que persistieron en el camino de las tinieblas, estando cada vez más decididos a espiarlo para poder atrapar algunas de sus palabras y utilizarlas para procesarlo y juzgarlo ante el sanedrín de Jerusalén.

1827:1  166:1.7 Había únicamente tres cosas a las que los fariseos prestaban una atención particular:

1. Practicar estrictamente el diezmo.
2. Cumplir escrupulosamente las reglas de purificación.
3. Evitar asociarse con todos los que no fueran fariseos.

1827:5  166:1.8 En aquel momento, Jesús trataba de poner al descubierto la esterilidad espiritual de las dos primeras prácticas; en cuanto a sus observaciones destinadas a reprender a los fariseos por su rechazo a mantener relaciones sociales con los no fariseos, las reservó para una ocasión posterior en la que cenaría de nuevo con muchos de estos mismos hombres.

 

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