ÍNDICEEl libro de Urantia Edición1999
ESCRITO 167 LA VISITA A FILADELFIA
1836:6 167:4.1 El domingo 26 de febrero, a una hora muy tardía de la noche, un corredor procedente de Betania llegó a Filadelfia, trayendo un mensaje de Marta y María que decía: "Señor, aquel que amas está muy enfermo." Este mensaje le llegó a Jesús al final de la conferencia de la tarde, justo en el momento en que se despedía de los apóstoles para pasar la noche. Al principio, Jesús no respondió nada. Entonces se produjo uno de esos extraños intervalos, un período de tiempo en el que parecía estar en comunicación con algo exterior a él y más allá de él. Luego levantó los ojos y se dirigió al mensajero, de manera que los apóstoles le oyeron decir: "Esta enfermedad no le llevará realmente a la muerte. No dudéis que será empleada para glorificar a Dios y exaltar al Hijo."
1837:1 167:4.2 Jesús estaba muy encariñado con Marta, María y su hermano Lázaro; los amaba con un afecto ferviente. Su primer pensamiento humano fue acudir inmediatamente en su ayuda, pero otra idea apareció en su mente combinada. Casi había perdido la esperanza de que los dirigentes judíos de Jerusalén aceptaran alguna vez el reino, pero seguía amando a su pueblo, y ahora se le había ocurrido un plan para que los escribas y fariseos de Jerusalén tuvieran una nueva oportunidad de aceptar sus enseñanzas; de este último llamamiento a Jerusalén decidió hacer, si su Padre quería, la obra exterior más profunda y asombrosa de toda su carrera terrenal. Los judíos estaban aferrados a la idea de un libertador que hiciera prodigios. Y aunque rehusaba rebajarse a realizar maravillas materiales o a llevar a cabo exhibiciones temporales de poder político, ahora buscó el consentimiento del Padre para manifestar su poder todavía no demostrado sobre la vida y la muerte.1837:2 167:4.3 Los judíos tenían la costumbre de enterrar a sus muertos el día de su fallecimiento; era una práctica necesaria en un clima tan caluroso. A menudo sucedía que metían en la tumba a alguien que estaba simplemente en coma, de manera que al segundo, o incluso al tercer día, aquella persona salía de la tumba. Pero los judíos tenían la creencia de que, aunque el espíritu o el alma podía quedarse cerca del cuerpo durante dos o tres días, nunca permanecía allí después del tercer día; que la putrefacción ya estaba avanzada al cuarto día, y que nadie regresaba nunca de la tumba después de transcurrido ese tiempo. Debido a estas razones, Jesús permaneció dos días más en Filadelfia antes de prepararse para salir hacia Betania.
1837:3 167:4.4 En consecuencia, el miércoles por la mañana temprano dijo a sus apóstoles: "Preparémonos inmediatamente para ir otra vez a Judea." Cuando los apóstoles escucharon estas palabras de su Maestro, se retiraron aparte durante un rato para consultarse entre ellos. Santiago tomó la dirección de la conversación, y todos estuvieron de acuerdo en que era una auténtica locura permitir a Jesús que regresara a Judea, por lo que volvieron como un solo hombre para comunicarselo. Santiago dijo: "Maestro, has estado en Jerusalén hace unas semanas, y los dirigentes intentaron matarte, mientras que el pueblo estaba dispuesto a lapidarte. En aquel momento ya diste a esos hombres su oportunidad de recibir la verdad, y no te permitiremos que regreses a Judea."
1837:4 167:4.5 Jesús dijo entonces: "Pero, ¿no comprendéis que el día tiene doce horas, durante las cuales se pueden hacer las tareas sin peligro? Si un hombre camina de día, no tropieza puesto que tiene luz. Si camina de noche, está expuesto a tropezar ya que no tiene luz. Mientras dure mi día, no tengo miedo a entrar en Judea. Quisiera realizar otra obra poderosa para esos judíos; quisiera darles una oportunidad más para creer, y en los términos que ellos prefieren —con unas condiciones de gloria exterior y la manifestación visible del poder del Padre y del amor del Hijo. Además, ¡no os dáis cuenta de que nuestro amigo Lázaro se ha dormido, y que quiero ir a despertarlo de ese sueño!"
1837:5 167:4.6 A continuación, uno de los apóstoles dijo: "Maestro, si Lázaro se ha dormido, entonces se restablecerá con más seguridad." En aquel tiempo, los judíos tenían la costumbre de hablar de la muerte como de una forma de sueño, pero como los apóstoles no habían comprendido que Jesús quería decir que Lázaro había partido de este mundo, ahora les dijo con toda claridad: "Lázaro ha muerto. Pero por vuestro bien, y aunque esto no salve a los demás, me alegro de no haber estado allí, a fin de que ahora podáis tener una nueva razón para creer en mí; todos os sentiréis fortalecidos por lo que vais a presenciar, y os servirá de preparación para el día en que me despediré de vosotros para ir hacia el Padre."
1838:1 167:4.7 Como no pudieron persuadirlo para que se abstuviera de ir a Judea, y como algunos apóstoles eran incluso reacios a acompañarlo, Tomás se dirigió a sus compañeros, diciendo: "Ya le hemos expresado nuestros temores al Maestro, pero él está decidido a ir a Betania. Estoy convencido de que esto significa el fin; lo matarán con toda seguridad, pero si ésta es la elección del Maestro, entonces comportémonos como unos hombres valientes; vamos también para poder morir con él." Siempre fue así; en las cuestiones que requerían un coraje deliberado y sostenido, Tomás fue siempre el sostén principal de los doce apóstoles.