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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 168

LA RESURRECCIÓN DE LÁZARO

 

2. LA RESURRECCIÓN DE LÁZARO

1845:7  168:2.1 Mientras este grupo de unos cuarenta y cinco mortales permanecía delante de la tumba, pudieron ver vagamente la forma de Lázaro, envuelta en unos vendajes de lino, descansando en el nicho inferior derecho de la cueva fúnebre. Mientras estas criaturas terrenales se hallaban allí en silencio, casi sin aliento, una enorme hueste de seres celestiales se había situado en sus puestos preliminares, para responder a la señal de actuar en cuanto la diera su comandante Gabriel.
1846:1  168:2.2 Jesús levantó los ojos y dijo: "Padre, te doy las gracias por haber escuchado y concedido mi petición. Sé que me escuchas siempre, pero te hablo así a causa de aquellos que están aquí conmigo, para que puedan creer que me has enviado al mundo, y para que sepan que actúas conmigo en esto que estamos a punto de realizar." Cuando hubo terminado de orar, dijo en voz alta: "Lázaro, ¡sal fuera!"
1846:2  168:2.3 Los espectadores humanos permanecieron inmóviles, pero toda la inmensa hueste celestial bullía en una acción unificada, obedeciendo la palabra del Creador. En sólo doce segundos del tiempo terrestre, la forma hasta entonces inanimada de Lázaro empezó a moverse, y pronto se sentó en el borde de la plataforma de piedra donde había descansado. Su cuerpo estaba envuelto en las mortajas y su rostro cubierto con un paño. Mientras permanecía de pie delante de ellos —vivo— Jesús dijo: "Desatadlo y dejadlo salir."
1846:3  168:2.4 Todos los espectadores, salvo los apóstoles así como Marta y María, huyeron hacia la casa. Estaban pálidos de terror y abrumados por el asombro. Aunque algunos permanecieron allí, muchos regresaron apresuradamente a sus hogares.
1846:4  168:2.5 Lázaro saludó a Jesús y a los apóstoles, preguntó por el significado de las mortajas y por qué se había despertado en el jardín. Jesús y los apóstoles se apartaron, mientras Marta le contaba a Lázaro su muerte, entierro y resurrección. Tuvo que explicarle que había muerto el domingo y que ahora había sido devuelto a la vida el jueves, ya que Lázaro no había tenido conciencia del tiempo desde que había caído en el sueño de la muerte.

1846:5  168:2.6 Mientras Lázaro salía de la tumba, el Ajustador Personalizado de Jesús, ahora jefe de su orden en este universo local, ordenó al antiguo Ajustador de Lázaro, entonces en espera, que volviera a residir en la mente y el alma del resucitado.

1846:6  168:2.7 Luego Lázaro se acercó a Jesús y, junto con sus hermanas, se arrodilló a los pies del Maestro para dar gracias y alabar a Dios. Jesús cogió a Lázaro de la mano, y lo levantó diciendo: "Hijo mío, lo que te ha sucedido será experimentado también por todos los que creen en este evangelio, excepto que serán resucitados con una forma más gloriosa. Serás un testigo viviente de la verdad que he proclamado —yo soy la resurrección y la vida. Pero ahora entremos todos en la casa y tomemos algún alimento para estos cuerpos físicos."

1846:7  168:2.8 Mientras caminaban hacia la casa, Gabriel disolvió los grupos adicionales de las huestes celestiales reunidas, y procedió a registrar el primer y último caso, sucedido en Urantia, en el que una criatura mortal había sido resucitada en la similitud de su cuerpo físico mortal.

1846:8  168:2.9 Lázaro apenas podía comprender lo que había sucedido. Sabía que había estado muy enfermo, pero sólo podía recordar que se había dormido y que había sido despertado. Nunca pudo decir nada sobre aquellos cuatro días en la tumba, porque había estado totalmente inconsciente. El tiempo no existe para aquellos que duermen el sueño de la muerte.
1846:9  168:2.10 Muchos creyeron en Jesús a consecuencia de esta obra poderosa, pero otros sólo endurecieron su corazón para rechazarlo aún más. Al día siguiente al mediodía, esta historia se había difundido por todo Jerusalén. Decenas de hombres y mujeres fueron a Betania para contemplar a Lázaro y hablar con él, y los fariseos, alarmados y desconcertados, convocaron apresuradamente una reunión del sanedrín para determinar lo que había que hacer con respecto a estos nuevos acontecimientos.

 

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