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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 169

LA ÚLTIMA ENSEÑANZA EN PELLA

 

1. LA PARÁBOLA DEL HIJO PERDIDO

1850:8  169:1.1 El jueves por la tarde, Jesús habló a la multitud sobre la "Gracia de la salvación". En el transcurso de este sermón, volvió a contar la historia de la oveja perdida y de la moneda perdida, y luego añadió su parábola favorita del hijo pródigo. Jesús dijo:

1850:9  169:1.2 "Desde Samuel hasta Juan, los profetas os han exhortado a buscar a Dios —a buscar la verdad. Siempre os han dicho: `Buscad al Señor mientras se le puede encontrar.' Toda esta enseñanza debería tomarse en serio. Pero yo he venido a mostraros que, mientras vosotros tratáis de encontrar a Dios, Dios también está tratando de encontraros. Os he contado muchas veces la historia del buen pastor que dejó a las noventa y nueve ovejas en el redil para salir a buscar a la que se había perdido, y cuando encontró a la oveja descarriada, cómo se la echó al hombro y la devolvió tiernamente al redil. Y cuando la oveja perdida estuvo de nuevo en el redil, recordaréis que el buen pastor llamó a sus amigos y los invitó a que se regocijaran con él porque había encontrado a la oveja que se había extraviado. Os digo de nuevo que hay más alegría en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentimiento. El hecho de que unas almas estén perdidas no hace más que acrecentar el interés del Padre celestial. He venido a este mundo para ejecutar el mandato de mi Padre, y se ha dicho con razón del Hijo del Hombre que es amigo de los publicanos y de los pecadores.
1851:1  169:1.3 "Os ha enseñado que la aceptación divina se produce después de que os hayáis arrepentido y como consecuencia de todas vuestras obras de sacrificio y de penitencia, pero os aseguro que el Padre os acepta incluso antes de que os hayáis arrepentido, y envía al Hijo y a sus asociados para encontraros y devolveros con regocijo al redil, al reino de la filiación y del progreso espiritual. Todos sois como unas ovejas extraviadas, y yo he venido para buscar y salvar a los que están perdidos.
1851:2  169:1.4 "También deberíais recordar la historia de la mujer que, después de haber hecho un collar de adorno con diez monedas de plata, perdió una de las monedas; entonces encendió la lámpara, barrió cuidadosamente la casa y continuó buscando hasta que encontró la moneda de plata perdida. En cuanto encontró la moneda que había perdido, convocó a sus amigos y vecinos, diciendo: `Regocijaos conmigo porque he encontrado la moneda que se había perdido.' Así pues, os digo de nuevo que siempre hay alegría entre los ángeles del cielo por un pecador que se arrepiente y vuelve al redil del Padre. Os cuento esta historia para inculcaros que el Padre y su Hijo salen a buscar a aquellos que están perdidos, y en esta búsqueda empleamos todas las influencias que puedan ayudarnos en nuestros esfuerzos diligentes por encontrar a los que se han perdido, a los que necesitan ser salvados. Y así, el Hijo del Hombre sale al desierto para buscar a la oveja extraviada, pero también busca la moneda que se ha perdido en la casa. La oveja se extravía de manera involuntaria; la moneda está cubierta por el polvo del tiempo y oscurecida por la acumulación de las cosas humanas.
1851:3  169:1.5 "Ahora me gustaría contaros la historia del hijo atolondrado de un granjero acaudalado, que dejó deliberadamente la casa de su padre y se fue a un país extranjero, donde sufrió muchas tribulaciones. Recordáis que la oveja se descarrió sin intención, pero este joven abandonó su hogar con premeditación. Esto fue lo que ocurrió:

1851:4  169:1.6 "Había un hombre que tenía dos hijos; el más joven era alegre y despreocupado, y trataba siempre de pasarlo bien y de eludir las responsabilidades, mientras que su hermano mayor era serio, sobrio, trabajador y dispuesto a asumir las responsabilidades. Pero estos dos hermanos no se llevaban bien; discutían y reñían constantemente. El más joven era alegre y vivaz pero holgazán, y no se podía confiar en él; el hijo mayor era formal y trabajador, pero al mismo tiempo egocéntrico, hosco y engreído. El hijo más joven disfrutaba con el juego pero rehuía el trabajo; el mayor se consagraba al trabajo pero jugaba pocas veces. Esta asociación se volvió tan desagradable, que el hijo menor fue a ver a su padre y le dijo: `Padre, entrégame la tercera parte de los bienes que yo heredaría, y permíteme salir al mundo para buscar mi propia fortuna.' El padre sabía lo infeliz que era el joven en el hogar con su hermano mayor, y cuando escuchó esta petición, dividió sus bienes y le entregó al joven su parte.
1851:5  169:1.7 "El joven reunió todos sus fondos en pocas semanas y salió de viaje hacia un país lejano; como no encontró nada que hacer que fuera provechoso y agradable a la vez, pronto derrochó toda su herencia viviendo de una manera desenfrenada. Cuando lo hubo gastado todo, una hambruna prolongada surgió en aquel país, y el joven se encontró en la miseria. Y así, cuando empezó a pasar hambre y a sufrir una gran angustia, encontró un empleo con uno de los ciudadanos de aquel país, que lo envió a los campos a dar de comer a los cerdos. El joven se hubiera saciado de buena gana con los desperdicios que comían los cerdos, pero nadie quería darle nada.
1852:1  169:1.8 "Un día que tenía mucha hambre, volvió en sí y se dijo: `¡Cuántos criados de mi padre tienen una abundancia de pan más que suficiente, mientras yo me muero de hambre, alimentando cerdos aquí en un país extranjero! Me levantaré, iré a ver a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; permíteme únicamente que sea como uno de tus criados a sueldo.' Y cuando el joven llegó a esta decisión, se levantó y partió hacia la casa de su padre.
1852:2  169:1.9 "Pero aquel padre había llorado mucho por su hijo; había echado de menos al alegre, pero irreflexivo, muchacho. Este padre amaba a este hijo y vigilaba constantemente su regreso, de manera que el día en que el hijo se acercó a la casa, aunque aún estaba muy lejos, el padre lo vio; impulsado por una compasión amante, corrió a su encuentro y, saludándolo afectuosamente, lo abrazó y lo besó. Después de haberse encontrado así, el hijo contempló el rostro lleno de lágrimas de su padre y dijo: `Padre, he pecado contra el cielo y ante tus ojos; ya no soy digno de ser llamado tu hijo' —pero el joven no tuvo la posibilidad de terminar su confesión, porque el padre lleno de alegría dijo a los criados que para entonces habían llegado corriendo: `Traed enseguida su mejor vestido, aquel que guardé, y ponedselo, y poned en su mano el anillo de hijo y buscad unas sandalias para sus pies.'
1852:3  169:1.10 "Luego, después de que el feliz padre hubiera llevado hasta la casa al muchacho cansado y con los pies doloridos, dijo a sus criados: `Traed el ternero engordado y matadlo; comamos y divirtámonos, porque este hijo mío estaba muerto y vive de nuevo; estaba perdido y lo he encontrado.' Y todos se reunieron alrededor del padre para regocijarse con él por el retorno de su hijo.
1852:4  169:1.11 "En ese momento, mientras lo estaban celebrando, el hijo mayor regresó de su trabajo cotidiano en el campo y, al acercarse a la casa, escuchó la música y el baile. Cuando llegó a la puerta de atrás, llamó a uno de los criados y le preguntó por el significado de toda esta celebración. El criado dijo entonces: `Tu hermano perdido desde hace mucho tiempo ha regresado al hogar, y tu padre ha matado al ternero engordado para regocijarse porque su hijo ha regresado sano y salvo. Entra para saludar también a tu hermano y acogerlo por su vuelta a la casa de tu padre.'
1852:5  169:1.12 "Pero cuando el hermano mayor escuchó esto, se sintió tan herido y enojado que no quiso entrar en la casa. Cuando su padre se enteró de su resentimiento por la bienvenida que había dado a su hermano menor, salió para rogarle que entrara. Pero el hijo mayor no quiso ceder a la persuasión de su padre, y le contestó diciendo: `Te he servido aquí durante todos estos años, sin transgredir nunca el más pequeño de tus mandamientos, y sin embargo, nunca me has dado ni siquiera un cabrito para poder divertirme con mis amigos. He permanecido aquí para cuidarte todos estos años, y nunca has dado una fiesta por mi servicio fiel, pero cuando regresa este hijo tuyo, después de haber malgastado tu fortuna con las prostitutas, te apresuras en matar al ternero engordado y en festejar su regreso.'
1852:6  169:1.13 "Como este padre amaba realmente a sus dos hijos, intentó razonar con el mayor: `Pero hijo mío, has estado conmigo todo este tiempo, y todo lo que poseo es tuyo. Hubieras podido coger un cabrito en cualquier momento que hubieras hecho amigos con quienes compartir tu alegría. Pero ahora, es sencillamente adecuado que te unas a mí para estar alegre y feliz por el regreso de tu hermano. Piensa en ello, hijo mío, tu hermano se había perdido y ha sido encontrado; ¡ha regresado vivo a nosotros!'"

1853:1  169:1.14 Ésta fue una de las parábolas más conmovedoras y eficaces de todas las que Jesús presentó para inculcar en sus oyentes la buena voluntad del Padre en recibir a todos los que intentan entrar en el reino de los cielos.
1853:2  169:1.15 Jesús era muy aficionado a contar estas tres historias al mismo tiempo. Presentaba la historia de la oveja perdida para mostrar que, cuando los hombres se desvían involuntariamente del camino de la vida, el Padre tiene presentes a estos hijos perdidos y sale con sus Hijos, los verdaderos pastores del rebaño, a buscar a las ovejas perdidas. Luego narraba la historia de la moneda perdida en la casa para ilustrar cuán completa es la búsqueda divina de todos los que están confusos, desconcertados, o cegados espiritualmente de otra manera por las preocupaciones materiales y las acumulaciones de la vida. Luego, Jesús se lanzaba a contar esta parábola del hijo perdido, la acogida del pródigo que regresa, para mostrar cuán completo es el restablecimiento del hijo perdido en la casa y en el corazón de su padre.
1853:3  169:1.16 Durante sus años de enseñanza, Jesús contó y volvió a contar muchísimas veces esta historia del hijo pródigo. Esta parábola y la historia del buen samaritano eran sus medios preferidos para enseñar el amor del Padre y la buena vecindad entre los hombres.

 


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