ÍNDICEEl libro de Urantia Edición1999
ESCRITO 178 EL ÚLTIMO DÍA EN EL CAMPAMENTO
1. EL DISCURSO SOBRE LA FILIACIÓN Y LA CIUDADANÍA
1929:2 178:1.1 Jesús habló durante casi dos horas a unos cincuenta seguidores suyos de confianza, y respondió a una veintena de preguntas sobre la relación entre el reino de los cielos y los reinos de este mundo, sobre la relación entre la filiación con Dios y la ciudadanía en los gobiernos terrenales. Esta disertación, así como sus respuestas a las preguntas, se pueden resumir y exponer en lenguaje moderno de la manera siguiente:
1929:3 178:1.2 Los reinos de este mundo, como son materiales, a menudo pueden juzgar necesario emplear la fuerza física para hacer cumplir sus leyes y mantener el orden. En el reino de los cielos, los verdaderos creyentes no recurrirán al empleo de la fuerza física. El reino de los cielos es una fraternidad espiritual de los hijos de Dios nacidos del espíritu, y sólo se puede promulgar por el poder del espíritu. Esta diferencia de procedimiento se refiere a las relaciones entre el reino de los creyentes y los reinos de los gobiernos laicos, y no anula el derecho que tienen los grupos sociales de creyentes a mantener el orden en sus filas y a administrar la disciplina a sus miembros ingobernables e indignos.
1929:4 178:1.3 No hay nada que sea incompatible entre la filiación en el reino espiritual y la ciudadanía en un gobierno laico o civil. El creyente tiene el deber de dar al césar las cosas que son del césar, y a Dios las cosas que son de Dios. No puede haber discrepancia entre estas dos exigencias, pues una es material y la otra espiritual, a menos que un césar se atreva a usurpar las prerrogativas de Dios y exija que se le rinda un homenaje espiritual y un culto supremo. En ese caso, sólo adoraréis a Dios y trataréis al mismo tiempo de iluminar a esos dirigentes terrenales equivocados, conduciéndolos de esta manera a reconocer también al Padre que está en los cielos. No rendiréis culto espiritual a los dirigentes terrenales; tampoco emplearéis la fuerza física de los gobiernos terrestres, cuyos jefes puedan volverse creyentes algún día, en la tarea de promover la misión del reino espiritual.
1930:1 178:1.4 Desde el punto de vista de una civilización que progresa, la filiación en el reino debería ayudaros a convertiros en los ciudadanos ideales de los reinos de este mundo, puesto que la fraternidad y el servicio son las piedras angulares del evangelio del reino. La llamada al amor del reino espiritual debería llegar a ser el destructor efectivo de la incitación al odio de los ciudadanos incrédulos y belicosos de los reinos terrestres. Pero esos hijos materialistas, que se hallan en las tinieblas, nunca sabrán nada de vuestra luz espiritual de la verdad, a menos que os acerquéis mucho a ellos con ese servicio social desinteresado que es el resultado natural de producir los frutos del espíritu en la experiencia de la vida de cada creyente individual.
1930:2 178:1.5 Como hombres mortales y materiales, sois en verdad los ciudadanos de los reinos terrestres, y deberíais ser buenos ciudadanos, mucho mejores por haberos convertido en los hijos renacidos de espíritu del reino celestial. Como hijos iluminados por la fe y liberados por el espíritu del reino de los cielos, os enfrentáis con la doble responsabilidad del deber hacia los hombres y del deber hacia Dios, mientras que asumís voluntariamente una tercera obligación sagrada: el servicio a la fraternidad de los creyentes que conocen a Dios.
1930:3 178:1.6 No es lícito que adoréis a vuestros gobernantes temporales, y no deberíais emplear el poder temporal para hacer progresar el reino espiritual; pero deberíais manifestar por igual, a los creyentes y a los incrédulos, el ministerio equitativo del servicio amoroso. El poderoso Espíritu de la Verdad reside en el evangelio del reino, y pronto derramaré este mismo espíritu sobre todo el género humano. Los frutos del espíritu, vuestro servicio sincero y amoroso, son la poderosa palanca social que eleva a las razas que están en las tinieblas, y este Espíritu de la Verdad se convertirá en el punto de apoyo que multiplicará vuestro poder.
1930:4 178:1.7 Mostrad sabiduría y manifestad sagacidad en vuestras relaciones con los gobernantes civiles incrédulos. Con vuestra prudencia, mostrad que sois expertos en allanar los desacuerdos menores y en ajustar los pequeños malentendidos. De todas las maneras posibles —en todas las cosas, salvo en vuestra lealtad espiritual a los gobernantes del universo— tratad de vivir en paz con todos los hombres. Sed siempre tan prudentes como las serpientes, pero tan inofensivos como las palomas.
1930:5 178:1.8 Deberíais ser mucho mejores ciudadanos del gobierno laico como consecuencia de haberos convertido en los hijos iluminados del reino; de la misma manera, los jefes de los gobiernos terrestres dirigirán mucho mejor los asuntos civiles como consecuencia de creer en este evangelio del reino celestial. La actitud de servir desinteresadamente a los hombres y de adorar a Dios de manera inteligente, debería hacer que todos los creyentes en el reino sean mejores ciudadanos del mundo, mientras que la actitud de ser un ciudadano honesto y de consagrarse sinceramente a sus deberes temporales, debería ayudar a que ese ciudadano sea más receptivo a la llamada espiritual de la filiación en el reino celestial.
1930:6 178:1.9 Mientras los jefes de los gobiernos terrestres intenten ejercer la autoridad de los dictadores religiosos, vosotros que creéis en este evangelio sólo podéis esperar dificultades, persecuciones e incluso la muerte. Pero la luz misma que aportáis al mundo, e incluso la manera misma en que sufriréis y moriréis por este evangelio del reino, iluminarán finalmente, por sí mismas, al mundo entero, y acabarán separando gradualmente la política de la religión. La contínua predicación de este evangelio del reino traerá algún día, a todas las naciones, una liberación nueva e increíble, la independencia intelectual y la libertad religiosa.
1931:1 178:1.10 Durante las persecuciones inminentes que sufriréis por parte de aquellos que odian este evangelio de alegría y de libertad, vosotros floreceréis y el reino prosperará. Pero correréis un grave peligro, en épocas posteriores, cuando la mayoría de la gente hable bien de los creyentes en el reino, y muchos que ocupan puestos importantes acepten nominalmente el evangelio del reino celestial. Aprended a ser fieles al reino, incluso en tiempos de paz y de prosperidad. No tentéis a los ángeles que os supervisan a que os conduzcan por caminos turbulentos, como una disciplina amorosa destinada a salvar vuestra alma indolente.
1931:2 178:1.11 Recordad que estáis encargados de predicar este evangelio del reino —el deseo supremo de hacer la voluntad del Padre, unido a la alegría suprema de comprender, por la fe, que sois hijos de Dios— y no debéis permitir que nada desvíe vuestra consagración a este único deber. Que toda la humanidad se beneficie del desbordamiento de vuestro afectuoso ministerio espiritual, de vuestra comunión intelectual iluminadora, y de vuestro servicio social edificante; pero no se debe permitir que ninguna de estas labores humanitarias, ni todas a la vez, reemplacen la proclamación del evangelio. Estos grandes servicios son los productos sociales secundarios de los ministerios y transformaciones aun más grandes y sublimes, forjados en el corazón del creyente en el reino por el Espíritu viviente de la Verdad y por la comprensión personal de que la fe de un hombre nacido del espíritu confiere la seguridad de una comunión viviente con el Dios eterno.
1931:3 178:1.12 No debéis intentar promulgar la verdad ni establecer la rectitud mediante el poder de los gobiernos civiles o por medio de la promulgación de las leyes laicas. Siempre podéis esforzaros por persuadir la mente de los hombres, pero no debéis atreveros nunca a forzarlos. No debéis olvidar la gran ley de la equidad humana que os he enseñado de manera positiva: Todo aquello que queréis que los hombres hagan por vosotros, hacedlo por ellos.
1931:4 178:1.13 Cuando un creyente en el reino es llamado a servir al gobierno civil, que preste ese servicio como ciudadano temporal de ese gobierno, aunque ese creyente debería mostrar en su servicio civil todas las características comunes de los ciudadanos, tal como han sido realzadas por la iluminación espiritual de la asociación ennoblecedora de la mente del hombre mortal con el espíritu interior del Dios eterno. Si a un no creyente se le puede calificar de servidor civil superior, deberíais examinar seriamente si las raíces de la verdad que están en vuestro corazón no se han secado por falta del agua viva de la comunión espiritual combinada con el servicio social. La conciencia de la filiación con Dios debería vivificar toda la vida de servicio de cada hombre, de cada mujer y de cada niño que posee ese poderoso estimulante de todos los poderes inherentes de una personalidad humana.
1931:5 178:1.14 No debéis ser unos místicos pasivos ni unos ascetas anodinos; no os convirtáis en unos soñadores ni en unos vagabundos, que confían pasivamente en una Providencia ficticia para que les proporcione hasta las necesidades de la vida. En verdad, debéis ser dulces en vuestras relaciones con los mortales equivocados, pacientes en vuestro trato con los ignorantes, e indulgentes cuando os provoquen; pero también debéis ser valientes en la defensa de la rectitud, poderosos en la promulgación de la verdad y dinámicos en la predicación de este evangelio del reino, incluso hasta los confines de la tierra.
1931:6 178:1.15 Este evangelio del reino es una verdad viviente. Os he dicho que se parece a la levadura en la masa, y al grano de la semilla de mostaza; y ahora os afirmo que se parece a la semilla del ser vivo, que sigue siendo la misma de generación en generación, pero que se desarrolla infaliblemente en nuevas manifestaciones, y crece de manera aceptable en canales que se adaptan de nuevo a las necesidades y condiciones particulares de cada generación sucesiva. La revelación que os he hecho es una revelación viva, y deseo que produzca los frutos apropiados en cada individuo y en cada generación, de acuerdo con las leyes del crecimiento espiritual, de la mejora y del desarrollo adaptativo. De generación en generación, este evangelio debe mostrar una vitalidad creciente y demostrar una mayor profundidad de poder espiritual. No se debe permitir que se convierta en un simple recuerdo sagrado, en una simple tradición acerca de mí y de la época en que vivimos ahora.
1932:1 178:1.16 Y no lo olvidéis: No hemos atacado directamente a las personas ni a la autoridad de los que están sentados en el puesto de Moisés; sólo les hemos ofrecido la nueva luz, que ellos han rechazado tan enérgicamente. Sólo les hemos atacado denunciando su deslealtad espiritual hacia las mismas verdades que pretenden enseñar y salvaguardar. Sólo hemos entrado en conflicto con esos dirigentes establecidos y esos jefes reconocidos, cuando se han opuesto directamente a la predicación del evangelio del reino a los hijos de los hombres. E incluso ahora, no somos nosotros quienes les atacamos, sino que son ellos los que buscan nuestra destrucción. No olvidéis que sólo estáis encargados de salir a predicar la buena nueva. No debéis atacar las viejas costumbres; debéis introducir hábilmente la levadura de la nueva verdad en medio de las antiguas creencias. Dejad que el Espíritu de la Verdad efectúe su propio trabajo. Que la controversia sólo surja cuando los que desprecian la verdad os fuercen a ella. Pero cuando el incrédulo obstinado os ataque, no vaciléis en defender vigorosamente la verdad que os ha salvado y santificado.
1932:2 178:1.17 A lo largo de todas las vicisitudes de la vida, recordad siempre que debéis amaros los unos a los otros. No luchéis contra los hombres, ni siquiera contra los incrédulos. Mostrad misericordia incluso a los que abusan de vosotros maliciosamente. Mostrad que sois unos ciudadanos leales, unos artesanos honrados, unos vecinos encomiables, unos parientes dedicados, unos padres comprensivos y unos creyentes sinceros en la fraternidad del reino del Padre. Y mi espíritu estará con vosotros, ahora e incluso hasta el fin del mundo.1932:3 178:1.18 Cuando Jesús hubo terminado su enseñanza, era casi la una, y regresaron inmediatamente al campamento, donde David y sus compañeros tenían preparado el almuerzo para ellos.