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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 178

EL ÚLTIMO DÍA EN EL CAMPAMENTO

 

2. DESPUÉS DEL ALMUERZO

1932:4  178:2.1 Pocos oyentes del Maestro fueron capaces de entender ni siquiera una parte de su alocución matutina. De todos los que le escucharon, los griegos fueron quienes le comprendieron mejor. Incluso los once apóstoles se sintieron desconcertados por sus alusiones a futuros reinos políticos y a generaciones sucesivas de creyentes en el reino. Los seguidores más fervientes de Jesús no podían conciliar el final inminente de su ministerio terrenal con estas referencias a un futuro lejano de actividades evangélicas. Algunos de estos creyentes judíos empezaban a intuir que la tragedia más grande del mundo estaba a punto de suceder, pero no podían conciliar este desastre inminente con la actitud personal alegremente indiferente del Maestro, ni con su discurso matutino, en el que había aludido repetidas veces a las transacciones futuras del reino celestial, que abarcarían enormes períodos de tiempo y englobarían relaciones con muchos reinos temporales sucesivos en la tierra.
1932:5  178:2.2 Al mediodía de este día, todos los apóstoles y discípulos se habían enterado de que Lázaro había huido precipitadamente de Betania. Empezaron a intuir que los dirigentes judíos estaban implacablemente resueltos a exterminar a Jesús y sus enseñanzas.
1932:6  178:2.3 Gracias al trabajo de sus agentes secretos en Jerusalén, David Zebedeo estaba plenamente informado de los progresos del plan para detener y matar a Jesús. Lo sabía todo acerca del papel de Judas en este complot, pero nunca reveló este conocimiento a los otros apóstoles ni a ninguno de los discípulos. Poco después del almuerzo, llevó a Jesús aparte, y se atrevió a preguntarle si sabía... Pero nunca pudo terminar su pregunta. El Maestro levantó la mano para interrumpirle, diciendo: "Sí, David, lo sé todo, y sé que tú lo sabes, pero procura no decírselo a nadie. Solamente, no dudes en tu propio corazón que la voluntad de Dios acabará por prevalecer."
1933:1  178:2.4 Esta conversación con David fue interrumpida por la llegada de un mensajero de Filadelfia, que traía la noticia de que Abner había oído hablar del complot para matar a Jesús, y preguntaba si debía venir a Jerusalén. Este corredor salió apresuradamente hacia Filadelfia con el siguiente mensaje para Abner: "Continúa con tu obra. Si me separo físicamente de vosotros, sólo es para poder regresar en espíritu. No os abandonaré. Estaré con vosotros hasta el fin."
1933:2  178:2.5 En ese momento, Felipe se acercó al Maestro y preguntó: "Maestro, puesto que se acerca la hora de la Pascua, ¿dónde quieres que preparemos lo necesario para comerla?" Cuando Jesús escuchó la pregunta de Felipe, respondió: "Ve y trae a Pedro y a Juan, y os daré instrucciones para la cena que vamos a compartir esta noche. En cuanto a la Pascua, tendréis que deliberarlo después de que primero hayamos hecho esto."
1933:3  178:2.6 Cuando Judas escuchó al Maestro hablar de estas cuestiones con Felipe, se acercó para poder escuchar su conversación. Pero David Zebedeo, que estaba cerca, se adelantó y emprendió una conversación con Judas, mientras Felipe, Pedro y Juan se apartaban a un lado para hablar con el Maestro.
1933:4  178:2.7 Jesús dijo a los tres: "Id inmediatamente a Jerusalén y cuando franqueéis la puerta, encontraréis a un hombre llevando un cántaro de agua. Él os hablará, y entonces lo seguiréis. Os conducirá hasta cierta casa, entrad detrás de él, y preguntadle al digno dueño de esa casa: `¿Dónde está la sala de los invitados donde el Maestro va a cenar con sus apóstoles?' Cuando hayáis preguntado esto, el dueño de la casa os enseñará una gran sala en la parte superior, provista de todo lo necesario y preparada para nosotros."
1933:5  178:2.8 Cuando los apóstoles llegaron a la ciudad, encontraron al hombre con el cántaro de agua cerca de la puerta, y lo siguieron hasta la casa de Juan Marcos, donde el padre del muchacho los recibió y les mostró la habitación de arriba preparada para la cena.
1933:6  178:2.9 Todo esto sucedió como resultado de un acuerdo concluído entre el Maestro y Juan Marcos durante la tarde del día anterior, cuando estaban solos en las colinas. Jesús quería estar seguro de que esta última comida con sus apóstoles transcurriría sin inquietudes. Pensaba que si Judas conocía de antemano el lugar de la reunión, podría ponerse de acuerdo con sus enemigos para arrestarlo, y por eso hizo este arreglo secreto con Juan Marcos. De esta manera, Judas no se enteró del lugar de la reunión hasta más tarde, cuando llegó allí en compañía de Jesús y de los otros apóstoles.

1933:7  178:2.10 David Zebedeo tenía muchos asuntos que tratar con Judas, por lo que resultó fácil impedir que siguiera a Pedro, Juan y Felipe, tal como deseaba hacerlo con tanta intensidad. Cuando Judas le dio a David cierta cantidad de dinero para las provisiones, David le dijo: "Judas, dadas las circunstancias, ¿no sería oportuno que me proporcionaras un poco de dinero por adelantado para mis necesidades reales?" Después de reflexionar un momento, Judas respondió: "Sí, David, creo que sería sensato. De hecho, en vista de las condiciones inquietantes en Jerusalén, creo que sería mejor para mí que te entregue todo el dinero. Hay un complot contra el Maestro, y en el caso de que me sucediera algo, no tendrías dificultades."

1934:1  178:2.11 David recibió pues todos los fondos apostólicos en efectivo y los recibos del dinero en depósito. Los apóstoles no se enteraron de esta operación hasta el día siguiente por la noche.

1934:2  178:2.12 Eran aproximadamente las cuatro y media cuando los tres apóstoles regresaron e informaron a Jesús que todo estaba dispuesto para la cena. El Maestro se preparó inmediatamente para conducir a sus doce apóstoles por el sendero que llevaba a la carretera de Betania, y desde allí hasta Jerusalén. Este fue el último desplazamiento que hizo con los doce.

 

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