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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 183

LA TRAICIÓN Y EL ARRESTO DE JESÚS

 

5. CAMINO DEL PALACIO DEL SUMO SACERDOTE

1977:1  183:5.1 Antes de partir del jardín con Jesús, se originó una discusión entre el capitán judío de los guardias del templo y el capitán romano de la compañía de soldados en cuanto al lugar donde debían llevar a Jesús. El capitán de los guardias del templo dio órdenes para que se le llevara ante Caifás, el sumo sacerdote en ejercicio. El capitán de los soldados romanos ordenó que Jesús fuera llevado al palacio de Anás, el antiguo sumo sacerdote y suegro de Caifás. Y lo hizo así porque los romanos tenían la costumbre de tratar directamente con Anás todas las cuestiones relacionadas con la aplicación de las leyes eclesiásticas judías. Y se obedecieron las órdenes del capitán romano; llevaron a Jesús a la casa de Anás para someterlo a un interrogatorio preliminar.
1977:2  183:5.2 Judas caminaba al lado de los capitanes, escuchando todo lo que se decía, pero sin participar en la discusión, porque ni el capitán judío ni el oficial romano querían siquiera hablar con el traidor —de tal manera lo despreciaban.
1977:3  183:5.3 Casi en aquel momento, Juan Zebedeo recordó las instrucciones de su Maestro de que permaneciera siempre cerca, y se aproximó apresuradamente a Jesús que caminaba entre los dos capitanes. Al ver que Juan se ponía a su lado, el comandante de los guardias del templo dijo a su asistente: "Coge a este hombre y átalo. Es uno de los seguidores de este tipo." Pero cuando el capitán romano escuchó esto, volvió la cabeza, vio a Juan, y dio órdenes para que el apóstol se pusiera a su lado y que nadie lo molestara. Luego el capitán romano le dijo al capitán judío: "Este hombre no es ni un traidor ni un cobarde. Lo he visto en el jardín y no sacó la espada para oponer resistencia. Tiene el coraje de adelantarse para estar con su Maestro, y nadie le pondrá la mano encima. La ley romana permite que todo preso pueda tener al menos a un amigo que permanezca con él delante del tribunal, y no se impedirá que este hombre esté al lado de su Maestro, el detenido." Cuando Judas escuchó esto, se sintió tan avergonzado y humillado que se fue quedando detrás de la comitiva y llegó solo al palacio de Anás.
1977:4  183:5.4 Esto explica por qué se le permitió a Juan Zebedeo permanecer cerca de Jesús a lo largo de las duras experiencias de aquella noche y del día siguiente. Los judíos temían decirle algo a Juan o molestarlo de alguna manera, porque en cierto modo tenía la condición de un consejero romano designado para actuar como observador en las transacciones del tribunal eclesiástico judío. La posición privilegiada de Juan quedó aún más asegurada cuando, en el momento de entregar a Jesús al capitán de los guardias del templo en la puerta del palacio de Anás, el capitán romano se dirigió a su asistente y le dijo: "Acompaña a este preso y asegúrate de que estos judíos no lo maten sin el consentimiento de Pilatos. Cuida de que no lo asesinen, y asegúrate de que a su amigo, el galileo, le permitan permanecer a su lado para observar todo lo que suceda." Así es como Juan pudo estar cerca de Jesús hasta el momento de su muerte en la cruz, aunque los otros diez apóstoles estuvieron obligados a permanecer ocultos. Juan actuaba bajo la protección romana, y los judíos no se atrevieron a molestarlo hasta después de la muerte del Maestro.
1977:5  183:5.5 Durante todo el trayecto hasta el palacio de Anás, Jesús no abrió la boca. Desde el momento de su arresto hasta su aparición delante de Anás, el Hijo del Hombre no dijo ni una palabra.

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