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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 183

LA TRAICIÓN Y EL ARRESTO DE JESÚS

 

4. LA DISCUSIÓN EN EL LAGAR

1975:4  183:4.1 Santiago Zebedeo se encontró separado de Simón Pedro y de su hermano Juan, de manera que se unió a los otros apóstoles y sus compañeros de campamento en el lagar para deliberar sobre lo que debían hacer en vista del arresto del Maestro.
1975:5  183:4.2 Andrés había sido liberado de toda responsabilidad como director del grupo de sus compañeros apóstoles; en consecuencia, en esta crisis, que era la más grave de sus vidas, permanecía en silencio. Después de una breve discusión informal, Simón Celotes se subió en el muro de piedra del lagar y, después de hacer una apasionada defensa a favor de la lealtad al Maestro y a la causa del reino, exhortó a sus compañeros apóstoles y a los otros discípulos a que corrieran detrás de la tropa y rescataran a Jesús. La mayoría del grupo habría estado dispuesta a seguir su conducta agresiva si no hubiera sido por la advertencia de Natanael, el cual se levantó en cuanto Simón terminó de hablar y llamó la atención de todos sobre las enseñanzas tantas veces repetidas de Jesús en relación con la no resistencia. Les recordó además que Jesús les había ordenado aquella misma noche que protegieran sus vidas hasta el momento en que salieran al mundo para proclamar la buena nueva del evangelio del reino celestial. Santiago Zebedeo apoyó esta actitud de Natanael, contando ahora cómo Pedro y otros habían sacado la espada para impedir el arresto del Maestro, y cómo Jesús había pedido a Simón Pedro y a sus compañeros armados que envainaran sus hojas. Mateo y Felipe también dieron sus discursos, pero nada concreto surgió de esta discusión hasta que Tomás llamó la atención de todos sobre el hecho de que Jesús había aconsejado a Lázaro que no se expusiera a la muerte; les indicó que no podían hacer nada para salvar a su Maestro puesto que éste se había negado a permitir que sus amigos lo defendieran, y persistía en abstenerse de utilizar sus poderes divinos para burlar a sus enemigos humanos. Tomás los persuadió para que se dispersaran cada uno por su lado, con el acuerdo de que David Zebedeo permanecería en el campamento para mantener un centro de intercambio de información y un cuartel general de mensajeros para el grupo. A las dos y media de aquella mañana, el campamento se quedaba desierto; sólo David permanecía allí con tres o cuatro mensajeros, después de haber enviado a los demás para que obtuvieran información sobre dónde habían llevado a Jesús y qué iban a hacer con él.
1976:1  183:4.3 Cinco apóstoles —Natanael, Mateo, Felipe y los gemelos— fueron a esconderse en Betfagé y Betania. Tomás, Andrés, Santiago y Simón Celotes se escondieron en la ciudad. Simón Pedro y Juan Zebedeo siguieron adelante hasta la casa de Anás.
1976:2  183:4.4 Poco después del amanecer, Simón Pedro, con una imagen abatida de profunda desesperación, regresó vagando al campamento de Getsemaní. David lo envió a cargo de un mensajero para que se reuniera con su hermano Andrés, que estaba en la casa de Nicodemo en Jerusalén.
1976:3  183:4.5 Hasta el final mismo de la crucifixión, Juan Zebedeo permaneció siempre cerca, tal como Jesús se lo había ordenado, y era él quien de hora en hora suministraba a los mensajeros la información que llevaban a David en el campamento del jardín, y que luego se transmitía a los apóstoles escondidos y a la familia de Jesús.
1976:4  183:4.6 Ciertamente, ¡el pastor es golpeado y las ovejas se dispersan! Aunque todos se dan vagamente cuenta de que Jesús les había avisado de esta precisa situación, están muy severamente conmocionados por la repentina desaparición del Maestro como para poder utilizar su mente de manera normal.
1976:5  183:4.7 Poco después del amanecer, y justo después de que Pedro hubiera sido enviado a reunirse con su hermano, Judá, el hermano carnal de Jesús, llegó al campamento casi sin aliento y por delante del resto de la familia de Jesús, para enterarse simplemente de que el Maestro ya había sido arrestado, y descendió apresuradamente la carretera de Jericó para llevar esta información a su madre y a sus hermanos y hermanas. David Zebedeo avisó a la familia de Jesús, por medio de Judá, de que se reunieran en la casa de Marta y María en Betania, y esperaran allí las noticias que sus mensajeros les llevarían con regularidad.
1976:6  183:4.8 Ésta era la situación durante la última mitad de la noche del jueves y las primeras horas de la mañana del viernes en lo que concierne a los apóstoles, los discípulos principales y la familia terrenal de Jesús. Todos estos grupos y personas se mantenían en contacto los unos con los otros gracias al servicio de mensajeros que David Zebedeo continuaba dirigiendo desde su cuartel general en el campamento de Getsemaní.

 

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