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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 186

POCO ANTES DE LA CRUCIFIXIÓN

 

4. Los PREPARATIVOS PARA LA CRUCIFIXIÓN

2001:4  186:4.1 Después de que Pilatos se hubiera lavado las manos delante de la multitud, tratando así de escapar a la culpabilidad de haber entregado a un hombre inocente a la crucifixión simplemente porque temía resistirse al clamor de los dirigentes de los judíos, ordenó que el Maestro fuera entregado a los soldados romanos y dio instrucciones a su capitán para que fuera crucificado inmediatamente. Al hacerse cargo de Jesús, los soldados lo llevaron de nuevo al patio del pretorio, y después de quitarle el manto que Herodes le había puesto, lo vistieron con su propia ropa. Estos soldados se burlaron y se mofaron de él, pero no le infligieron nuevos castigos físicos. Jesús estaba ahora solo con estos soldados romanos. Sus amigos estaban escondidos, sus enemigos se habían ido por su camino, e incluso Juan Zebedeo ya no estaba a su lado.
2001:5  186:4.2 Pilatos entregó a Jesús a los soldados poco después de las ocho de la mañana, y poco antes de las nueve partieron para el lugar de la crucifixión. Durante este intervalo de más de media hora, Jesús no dijo ni una sola palabra. La actividad ejecutiva de un gran universo estaba prácticamente detenida. Gabriel y los principales dirigentes de Nebadón o bien se encontraban reunidos aquí en Urantia, o prestaban mucha atención a los informes espaciales de los arcángeles, en un esfuerzo por mantenerse informados de lo que le estaba sucediendo al Hijo del Hombre en Urantia.
2001:6  186:4.3 Cuando los soldados estuvieron preparados para salir con Jesús hacia el Gólgota, habían empezado a sentirse impresionados por su insólita serenidad y su dignidad extraordinaria, por su silencio sin queja.
2001:7  186:4.4 Una gran parte del retraso en partir con Jesús para el lugar de la crucifixión se debió a que el capitán decidió, a última hora, llevarse consigo a dos ladrones que habían sido condenados a muerte; puesto que Jesús iba a ser crucificado aquella mañana, el capitán romano pensó que estos dos también podían morir con él, en lugar de esperar hasta el fin de las festividades de la Pascua.
2002:1  186:4.5 En cuanto prepararon a los ladrones, fueron conducidos al patio, donde uno de ellos contempló a Jesús por primera vez, pero el otro le había oído hablar a menudo tanto en el templo como muchos meses antes en el campamento de Pella.

 

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