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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 186

POCO ANTES DE LA CRUCIFIXIÓN

 

3. EL FIABLE DAVID ZEBEDEO

2000:4  186:3.1 Poco después de que Jesús fuera entregado a los soldados romanos al final de la audiencia ante Pilatos, un destacamento de guardias del templo se dirigió apresuradamente a Getsemaní para dispersar o arrestar a los seguidores del Maestro. Pero mucho antes de que llegaran, estos seguidores se habían dispersado. Los apóstoles se habían retirado a unos escondites designados; los griegos se habían separado y dirigido a diversas casas de Jerusalén; los demás discípulos habían desaparecido igualmente. David Zebedeo creía que los enemigos de Jesús regresarían, de manera que trasladó enseguida unas cinco o seis tiendas hacia la parte alta de la hondonada, cerca del lugar donde el Maestro se retiraba tan a menudo para orar y adorar. Tenía la intención de ocultarse aquí y de mantener al mismo tiempo un centro, o estación coordinadora, para su servicio de mensajeros. David apenas había abandonado el campamento cuando llegaron los guardias del templo. Como no encontraron a nadie allí, se contentaron con incendiar el campamento y luego regresaron apresuradamente al templo. Al escuchar el informe de los guardias, el sanedrín se convenció de que los seguidores de Jesús estaban tan asustados y sumisos, que ya no habría ningún peligro de motín o de cualquier intento por rescatar a Jesús de las manos de sus verdugos. Por fin podían respirar tranquilos; así pues levantaron la sesión y cada cual se fue por su lado para prepararse para la Pascua.
2000:5  186:3.2 Tan pronto como Pilatos entregó a Jesús a los soldados romanos para que lo crucificaran, un mensajero salió precipitadamente hacia Getsemaní para informar a David, y en menos de cinco minutos ya habían partido los corredores hacia Betsaida, Pella, Filadelfia, Sidón, Siquem, Hebrón, Damasco y Alejandría. Estos mensajeros llevaban la noticia de que Jesús estaba a punto de ser crucificado por los romanos a instancias insistentes de los dirigentes de los judíos.
2001:1  186:3.3 A lo largo de todo este trágico día, y hasta que salió el último mensaje indicando que el Maestro había sido colocado en el sepulcro, David envió a los mensajeros aproximadamente cada media hora con informes para los apóstoles, los griegos y la familia terrenal de Jesús, que estaba reunida en la casa de Lázaro en Betania. Cuando los mensajeros partieron con la noticia de que Jesús había sido sepultado, David despidió a su cuerpo de corredores locales para que celebraran la Pascua y descansaran el sábado que se avecinaba, dándoles instrucciones para que comparecieran discretamente ante él el domingo por la mañana en la casa de Nicodemo, donde tenía la intención de esconderse algunos días con Andrés y Simón Pedro.
2001:2  186:3.4 Este David Zebedeo, con su manera de pensar tan peculiar, era el único de los principales discípulos de Jesús que se sentía inclinado a tomar al pie de la letra y como un hecho verdadero la afirmación del Maestro de que moriría y "resucitaría al tercer día". David le había escuchado una vez hacer esta predicción, y como tenía la inclinación de tomarse las cosas en sentido literal, ahora se proponía reunir a sus mensajeros el domingo por la mañana temprano en la casa de Nicodemo a fin de tenerlos cerca para difundir la noticia, en el caso de que Jesús resucitara de entre los muertos. David descubrió enseguida que ninguno de los seguidores de Jesús esperaba que regresara tan pronto de la tumba; por eso habló poco sobre su convicción, y no dijo que había movilizado a todo su ejército de mensajeros para el domingo por la mañana temprano, excepto a los corredores que habían sido enviados el viernes por la mañana a las ciudades lejanas y a los centros de creyentes.
2001:3  186:3.5 Y así, estos seguidores de Jesús, dispersos por todo Jerusalén y sus alrededores, compartieron la Pascua aquella noche, y al día siguiente permanecieron recluídos.

 

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