ÍNDICEEl libro de Urantia Edición1999
ESCRITO 190 LAS APARICIONES MORONTIALES DE JESÚS
5. EL PASEO CON Los DOS HERMANOS
2034:2 190:5.1 En Emaús, a unos once kilómetros al oeste de Jerusalén, vivían dos hermanos, pastores, que habían pasado la semana de la Pascua en Jerusalén asistiendo a los sacrificios, las ceremonias y las fiestas. Cleofás, el mayor, creía parcialmente en Jesús; al menos había sido expulsado de la sinagoga. Su hermano, Jacobo, no era creyente, aunque estaba muy intrigado por las cosas que había escuchado acerca de las enseñanzas y las obras del Maestro.
2034:3 190:5.2 Este domingo por la tarde, a unos cinco kilómetros de Jerusalén y pocos minutos antes de las cinco, mientras estos dos hermanos caminaban por la carretera de Emaús, iban hablando con mucha seriedad de Jesús, de sus enseñanzas, de sus obras, y muy en particular de los rumores de que su tumba estaba vacía, y de que algunas mujeres habían hablado con él. Cleofás tenía una ligera inclinación a creer en estas noticias, pero Jacobo insistía en que todo el asunto era probablemente un engaño. Mientras razonaban y discutían así a medida que se dirigían hacia su casa, la manifestación morontial de Jesús, su séptima aparición, caminó con ellos mientras continuaban el viaje. Cleofás había escuchado a Jesús enseñar con frecuencia y había comido con él en diversas ocasiones en las casas de los creyentes de Jerusalén. Pero no reconoció al Maestro, ni siquiera cuando éste les habló con toda libertad.
2034:4 190:5.3 Después de acompañarlos durante un corto trayecto, Jesús dijo: "¿De qué hablábais con tanta seriedad cuando me acerqué a vosotros?" Cuando Jesús dijo esto, se detuvieron y le miraron con una sorpresa entristecida. Cleofás dijo: "¿Es posible que vivas en Jerusalén y no conozcas las cosas que han sucedido recientemente?" Entonces preguntó el Maestro: "¿Qué cosas?" Cleofás respondió: "Si no sabes estas cosas, eres el único en Jerusalén que no ha escuchado los rumores sobre Jesús de Nazaret, que era un profeta poderoso en palabras y en acciones delante de Dios y de todo el pueblo. Los jefes de los sacerdotes y nuestros dirigentes lo entregaron a los romanos y les pidieron que lo crucificaran. Ahora bien, muchos de nosotros habíamos esperado que él fuera el que liberara a Israel del yugo de los gentiles. Pero esto no es todo. Ahora hace tres días que fue crucificado, y unas mujeres nos han sorprendido hoy declarando que esta mañana muy temprano fueron a su tumba y la encontraron vacía. Y estas mismas mujeres insisten en que han hablado con ese hombre; sostienen que ha resucitado de entre los muertos. Cuando las mujeres informaron de esto a los hombres, dos de sus apóstoles corrieron hasta la tumba y la encontraron igualmente vacía" —y aquí Jacobo interrumpió a su hermano para decir: "pero no vieron a Jesús."
2035:1 190:5.4 Mientras seguían caminando, Jesús les dijo: "¡Qué lentos sois en comprender la verdad! Puesto que me decís que estábais discutiendo de las enseñanzas y de las obras de este hombre, quizás yo pueda iluminaros, puesto que estoy más que familiarizado con esas enseñanzas. ¿No recordáis que ese Jesús siempre enseñó que su reino no era de este mundo, y que como todos los hombres son hijos de Dios, deberían encontrar la libertad y la independencia en la alegría espiritual de la comunión de la fraternidad del servicio amoroso en este nuevo reino de la verdad del amor del Padre celestial? ¿No recordáis cómo este Hijo del Hombre proclamó la salvación de Dios para todos los hombres, cuidando a los enfermos y a los afligidos, y liberando a los que estaban encadenados por el miedo y esclavizados por el mal? ¿No sabéis que este hombre de Nazaret dijo a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, ser entregado a sus enemigos, que lo ejecutarían, y que resucitaría al tercer día? ¿No os han dicho todo esto? ¿Y no habéis leído nunca en las Escrituras acerca de este día de salvación para los judíos y los gentiles, donde dice que en él todas las familias de la tierra serán benditas; que él escuchará el lamento de los necesitados y salvará el alma de los pobres que lo buscan; que todas las naciones lo llamarán bendito? Que este Libertador será como la sombra de una gran roca en una tierra agotada. Que alimentará al rebaño como un verdadero pastor, reuniendo a las ovejas en sus brazos y llevándolas tiernamente en su seno. Que abrirá los ojos de los ciegos espirituales y sacará a los presos de la desesperación a la plena luz y libertad; que todos los que están en las tinieblas verán la gran luz de la salvación eterna. Que curará a los que tienen el corazón destrozado, proclamará la libertad a los cautivos del pecado y abrirá la prisión a los que están esclavizados por el miedo y encadenados por el mal. Que consolará a los afligidos y les otorgará la alegría de la salvación en lugar de la pena y la tristeza. Que él será el deseo de todas las naciones y la alegría perpétua de los que buscan la rectitud. Que este Hijo de la verdad y de la rectitud se elevará sobre el mundo con una luz curativa y un poder salvador; e incluso salvará a su pueblo de sus pecados; que buscará y salvará realmente a los que están perdidos. Que no destruirá a los débiles, sino que aportará la salvación a todos los que tienen hambre y sed de rectitud. Que los que creen en él tendrán la vida eterna. Que derramará su espíritu sobre todo el género humano, y que este Espíritu de la Verdad será en cada creyente una fuente de agua que brotará hasta la vida eterna. ¿No habéis comprendido la grandeza del evangelio del reino que este hombre os entregó? ¿No percibís la grandeza de la salvación que os ha llegado?"
2035:2 190:5.5 Para entonces habían llegado cerca del pueblo donde vivían estos hermanos. Estos dos hombres no habían dicho ni una palabra desde que Jesús empezó a enseñarlos mientras andaban por el camino. Pronto se detuvieron delante de su humilde morada, y Jesús estaba a punto de despedirse de ellos para continuar carretera abajo, pero le obligaron a entrar y a quedarse con ellos. Insistieron en que era casi de noche y que permaneciera con ellos. Jesús consintió finalmente, y poco después de entrar en la casa se sentaron para comer. Dieron el pan a Jesús para que lo bendijera, y cuando empezó a partirlo y a darlo a los hermanos, los ojos de éstos se abrieron, y Cleofás reconoció que su invitado era el Maestro mismo. Y cuando dijo: "Es el Maestro...", el Jesús morontial desapareció de su vista.
2036:1 190:5.6 Entonces se dijeron el uno al otro: "¡No es de extrañar que nuestro corazón ardiera por dentro cuando nos hablaba mientras caminábamos por la carretera, y mientras abría nuestra inteligencia a las enseñanzas de las Escrituras!"
2036:2 190:5.7 Ni siquiera se detuvieron para comer. Habían visto al Maestro morontial y salieron precipitadamente de la casa, regresando rápidamente a Jerusalén para difundir la buena nueva del Salvador resucitado.
2036:3 190:5.8 Hacia las nueve de aquella noche y poco antes de que el Maestro se apareciera a los diez, estos dos hermanos excitados irrumpieron en la habitación de arriba donde estaban los apóstoles, declarando que habían visto a Jesús y que habían hablado con él. Contaron todo lo que Jesús les había dicho, y que no habían descubierto quién era hasta el momento en que partió el pan.