ÍNDICEEl libro de Urantia Edición1999
ESCRITO 196 LA FE DE JESÚS
3. LA SUPREMACÍA DE LA RELIGIÓN
2093:6 196:3.1 La experiencia religiosa espiritual personal resuelve eficientemente la mayoría de las dificultades de los mortales; clasifica, evalúa y ajusta eficazmente todos los problemas humanos. La religión no aleja ni destruye las dificultades humanas, pero las disuelve, las absorbe, las ilumina y las trasciende. La verdadera religión unifica la personalidad para que se ajuste eficazmente a todas las necesidades de los mortales. La fe religiosa —la guía positiva de la presencia divina interior— permite indefectiblemente al hombre que conoce a Dios salvar ese abismo que existe entre la lógica intelectual que reconoce a la Primera Causa Universal como Eso, y las afirmaciones positivas del alma que afirman que esta Primera Causa es Él, el Padre celestial del evangelio de Jesús, el Dios personal de la salvación humana.
2094:1 196:3.2 Hay exactamente tres elementos en la realidad universal: los hechos, las ideas y las relaciones. La conciencia religiosa identifica estas realidades como ciencia, filosofía y verdad. La filosofía se siente inclinada a considerar estas actividades como razón, sabiduría y fe —la realidad física, la realidad intelectual y la realidad espiritual. Nosotros tenemos la costumbre de distinguir estas realidades como cosas, significados y valores.
2094:2 196:3.3 La comprensión progresiva de la realidad equivale a acercarse a Dios. El descubrimiento de Dios, la conciencia de identificarse con la realidad, equivale a experimentar el yo completo —el yo entero, el yo total. Experimentar la realidad total es comprender plenamente a Dios, la finalidad de la experiencia de conocer a Dios.
2094:3 196:3.4 La suma total de la vida humana consiste en el conocimiento de que el hombre es educado por los hechos, ennoblecido por la sabiduría y salvado —justificado— por la fe religiosa.
2094:4 196:3.5 La certidumbre física consiste en la lógica de la ciencia; la certidumbre moral, en la sabiduría de la filosofía; la certidumbre espiritual, en la verdad de la experiencia religiosa auténtica.
2094:5 196:3.6 La mente del hombre puede alcanzar unos niveles elevados de perspicacia espiritual y las esferas correspondientes de divinidad de valores porque no es enteramente material. Existe un núcleo espiritual en la mente del hombre —el Ajustador de la presencia divina. Hay tres pruebas distintas de que este espíritu habita en la mente humana:2094:6 196:3.7 1. La comunión humanitaria —el amor. La mente puramente animal puede ser gregaria para protegerse, pero sólo el intelecto habitado por el espíritu es generosamente altruista e incondicionalmente amoroso.
2094:7 196:3.8 2. La interpretación del universo —la sabiduría. Sólo la mente habitada por el espíritu puede comprender que el universo es amistoso para el individuo.
2094:8 196:3.9 3. La evaluación espiritual de la vida —la adoración. Sólo el hombre habitado por el espíritu puede darse cuenta de la presencia divina y tratar de alcanzar una experiencia más completa en y con este anticipo de la divinidad.2094:9 196:3.10 La mente humana no crea valores reales; la experiencia humana no ofrece una perspicacia del universo. En lo que concierne a la perspicacia, el reconocimiento de los valores morales y el discernimiento de los significados espirituales, todo lo que la mente humana puede hacer es descubrir, reconocer, interpretar y escoger.
2094:10 196:3.11 Los valores morales del universo se vuelven posesiones intelectuales mediante el ejercicio de los tres criterios básicos, o elecciones, de la mente mortal:1. El criterio de sí mismo —la elección moral.
2. El criterio social —la elección ética.
3. El criterio de Dios —la elección religiosa.2094:14 196:3.12 Así pues, parece ser que todo progreso humano se efectúa mediante una técnica de evolución revelatoria conjunta.
2094:15 196:3.13 Si un amante divino no viviera en él, el hombre no podría amar de manera desinteresada y espiritual. Si un intérprete no viviera en su mente, el hombre no podría comprender realmente la unidad del universo. Si un evaluador no residiera en él, al hombre le sería totalmente imposible apreciar los valores morales y reconocer los significados espirituales. Y este amante procede de la fuente misma del amor infinito; este intérprete es una parte de la Unidad Universal; este evaluador es el hijo del Centro y Origen de todos los valores absolutos de la realidad divina y eterna.
2095:1 196:3.14 La evaluación moral con un significado religioso —la perspicacia espiritual— conlleva la elección del individuo entre el bien y el mal, la verdad y el error, lo material y lo espiritual, lo humano y lo divino, el tiempo y la eternidad. La supervivencia humana depende, en gran parte, de que la voluntad humana se consagre a escoger los valores elegidos por este clasificador de los valores espirituales —el intérprete y unificador interior. La experiencia religiosa personal consta de dos fases: el descubrimiento en la mente humana, y la revelación por el espíritu divino interior. Debido a una sofisticación excesiva o a consecuencia de la conducta impía de unas personas supuestamente religiosas, un hombre o incluso una generación de hombres pueden elegir interrumpir sus esfuerzos por descubrir al Dios que vive en ellos; pueden dejar de progresar en la revelación divina y no llegar a alcanzarla. Pero estas actitudes desprovistas de progreso espiritual no pueden durar mucho tiempo debido a la presencia y a la influencia de los Ajustadores interiores del Pensamiento.
2095:2 196:3.15 Esta profunda experiencia de la realidad de la presencia divina interior trasciende para siempre la rudimentaria técnica materialista de las ciencias físicas. No podéis colocar la alegría espiritual debajo de un microscopio; no podéis pesar el amor en una balanza; no podéis medir los valores morales; ni tampoco podéis calcular la calidad de la adoración espiritual.
2095:3 196:3.16 Los hebreos tenían una religión de sublimidad moral; los griegos desarrollaron una religión de belleza; Pablo y sus compañeros fundaron una religión de fe, esperanza y caridad. Jesús reveló y ejemplificó una religión de amor: la seguridad en el amor del Padre, con la alegría y la satisfacción consiguientes de compartir este amor al servicio de la fraternidad humana.
2095:4 196:3.17 Cada vez que el hombre hace una elección moral reflexiva, experimenta de inmediato una nueva invasión divina de su alma. La elección moral constituye la religión porque es el motivo de la reacción interior a las condiciones exteriores. Pero esta religión real no es una experiencia puramente subjetiva. Significa que la totalidad subjetiva del individuo está ocupada en una respuesta significativa e inteligente a la objetividad total —al universo y a su Hacedor.
2095:5 196:3.18 La experiencia exquisita y trascendente de amar y ser amado es puramente subjetiva, pero eso no significa que sea solamente una ilusión psíquica. La única realidad verdaderamente divina y objetiva que está asociada con los seres mortales, el Ajustador del Pensamiento, funciona aparentemente para la observación humana como un fenómeno exclusivamente subjetivo. El contacto del hombre con la realidad objetiva más elevada —Dios— sólo se efectúa a través de la experiencia puramente subjetiva de conocerlo, adorarlo y comprender la filiación con él.
2095:6 196:3.19 La verdadera adoración religiosa no es un monólogo inútil en el que uno se engaña a sí mismo. La adoración es una comunión personal con lo que es divinamente real, con lo que es el origen mismo de la realidad. Mediante la adoración, el hombre aspira a ser mejor, y por medio de ella, alcanza finalmente lo mejor
2095:7 196:3.20 La idealización de la verdad, la belleza y la bondad, y el intento de servirlas, no son un sustituto de la experiencia religiosa auténtica —la realidad espiritual. La psicología y el idealismo no son el equivalente de la realidad religiosa. Las proyecciones del intelecto humano pueden originar en verdad falsos dioses —dioses a la imagen del hombre— pero la verdadera conciencia de Dios no se origina de esta manera. La conciencia de Dios reside en el espíritu interior. Muchos sistemas religiosos del hombre provienen de las formulaciones del intelecto humano, pero la conciencia de Dios no forma parte necesariamente de estos sistemas grotescos de esclavitud religiosa.
2095:8 196:3.21 Dios no es una simple invención del idealismo del hombre; él es el origen mismo de todas estas perspicacias y valores superanimales. Dios no es una hipótesis formulada para unificar los conceptos humanos de la verdad, la belleza y la bondad; él es la personalidad de amor de la que proceden todas estas manifestaciones universales. La verdad, la belleza y la bondad del mundo del hombre están unificadas por la espiritualidad creciente de la experiencia de los mortales que ascienden hacia las realidades del Paraíso. La unión de la verdad, la belleza y la bondad sólo se puede realizar en la experiencia espiritual de la personalidad que conoce a Dios.
2096:1 196:3.22 La moralidad es el terreno preexistente esencial de la conciencia personal de Dios, la comprensión personal de la presencia interior del Ajustador, pero esta moralidad no es el origen de la experiencia religiosa ni de la perspicacia espiritual resultante. La naturaleza moral es superanimal pero subespiritual. La moralidad equivale a reconocer el deber, a comprender la existencia del bien y del mal. La zona moral se interpone entre el tipo de mente animal y el tipo de mente humana, al igual que la morontia desempeña su función entre las esferas materiales y las esferas espirituales que alcanza la personalidad.
2096:2 196:3.23 La mente evolutiva es capaz de descubrir la ley, la moral y la ética; pero el espíritu otorgado, el Ajustador interior, revela a la mente humana en evolución el legislador, el Padre-origen de todo lo que es verdadero, bello y bueno. Un hombre iluminado así tiene una religión y está espiritualmente equipado para empezar la larga e intrépida búsqueda de Dios.
2096:3 196:3.24 La moralidad no es necesariamente espiritual; puede ser total y puramente humana, aunque la auténtica religión realza todos los valores morales, los hace más significativos. La moralidad sin religión no logra revelar la bondad última y tampoco consigue asegurar la supervivencia de ni siquiera sus propios valores morales. La religión asegura el engrandecimiento, la glorificación y la supervivencia indudable de todo lo que la moralidad reconoce y aprueba.
2096:4 196:3.25 La religión se encuentra por encima de la ciencia, el arte, la filosofía, la ética y la moral, pero no es independiente de ellas. Todas están indisolublemente interrelacionadas en la experiencia humana, personal y social. La religión es la experiencia suprema del hombre en su estado natural como ser mortal, pero el lenguaje finito hace imposible para siempre que la teología pueda describir adecuadamente la auténtica experiencia religiosa.
2096:5 196:3.26 La perspicacia religiosa posee el poder de transformar una derrota en deseos superiores y en nuevas determinaciones. El amor es la motivación más elevada que el hombre puede utilizar en su ascensión por el universo. Pero el amor, cuando está despojado de la verdad, la belleza y la bondad, sólo es un sentimiento, una deformación filosófica, una ilusión psíquica, un engaño espiritual. El amor ha de ser siempre definido de nuevo en los niveles sucesivos de la evolución morontial y espiritual.
2096:6 196:3.27 El arte surge del intento del hombre por huir de la falta de belleza de su entorno material; es un gesto hacia el nivel morontial. La ciencia es el esfuerzo del hombre por resolver los enigmas aparentes del universo material. La filosofía es la tentativa del hombre por unificar la experiencia humana. La religión es el gesto supremo del hombre, su esfuerzo magnífico por alcanzar la realidad final, su determinación de encontrar a Dios y de parecerse a él.
2096:7 196:3.28 En el terreno de la experiencia religiosa, la posibilidad espiritual es una realidad potencial. El impulso espiritual hacia adelante del hombre no es una ilusión psíquica. Toda la fantasía del hombre sobre el universo puede no ser un hecho, pero una parte, una gran parte es verdad.2096:8 196:3.29 La vida de algunos hombres es demasiado grande y noble como para descender al bajo nivel de un simple éxito. El animal debe adaptarse al entorno, pero el hombre religioso trasciende su entorno y elude así las limitaciones del presente mundo material mediante esta perspicacia del amor divino. Este concepto del amor produce en el alma del hombre el esfuerzo superanimal para encontrar la verdad, la belleza y la bondad; y cuando las encuentra, es glorificado en su abrazo; le consume el deseo de vivirlas, de actuar con rectitud.
2097:1 196:3.30 No os desaniméis; la evolución humana continúa avanzando, y la revelación de Dios al mundo, en Jesús y por Jesús, no fracasará.
2097:2 196:3.31 El gran desafío para el hombre moderno consiste en conseguir una mejor comunicación con el Monitor divino que reside en la mente humana. La aventura más grande del hombre en la carne consiste en el esfuerzo sano y bien equilibrado por elevar los límites de la conciencia de sí a través de los reinos imprecisos de la conciencia embrionaria del alma, en un esfuerzo sincero por alcanzar la zona fronteriza de la conciencia espiritual —el contacto con la presencia divina. Esta experiencia constituye la conciencia de Dios, una experiencia que confirma poderosamente la verdad preexistente de la experiencia religiosa de conocer a Dios. Esta conciencia del espíritu equivale a conocer la realidad de la filiación con Dios. De otro modo, la seguridad de la filiación es la experiencia de la fe.
2097:3 196:3.32 La conciencia de Dios equivale a la integración del yo en el universo, y en sus niveles más elevados de realidad espiritual. Únicamente el contenido espiritual de un valor cualquiera es imperecedero. Incluso aquello que es verdadero, bello y bueno no puede perecer en la experiencia humana. Si el hombre no escoge sobrevivir, entonces el Ajustador sobreviviente conservará esas realidades nacidas del amor y alimentadas en el servicio. Todas estas cosas forman parte del Padre Universal. El Padre es amor viviente, y esta vida del Padre se encuentra en sus Hijos. Y el espíritu del Padre reside en los hijos de sus Hijos —los hombres mortales. Cuando todo ha sido dicho y hecho, la idea de Padre continúa siendo el concepto humano más elevado de Dios.