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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 196

LA FE DE JESÚS

 

2. LA RELIGIÓN DE JESÚS

2091:10  196:2.1 Algún día, una reforma en la iglesia cristiana podría causar un impacto lo suficientemente profundo como para regresar a las enseñanzas religiosas puras de Jesús, el autor y consumador de nuestra fe. Podéis predicar una religión acerca de Jesús, pero la religión de Jesús, forzosamente, tenéis que vivirla. En el entusiasmo de Pentecostés, Pedro inauguró involuntariamente una nueva religión, la religión del Cristo resucitado y glorificado. El apóstol Pablo transformó más tarde este nuevo evangelio en el cristianismo, una religión que incluye sus propias opiniones teológicas y describe su propia experiencia personal con el Jesús del camino de Damasco. El evangelio del reino está fundado en la experiencia religiosa personal de Jesús de Galilea; el cristianismo está fundado casi exclusivamente en la experiencia religiosa personal del apóstol Pablo. Casi todo el Nuevo Testamento está dedicado, no a describir la vida religiosa significativa e inspiradora de Jesús, sino a examinar la experiencia religiosa de Pablo y a describir sus convicciones religiosas personales. Las únicas excepciones notables a esta afirmación son el Libro de los Hebreos y la Epístola de Santiago, además de algunos fragmentos de Mateo, Marcos y Lucas. El mismo Pedro sólo volvió una vez, en sus escritos, a la vida religiosa personal de su Maestro. El Nuevo Testamento es un magnífico documento cristiano, pero sólo refleja pobremente la religión de Jesús.
2091:11  196:2.2 La vida de Jesús en la carne describe un crecimiento religioso trascendente que empezó por las antiguas ideas del temor primitivo y de la veneración humana, y pasó por los años de comunión espiritual personal, hasta que llegó finalmente al estado avanzado y elevado de la conciencia de su unidad con el Padre. Y así, en una sola corta vida, Jesús atravesó esa experiencia de evolución espiritual religiosa que los hombres empiezan en la tierra y que sólo terminan generalmente al final de su larga estancia en las escuelas de educación espiritual de los niveles sucesivos de la carrera preparadisiaca. Jesús progresó desde una conciencia puramente humana en la que tenía la certidumbre, por la fe, de una experiencia religiosa personal, hasta las sublimes alturas espirituales de la comprensión definitiva de su naturaleza divina, y hasta la conciencia de su estrecha asociación con el Padre Universal en la administración de un universo. Progresó desde el humilde estado de dependencia mortal que le impulsó a decir espontáneamente a aquel que le había llamado Maestro Bueno: "¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno salvo Dios", hasta esa conciencia sublime de una divinidad consumada que le condujo a exclamar: "¿Quién de vosotros me declara culpable de pecado?" Esta ascensión progresiva de lo humano a lo divino fue un logro exclusivamente mortal. Cuando hubo alcanzado así la divinidad, continuó siendo el mismo Jesús humano, el Hijo del Hombre así como el Hijo de Dios.
2092:1  196:2.3 Marcos, Mateo y Lucas retienen algunos aspectos del Jesús humano empeñado en el magnífico esfuerzo por averiguar la voluntad divina y por hacer dicha voluntad. Juan presenta la imagen de un Jesús triunfante que caminaba por la tierra plenamente consciente de su divinidad. El gran error que han cometido aquellos que han estudiado la vida del Maestro es que algunos lo han concebido como enteramente humano, mientras que otros lo han considerado exclusivamente divino. A lo largo de toda su experiencia, el Maestro fue realmente ambas cosas, humano y divino, como lo sigue siendo ahora.
2092:2  196:2.4 Pero el error más grande se cometió cuando, aunque se reconocía que el Jesús humano tenía una religión, el Jesús divino (Cristo) se convirtió casi de la noche a la mañana en una religión. El cristianismo de Pablo aseguró la adoración del Cristo divino, pero casi perdió de vista por completo al Jesús humano de Galilea, luchador y valiente, que gracias a la intrepidez de su fe religiosa personal y al heroísmo de su Ajustador interior, ascendió desde los humildes niveles de la humanidad hasta volverse uno con la divinidad, convirtiéndose así en el nuevo camino viviente por el que todos los mortales pueden elevarse de esta manera desde la humanidad hasta la divinidad. En todos los grados de espiritualidad y en todos los mundos, los mortales pueden encontrar en la vida personal de Jesús aquello que les fortalecerá e inspirará a medida que progresan desde los niveles espirituales más bajos hasta los valores divinos más elevados, desde el principio hasta el fin de toda la experiencia religiosa personal.
2092:3  196:2.5 En la época en que se escribió el Nuevo Testamento, los autores no sólo creían profundamente en la divinidad del Cristo resucitado, sino que también creían de manera ferviente y sincera en su inmediato regreso a la tierra para consumar el reino celestial. Esta sólida fe en el regreso inmediato del Señor tuvo mucha relación con la tendencia a omitir en los escritos aquellas referencias que describían las experiencias y los atributos puramente humanos del Maestro. Todo el movimiento cristiano tendió a alejarse de la imagen humana de Jesús de Nazaret hacia la exaltación del Cristo resucitado, el Señor Jesucristo glorificado que pronto iba a volver.

2092:4  196:2.6 Jesús fundó la religión de la experiencia personal haciendo la voluntad de Dios y sirviendo a la fraternidad humana; Pablo fundó una religión en la que el Jesús glorificado se volvió el objeto de adoración, y la fraternidad estaba compuesta por los compañeros creyentes en el Cristo divino. En la donación de Jesús, estos dos conceptos existían en potencia en su vida humano-divina, y es en verdad una lástima que sus seguidores no lograran crear una religión unificada que hubiera reconocido adecuadamente tanto la naturaleza humana como la naturaleza divina del Maestro, tal como estaban inseparablemente unidas en su vida terrenal y tan gloriosamente expuestas en el evangelio original del reino.
2093:1  196:2.7 Algunas declaraciones enérgicas de Jesús no os impresionarían ni os perturbarían si tan sólo quisiérais recordar que fue el hombre religioso más entusiasta y apasionado del mundo. Fue un mortal totalmente consagrado, dedicado sin reserva a hacer la voluntad de su Padre. Muchas de sus aserciones aparentemente duras eran más bien una confesión personal de fe y una promesa de devoción, que unos mandatos para sus seguidores. Esta misma determinación y esta devoción desinteresada fueron las que le permitieron efectuar, en una corta vida, un progreso tan extraordinario en la conquista de su mente humana. Muchas de sus declaraciones deberían ser consideradas como una confesión de lo que se exigía a sí mismo, en lugar de una exigencia para todos sus seguidores. En su devoción a la causa del reino, Jesús quemó todos los puentes detrás de él; sacrificó todo lo que fuera un obstáculo para hacer la voluntad de su Padre.
2093:2  196:2.8 Jesús bendecía a los pobres porque generalmente eran sinceros y piadosos; condenaba a los ricos porque habitualmente eran libertinos e irreligiosos. Pero hubiera condenado igualmente a los indigentes irreligiosos y alabado a los hombres de dinero consagrados y honorables.
2093:3  196:2.9 Jesús inducía a los hombres a sentirse en el mundo como en su hogar; los liberaba de la esclavitud de los tabúes y les enseñaba que el mundo no es fundamentalmente malo. No anhelaba huir de su vida terrenal; dominó una técnica para hacer aceptablemente la voluntad del Padre mientras vivía en la carne. Alcanzó una vida religiosa idealista en medio de un mundo realista. Jesús no compartía la opinión pesimista de Pablo sobre la humanidad. El Maestro consideraba a los hombres como hijos de Dios y preveía un futuro magnífico y eterno para aquellos que escogieran sobrevivir. No era un escéptico moral; miraba al hombre de manera positiva, no negativa. Veía que la mayoría de los hombres eran más bien débiles que malvados, más bien aturdidos que depravados. Pero cualquiera que fuera su condición, todos eran hijos de Dios y sus hermanos.
2093:4  196:2.10 Enseñó a los hombres a que se atribuyeran un alto valor en el tiempo y en la eternidad. Como Jesús tenía esta alta estima por los hombres, estaba dispuesto a dedicarse al servicio incansable de la humanidad. Este valor infinito que atribuía a lo finito es lo que hacía que la regla de oro fuera un factor vital en su religión. ¿Qué mortal puede dejar de sentirse elevado por la fe extraordinaria que Jesús tiene en él?
2093:5  196:2.11 Jesús no ofreció ninguna regla para el progreso social; su misión era religiosa, y la religión es una experiencia exclusivamente individual. La meta última del logro más avanzado de la sociedad nunca puede esperar trascender la fraternidad de los hombres enseñada por Jesús, basada en el reconocimiento de la paternidad de Dios. El ideal de todo logro social sólo se puede realizar con la llegada de este reino divino.

 

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