La fe y la comunidad
Para explorar el
contenido de nuestra fe necesitamos el lenguaje y las historias. El lenguaje
religioso de historias sagradas se crea en la comunidad de los creyentes y
no puede ser comprendido completamente fuera de esta comunidad. Pero dentro
de la comunidad, el lenguaje religioso permite al acto de la fe realizar un
contenido más rico ya que incorpora la experiencia integrada de muchos buscadores
de la verdad. La fe necesita su lenguaje; sin lenguaje ni historias, la fe
no podría estar consciente de sí misma. Ésta es la razón por la que las comunidades
de la fe son tan importantes.
Cuando participamos
en grupos de estudio, no sólo estudiamos el Libro de Urantia, sino que también
nos enteramos de las experiencias e intuiciones de otras personas; lo que
nos enriquece y contribuimos a la fortificación de la fe a través de la manera
en que participamos.
"El crecimiento espiritual está
mutuamente estimulado por la asociación íntima con otros religionistas.
El amor provee el terreno para el crecimiento religioso -un aliciente objetivo
en lugar de la gratificación subjetiva- que sin embargo otorga la satisfacción
subjetiva suprema. Y la religión ennoblece la rutina común de la vida diaria."
1094:2 100:0.2
El problema que
se presenta aquí es que la comunidad en sí, con sus propias necesidades y
atracciones, corre el peligro de reemplazar la vida de la fe. Las comunidades
de los creyentes del Libro de Urantia deben desarrollarse de una manera que
faciliten la relación con Dios y con cada uno de los participantes. El desafío
para la comunidad es aprender a cómo movilizar la fe en los corazones de los
creyentes sin una obsesión ideológica y sin convertirse en un reemplazo idólatra
de la fe espiritual que condujo, originalmente, a la creación de la comunidad.
La paz religiosa -la fraternidad-
nunca puede existir a menos que todas las religiones estén dispuestas a
despojarse por completo de toda autoridad eclesiástica, y a abandonar plenamente
todo concepto de soberanía espiritual. Sólo Dios es el soberano espiritual.
1487:1 134:4.4
No podéis conseguir la igualdad entre las religiones (la libertad religiosa)
sin guerras religiosas, a menos que todas las religiones estén dispuestas
a transferir toda la soberanía religiosa a un nivel sobrehumano, a Dios
mismo. 1487:2 134:4.5
El reino de los cielos en el corazón de los hombres creará la unidad religiosa
(no necesariamente la uniformidad) porque todos y cada uno de los grupos
religiosos, compuestos por tales creyentes religiosos, estarán libres de
toda noción de autoridad eclesiástica -de soberanía religiosa. 1487:3 134:4.6
Dios es espíritu, y Dios confiere un fragmento de su ser espiritual para
que resida en el corazón del hombre. Espiritualmente, todos los hombres
son iguales. El reino de los cielos está desprovisto de castas, de clases,
de niveles sociales y de grupos económicos. Todos vosotros sois hermanos.
1487:4 134:4.7
Pero en cuanto perdáis de vista la soberanía espiritual de Dios Padre, alguna
religión empezará a afirmar su superioridad sobre las otras religiones.
Entonces, en lugar de paz en la tierra y de buena voluntad entre los hombres,
empezarán las disensiones, las recriminaciones e incluso las guerras religiosas,
o al menos las guerras entre los practicantes de la religión. 1487:5 134:4.8
Los seres dotados de libre albedrío que se consideran como iguales, a menos
que reconozcan mútuamente estar sometidos a alguna soberanía superior, a
alguna autoridad que esté por encima de ellos, tarde o temprano se sienten
tentados a probar su capacidad para conseguir poder y autoridad sobre otras
personas y grupos. El concepto de igualdad no aporta nunca la paz, excepto
cuando se reconoce mútuamente una influencia supercontroladora de soberanía
superior. 1487:6 134:4.9
Otro problema que
afrontan las comunidades de creyentes tiene que ver con la fe y la incertidumbre
dentro de la comunidad misma. La pregunta es, si el concepto dinámico de la
fe es incompatible con la comunidad que necesita manifestaciones de credo
o si confía en la creencia compartida para el mantenimiento de la coherencia
social. Tal situación conducirá a problemas si se excluye el elemento de incertidumbre.
El concepto de "infalibilidad" de una decisión de un consejo, un obispo o
un libro excluye la incertidumbre como elemento de la fe en aquellos que se
someten a estas autoridades. Quizás deben luchar dentro de ellos mismos sobre
su sometimiento; pero después que hayan tomado la decisión, no pueden admitir
ninguna duda sobre las declaraciones infalibles de las autoridades. Tal fe
se ha convertido en estática, una sumisión sin preguntas, no sólo a lo final
sino que también a su expresión simbólica según lo formulado por las autoridades
religiosas.
De esta manera algo
preliminar y condicional, la interpretación humana del contenido de la fe,
es tratada como si fuera final y es elevada encima del riesgo de la duda.
Ésta es una fe idólatra, ya que su objetivo es una formulación humana, la
que es simplemente representativa del infinito, pero no del infinito mismo.
Cuándo hablo del
"contenido de la fe," me refiero a las historias, a los rituales de expresión
y a otros factores que nos permiten socializar nuestra experiencia de fe,
para compartirla con otros viajeros de este recorrido. El "objeto de
la fe" es el infinito; el "contenido de la fe" consiste en
las historias que nos narramos y a otros sobre la naturaleza del infinito.
El orgullo y fanatismo
son los síntomas inequívocos de la incertidumbre que ha sido reprimida. La
incertidumbre se supera no por la represión sino por la valentía. La valentía
no niega que existe incertidumbre sino que la acepta como expresión inevitable
de su inhabilidad de atrapar completamente el infinito. La verdadera valentía
no necesita la seguridad de una convicción indiscutible o creencia. La verdadera
valentía nos permite vivir con el riesgo, sin el cual la vida creativa no
es posible. La fe viviente no se trata de una certeza insegura, sino que más
bien se trata de un atrevimiento de valentía que acepta la posibilidad de
un fracaso.
Cuando hablamos
de la posibilidad de un fracaso, en lo que concierne a la fe, es importante
entender que el riesgo verdadero de la fe está en el dominio de lo que hemos
elegido creer que es verdadero sobre la realidad, como resultado de nuestra
experiencia de la presencia del infinito. Siempre existe la oportunidad que
nuestra creencia se ha construido sobre suposiciones erróneas, o que ha sido
creada por necesidades insatisfechas de nuestro subconsciente.
Sin un elemento
de incertidumbre perdemos el poder de tener una fe capaz de accionar una búsqueda
interminable por la verdad, lo que incluye una continua evaluación crítica,
el desecho de ilusiones y la reestructuración del contenido de la fe. Aunque
estamos equipados para proseguir la búsqueda del infinito mismo, nos paralizamos
envolviendo nuestras vidas en un conjunto de creencias que representan simplemente
el infinito.
Las comunidades de fe deben estar seguras de incluir los medios para
la crítica y la corrección de uno mismo. En la página 1089 el Libro de Urantia
indica que "la Religión se puede mantener libre de alianzas seculares no
divinas, solamente a través de... una filosofía críticamente correctiva".
En esta misma sección los reveladores sugieren protegerse contra el fanatismo
"a través de la compensación de la actitud mental científica". El
libro dice que, "La religión puede mantenerse libre de las alianzas
seculares profanas sólo mediante. . . . Una filosofía críticamente correctiva."
1089:1 99:3.9
Uno
de los grandes peligros en la formación de comunidades religiosas es una parálisis
del crecimiento espiritual, lo que ocurre cuando miembros de la comunidad
construyen sus identidades sociales fuera del rol que se imaginan desempeñando
dentro de la comunidad. El genuino crecimiento espiritual exigirá eventualmente
el abandono de la identidad basado en el rol desempeñado en los sistemas sociales
humanos.
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