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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 112

LA SUPERVIVENCIA DE LA PERSONALIDAD

 

2. EL YO

1227:10  112:2.1 Al estudiar el yo, sería conveniente recordar lo siguiente:

1. Los sistema físicos están subordinados.
2. Los sistemas intelectuales están coordinados.
3. La personalidad es superordenada.
4. La fuerza espiritual interior es potencialmente directora.

1228:1  112:2.2 En todos los conceptos sobre el yo se debería reconocer que el hecho de la vida viene en primer lugar, y su evaluación o interpretación después. Un niño humano empieza por vivi,r y posteriormente reflexiona sobre su vida. En la economía cósmica, el discernimiento precede a la previsión.

1228:2  112:2.3 El hecho universal de Dios volviéndose hombre ha cambiado para siempre todos los significados y ha modificado todos los valores de la personalidad humana. En el verdadero sentido de la palabra, el amor implica una estima mútua entre personalidades completas, ya sean humanas o divinas, o humanas y divinas. Las partes componentes del yo pueden funcionar de muchas maneras —pensando, sintiendo, deseando— pero sólo los atributos coordinados de la personalidad completa están focalizados en una acción inteligente. Todos estos poderes están asociados con la dotación espiritual de la mente mortal, cuando un ser humano ama sincera y desinteresadamente a otro ser, ya sea humano o divino.
1228:3  112:2.4 Todos los conceptos mortales de la realidad están basados en la suposición de que la personalidad humana es real. Todos los conceptos de las realidades superhumanas están basados en la experiencia de la personalidad humana con las realidades cósmicas de ciertas entidades espirituales y personalidades divinas asociadas. En la experiencia humana, todo lo que no es espiritual, salvo la personalidad, es un medio para conseguir un fin. Toda verdadera relación del hombre mortal con otras personas, humanas o divinas, es un fin en sí misma. Y una comunión de este tipo con la personalidad de la Deidad es precísamente la meta eterna de la ascensión universal.
1228:4  112:2.5 El poseer una personalidad identifica al hombre como un ser espiritual, puesto que la unidad del yo y la auto-conciencia de la personalidad son dones del mundo supermaterial. El hecho mismo de que un mortal materialista pueda negar la existencia de realidades supermateriales demuestra, en sí mismo y por sí mismo, que la síntesis espiritual y la conciencia cósmica están presentes y funcionando en su mente humana.
1228:5  112:2.6 Existe un gran abismo cósmico entre la materia y el pensamiento, y un abismo inconmensurablemente mayor entre la mente material y el amor espiritual. La conciencia, y mucho menos la conciencia de sí, no puede ser explicada por ninguna teoría de asociación electrónica mecánica, ni por ningún fenómeno de energía materialista.

1228:6  112:2.7 A medida que la mente prosigue el análisis último de la realidad, la materia se desvanece para los sentidos materiales, pero puede seguir siendo real para la mente. Cuando el discernimiento espiritual busca la realidad que subsiste detrás de la desaparición de la materia, y la persigue hasta su último análisis, la materia desaparece para la mente, pero el discernimiento del espíritu aún puede percibir las realidades cósmicas y los valores supremos de naturaleza espiritual. En consecuencia, la ciencia cede el paso a la filosofía, mientras que la filosofía debe plegarse a las conclusiones inherentes a la experiencia espiritual auténtica. El pensamiento se doblega ante la sabiduría, y la sabiduría se pierde en una adoración iluminada y reflectiva.
1228:7  112:2.8 En la ciencia, el yo humano observa el mundo material; la filosofía es la observación de esta observación del mundo material; la religión, la verdadera experiencia espiritual, es la apreciación experiencial de la realidad cósmica de la observación de la observación de toda esta síntesis relativa de materiales energéticos del tiempo y del espacio. Construir una filosofía del universo basada en un materialismo excluyente, es ignorar el hecho de que todas las cosas materiales son concebidas inicialmente como reales en la experiencia de la conciencia humana. El observador no puede ser la cosa observada; la evaluación exige que el evaluador trascienda un poco la cosa evaluada.
1228:8  112:2.9 En el tiempo, el pensamiento conduce a la sabiduría y la sabiduría lleva a la adoración; en la eternidad, la adoración conduce a la sabiduría y la sabiduría termina en la finalidad del pensamiento.
1229:1  112:2.10 La posibilidad de unificar el yo en evolución está inherente en las cualidades de sus factores constitutivos, que son: las energías de base, los tejidos principales, el supercontrol químico fundamental, las ideas supremas, los móviles supremos, las metas supremas y el espíritu divino otorgado del Paraíso —el secreto de la conciencia de sí de la naturaleza espiritual del hombre.
1229:2  112:2.11 El propósito de la evolución cósmica es conseguir la unidad de la personalidad a través de una dominación creciente del espíritu, una respuesta volitiva a las enseñanzas y directrices del Ajustador del Pensamiento. La personalidad, tanto humana como superhumana, está caracterizada por una cualidad cósmica inherente que podríamos llamar "la evolución del dominio", la expansión del control sobre sí mismo y sobre el entorno.

1229:3  112:2.12 Una personalidad ascendente, en otro tiempo humana, pasa por dos grandes fases de dominio volitivo creciente sobre el yo y en el universo:

1229:4  112:2.13 1. La experiencia prefinalitaria, o de la búsqueda de Dios, que consiste en aumentar la comprensión de sí a través de una técnica de expansión y realización de la identidad, así como solucionar los problemas cósmicos, con el consiguiente dominio del universo.

1229:5  112:2.14 2. La experiencia post-finalitaria, o reveladora de Dios, en la que la realización de sí experimenta una expansión creativa mediante la revelación del Ser Supremo experiencial a las inteligencias que buscan a Dios, pero que aún no han alcanzado los niveles divinos de parecerse a Dios.

1229:6  112:2.15 Las personalidades descendentes pasan por experiencias análogas durante sus diversas aventuras en el universo, mientras tratan de aumentar su aptitud para conocer con certeza y ejecutar las voluntades divinas de las Deidades Suprema, Última y Absoluta.

1229:7  112:2.16 Durante la vida física, el yo material, la entidad-ego de la identidad humana, depende del funcionamiento contínuo del vehículo vital material, del mantenimiento contínuo del equilibrio inestable entre las energías y el intelecto, a lo cual se le ha dado el nombre de vida en Urantia. Pero el yo con valor de supervivencia, el yo que puede trascender la experiencia de la muerte, sólo se constituye efectuando una transferencia potencial de la sede de la identidad de la personalidad evolutiva, desde el vehículo transitorio de la vida —el cuerpo material— hasta el alma morontial de naturaleza más duradera e inmortal, para acceder a los niveles donde el alma se impregna de realidad espiritual y alcanza finalmente el estado real de espíritu. Esta transferencia efectiva de una asociación material a una identificación morontial se efectúa mediante la sinceridad, la persistencia y la firmeza de las decisiones de la criatura humana que busca a Dios.

 


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