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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 116

EL TODOPODEROSO SUPREMO

 

6. LA DOMINACIÓN DEL ESPÍRITU

1275:1  116:6.1 La energía-materia domina en los superuniversos evolutivos, pero no en las personalidades, en las que el espíritu, por mediación de la mente, lucha por gobernar. La meta de los universos evolutivos es someter la energía-materia a la acción de la mente, coordinar la mente con el espíritu, y conseguir todo ello gracias a la presencia creativa y unificadora de la personalidad. Así pues, en relación con la personalidad, los sistemas físicos se vuelven subordinados, los sistemas mentales, coordinados y los sistemas espirituales, dirigentes.
1275:2  116:6.2 En los niveles divinos, esta unión del poder y de la personalidad se expresa en el Supremo. Pero la evolución efectiva de la dominación del espíritu es un crecimiento que está basado en los actos del libre albedrío de los Creadores y de las criaturas del gran universo.

1275:3  116:6.3 En los niveles absolutos, la energía y el espíritu son una sola cosa, pero en cuanto nos apartamos de estos niveles absolutos aparecen las diferencias. A medida que la energía y el espíritu penetran en el espacio alejándose del Paraíso, aumenta el abismo entre ellos de tal manera que, cuando llegan a los universos locales, se han vuelto totalmente divergentes. Han dejado de ser idénticos, ya no son semejantes, y la mente tiene que intervenir para ponerlos en contacto.

1275:4  116:6.4 La energía puede ser dirigida por las personalidades de los controladores, y este hecho revela que es sensible a la acción de la mente. La masa puede ser estabilizada gracias a la actividad de estas mismas entidades controladoras, lo que indica que reacciona ante la presencia de la mente productora de orden. En una personalidad volitiva, el espíritu mismo se esfuerza por dominar la energía-materia a través de la mente, y este hecho revela la unidad potencial de toda la creación finita.
1275:5  116:6.5 En todo el universo de universos existe una interdependencia entre todas las fuerzas y personalidades. Los Hijos Creadores y los Espíritus Creativos dependen de la cooperación activa de los centros de poder y de los controladores físicos para poder organizar sus universos; los Directores Supremos de Poder están incompletos sin el supercontrol de los Espíritus Maestros. En el ser humano, el mecanismo de la vida física reacciona en parte a los mandatos de la mente (personal), y esta misma mente, a su vez, puede estar dominada por las directrices de un espíritu motivador; el resultado de este desarrollo evolutivo es la aparición de un nuevo hijo del Supremo, una nueva unificación personal de los diversos tipos de realidades cósmicas.
1275:6  116:6.6 Lo que es válido para las partes puede aplicarse igualmente al todo; la personalidad espiritual de la Supremacía necesita el poder evolutivo del Todopoderoso para lograr completar su Deidad y alcanzar su destino de asociación con la Trinidad. El esfuerzo lo realizan las personalidades del tiempo y del espacio, pero es tarea del Todopoderoso Supremo llevar ese esfuerzo a su culminación y a su consumación. Puesto que el crecimiento del todo es la suma del crecimiento colectivo de las partes, de ello se deduce que la evolución de las partes es un reflejo segmentado del crecimiento intencional del todo.
1275:7  116:6.7 En el Paraíso, la monota y el espíritu forman una sola cosa —sólo se les puede distinguir por el nombre. En Havona, aunque la materia y el espíritu están claramente diferenciados, poseen al mismo tiempo una armonía innata. Por el contrario, en los siete superuniversos existe una enorme divergencia, un gran abismo, entre la energía cósmica y el espíritu divino, y en consecuencia, un potencial experiencial mucho más grande para la actividad de la mente, que se esfuerza por armonizar y unificar finalmente los arquetipos físicos con los designios espirituales. En los universos del espacio que evolucionan en el tiempo, la divinidad está más atenuada, los problemas difíciles por resolver son más numerosos, y su solución proporciona mayores ocasiones para adquirir experiencia. El conjunto de esta situación superuniversal crea un marco mucho más amplio para la existencia evolutiva, ofreciendo la posibilidad de efectuar experiencias cósmicas tanto al Creador como a las criaturas —e incluso a la Deidad Suprema.
1276:1  116:6.8 La dominación del espíritu, que es existencial en los niveles absolutos, se transforma en una experiencia evolutiva en los niveles finitos y en los siete superuniversos, y esta experiencia la comparten todos de la misma manera, desde los hombres mortales hasta el Ser Supremo. Todos se esfuerzan, se esfuerzan personalmente, por perfeccionarse. Todos participan, participan de manera personal, en el destino.

 


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