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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 132

LA ESTANCIA EN ROMA

 

4. MINISTERIO PERSONAL

1460:5  132:4.1 Mientras estuvo en Roma, Jesús no dedicó todo su tiempo libre a esta tarea de preparar a hombres y mujeres para que se convirtieran en futuros discípulos del reino venidero. Pasó mucho tiempo adquiriendo un conocimiento íntimo de todas las razas y clases de hombres que vivían en esta ciudad, la más grande y cosmopolita del mundo. En cada uno de estos numerosos contactos humanos, Jesús tenía una doble finalidad: deseaba conocer la reacción de sus interlocutores ante la vida que estaban viviendo en la carne, y también era propenso a decir o a hacer algo que hiciera esta vida más rica y más digna de ser vivida. Durante estas semanas, sus enseñanzas religiosas no fueron diferentes de las que caracterizaron su vida posterior como educador de los doce y predicador de multitudes.
1460:6  132:4.2 La idea central de su mensaje era siempre el hecho del amor del Padre celestial y la verdad de su misericordia, unido a la buena nueva de que el hombre es un hijo por la fe de este mismo Dios de amor. La técnica habitual de los contactos sociales de Jesús consistía en hacer preguntas a la gente para sacarlos de su reserva y llevarlos a conversar con él. Al principio de la entrevista, era él quien habitualmente hacía las preguntas, y al final eran ellos los que le interrogaban. Tenía la misma habilidad para enseñar tanto haciendo las preguntas como contestándolas. Como regla general, a quienes más enseñaba era a quienes menos decía. Los que obtuvieron el mayor beneficio de su ministerio personal fueron los mortales agobiados, ansiosos y deprimidos, que encontraron mucho alivio en esta posibilidad de desahogar sus almas con un oyente simpático y comprensivo, y él era todo esto y mucho más. Cuando estos seres humanos inadaptados habían contado sus problemas a Jesús, éste siempre estaba en condiciones de ofrecerles sugerencias prácticas e inmediatamente útiles para corregir sus verdaderas dificultades, y nunca dejaba de decirles palabras de ayuda para el presente y de consuelo inmediato. A estos mortales afligidos les hablaba invariablemente del amor de Dios, y mediante métodos diversos y variados, les trasmitía el mensaje de que eran los hijos de este afectuoso Padre que está en los cielos.
1461:1  132:4.3 De esta manera, durante su estancia en Roma, Jesús tuvo personalmente un contacto afectuoso y edificante con más de quinientos mortales del mundo. Consiguió así un conocimiento de las diferentes razas de la humanidad que nunca hubiera podido adquirir en Jerusalén y quizás tampoco en Alejandría. Siempre consideró estos seis meses como uno de los períodos más ricos e instructivos de su vida terrestre.
1461:2  132:4.4 Como era de esperar, un hombre tan hábil y dinámico no podía vivir así durante seis meses en la metrópolis del mundo sin ser abordado por numerosas personas que deseaban obtener sus servicios para algún negocio o, más a menudo, para algún proyecto de enseñanza, de reforma social o de movimiento religioso. Recibió más de una docena de proposiciones de este tipo, y aprovechó cada una de ellas como una oportunidad para transmitir algún pensamiento de ennoblecimiento espiritual mediante palabras bien escogidas o por medio de algún favor servicial. A Jesús le encantaba hacer cosas —incluso de poca importancia— por toda clase de gente.

1461:3  132:4.5 Estuvo hablando con un senador romano sobre política y el arte de gobernar, y este único contacto con Jesús hizo tal impresión en este legislador que pasó el resto de su vida tratando en vano de persuadir a sus colegas para que cambiaran el curso de la política en vigor, sustituyendo la idea de un gobierno que mantenía y alimentaba al pueblo, por la de un pueblo que mantuviera al gobierno. Jesús pasó una noche con un rico propietario de esclavos y le habló del hombre como hijo de Dios; al día siguiente, este hombre llamado Claudio concedió la libertad a ciento diecisiete esclavos. Fue a cenar con un médico griego y le hizo saber que sus pacientes tenían una mente y un alma además de un cuerpo, induciendo así a este experto doctor a esforzarse por ayudar más ampliamente a sus semejantes. Conversó con todo tipo de personas de todos los ambientes y profesiones. El único lugar de Roma que no visitó fueron los baños públicos. Rehusó acompañar a sus amigos a los baños a causa de la promiscuidad sexual que predominaba allí.

1461:4  132:4.6 Mientras caminaba con un soldado romano a lo largo del Tiber, Jesús le dijo: "Que tu corazón sea tan valiente como tu brazo. Atrévete a hacer justicia y sé lo bastante noble como para mostrar misericordia. Obliga a tu naturaleza inferior a obedecer a tu naturaleza superior, como tú obedeces a tus superiores. Venera la bondad y exalta la verdad. Escoge la belleza en lugar de la fealdad. Ama a tus semejantes y busca a Dios con todo tu corazón, porque Dios es tu Padre que está en los cielos".

1461:5  132:4.7 Al orador del foro le dijo: "Tu elocuencia es placentera, tu lógica es admirable, tu voz es agradable, pero tu enseñanza no refleja la verdad. Si pudieras tan sólo disfrutar de la satisfacción inspiradora de conocer a Dios como tu Padre espiritual, entonces podrías emplear tu capacidad de orador para liberar a tus semejantes de la servidumbre de las tinieblas y de la esclavitud de la ignorancia". Éste fue el mismo Marcos que escuchó predicar a Pedro en Roma y se convirtió en su sucesor. Cuando crucificaron a Simón Pedro, este hombre fue el que desafió a los perseguidores romanos y continuó predicando audazmente el nuevo evangelio.

1462:1  132:4.8 Al encontrarse con un pobre hombre que había sido acusado falsamente, Jesús lo acompañó ante el magistrado y, una vez que le concedieron la autorización especial de comparecer en su nombre, pronunció un magnífico discurso en el cual dijo: "La justicia engrandece a una nación, y cuanto más grande es una nación, más cuidado pondrá en que la injusticia no alcance ni al más humilde de sus ciudadanos. ¡Pobre de la nación en la que sólo los que poseen dinero e influencia pueden obtener una justicia pronta de sus tribunales! Un magistrado tiene el deber sagrado de absolver al inocente así como de castigar al culpable. La continuidad de una nación depende de la imparcialidad, de la equidad y de la integridad de sus tribunales. El gobierno civil está basado en la justicia, así como la verdadera religión está basada en la misericordia". El juez reconsideró el caso y después de examinar las pruebas, absolvió al acusado. De todas las actividades de Jesús durante este período de ministerio personal, ésta fue la que estuvo más cerca de ser una aparición pública.

 


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