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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 133

EL REGRESO DE ROMA

1468:1  133:0.1 AL PREPARARSE para dejar Roma, Jesús no se despidió de ninguno de sus amigos. El escriba de Damasco apareció en Roma sin anunciarse y desapareció de la misma manera. Tuvo que transcurrir un año entero para que los que lo conocían y lo amaban renunciaran a la esperanza de volverlo a ver. Antes del final del segundo año, pequeños grupos de los que lo habían conocido empezaron a juntarse debido a su interés común por sus enseñanzas y a los recuerdos mútuos de los buenos momentos pasados con él. Estos pequeños grupos de estoicos, cínicos y miembros de los cultos de misterio continuaron manteniendo estas reuniones irregulares e informales hasta el mismo momento en que los primeros predicadores de la religión cristiana aparecieron en Roma.

1468:2  133:0.2 Gonod y Ganid habían comprado tantas cosas en Alejandría y Roma que enviaron de antemano todas sus pertenencias a Tarento en una caravana de animales de carga, mientras que los tres viajeros caminaban cómodamente a través de Italia por la gran vía Apia. Durante este viaje se encontraron con toda clase de seres humanos. Muchos nobles ciudadanos romanos y colonos griegos vivían a lo largo de esta ruta, pero la progenitura de un gran número de esclavos inferiores ya empezaba a hacer su aparición.
1468:3  133:0.3 Un día mientras descansaban para almorzar, aproximadamente a medio camino de Tarento, Ganid le hizo a Jesús una pregunta directa para saber lo que pensaba del sistema de castas de la India. Jesús contestó: "Aunque los seres humanos difieren unos de otros de muchas maneras, todos los mortales están en igualdad de condiciones ante Dios y el mundo espiritual. A los ojos de Dios sólo existen dos grupos de mortales: los que desean hacer su voluntad y los que no lo desean. Cuando el universo contempla un mundo habitado, discierne igualmente dos grandes clases: los que conocen a Dios y los que no lo conocen. Los que no pueden conocer a Dios son contados entre los animales de un mundo determinado. Los seres humanos se puede dividir propiamente en muchas categorías según requisitos diferentes, pues se les puede considerar desde un punto de vista físico, mental, social, profesional o moral, pero cuando estas diferentes clases de mortales comparecen ante el tribunal de Dios, se presentan en igualdad de condiciones. En verdad Dios no hace acepción de personas. Aunque no se puede evitar reconocer las diferencias de aptitudes y dotaciones humanas en los terrenos intelectual, social y moral, no habría que hacer ninguna distinción de este tipo en la fraternidad espiritual de los hombres cuando se reúnen para adorar en la presencia de Dios".

 


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