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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 134

Los AÑOS DE TRANSICIÓN

 

5. LA SOBERANÍA POLÍTICA

1487:8  134:5.1 [Aunque la enseñanza del Maestro referente a la soberanía de Dios es una verdad —pero complicada por la aparición posterior de la religión acerca de su persona entre las religiones del mundo— sus exposiciones relativas a la soberanía política se han complicado enormemente por la evolución política de la vida de las naciones durante los últimos mil novecientos y pico de años. En la época de Jesús sólo había dos grandes potencias mundiales: el Imperio Romano en occidente y el Imperio Han en oriente, y los dos estaban ampliamente separados por el reino de Partia y otras tierras intermedias de las regiones del Caspio y del Turquestán. Por lo tanto, en la exposición que viene a continuación nos hemos apartado aún más de la sustancia de las enseñanzas del Maestro en Urmia referentes a la soberanía política; al mismo tiempo, hemos intentado describir la importancia de dichas enseñanzas tal como son aplicables a la etapa particularmente crítica de la evolución de la soberanía política en el siglo veinte después de Cristo.]

1487:9  134:5.2 Nunca dejará de haber guerras en Urantia mientras las naciones se aferren a las nociones ilusorias de la soberanía nacional ilimitada. Sólo existen dos niveles de soberanía relativa en un mundo habitado: el libre albedrío espiritual de cada mortal individual y la soberanía colectiva del conjunto de la humanidad. Entre el nivel del ser humano individual y el de la totalidad de la humanidad, todas las agrupaciones y asociaciones son relativas, transitorias y sólo tienen valor en la medida en que aumenten el bienestar, la felicidad y el progreso del individuo y del gran conjunto planetario —del hombre y de la humanidad.
1488:1  134:5.3 Los educadores religiosos deben recordar siempre que la soberanía espiritual de Dios está por encima de todas las lealtades espirituales interpuestas e intermedias. Los gobernantes civiles aprenderán algún día que los Altísimos gobiernan en los reinos de los hombres.
1488:2  134:5.4 Este gobierno de los Altísimos en los reinos de los hombres no está establecido para el beneficio especial de un grupo de mortales particularmente favorecido. No existe ningún tipo de "pueblo elegido". El reinado de los Altísimos (los supercontroladores de la evolución política) está destinado a fomentar, entre todos los hombres, el mayor bien para el mayor número de ellos y durante el mayor tiempo posible.
1488:3  134:5.5 La soberanía es el poder y crece mediante la organización. Este crecimiento de la organización del poder político es bueno y conveniente, porque tiende a englobar segmentos cada vez mayores del conjunto de la humanidad. Pero este mismo crecimiento de las organizaciones políticas crea un problema en cada etapa intermedia, entre la organización inicial y natural del poder político —la familia— y la consumación final del crecimiento político —el gobierno de toda la humanidad, por toda la humanidad y para toda la humanidad.
1488:4  134:5.6 Partiendo del poder de los padres en el grupo familiar, la soberanía política evoluciona por medio de la organización a medida que las familias se superponen en clanes consanguíneos que se unen, por varias razones, en unidades tribales —en agrupaciones políticas superconsanguíneas. A continuación, mediante el negocio, el comercio y la conquista, las tribus se unifican en una nación, mientras que las mismas naciones a veces se unifican en un imperio.
1488:5  134:5.7 A medida que la soberanía pasa de los grupos más pequeños a las colectividades mayores, las guerras disminuyen. Es decir, las guerras menores entre las naciones más pequeñas disminuyen, pero el potencial de las grandes guerras aumenta a medida que las naciones que ejercen la soberanía se vuelven cada vez más grandes. Finalmente, cuando todo el mundo haya sido explorado y ocupado, cuando las naciones sean pocas, fuertes y poderosas, cuando esas grandes naciones supuestamente soberanas lleguen a tener fronteras comunes, cuando sólo estén separadas por los océanos, entonces el escenario estará preparado para las guerras mayores, para los conflictos mundiales. Las llamadas naciones soberanas no pueden codearse sin generar conflictos y provocar guerras.
1488:6  134:5.8 La dificultad para que evolucione la soberanía política desde la familia hasta toda la humanidad reside en la inercia-resistencia que se manifiesta en todos los niveles intermedios. Las familias, en ocasiones, han desafiado a su clan, mientras que los clanes y las tribus han contrarrestado a menudo la soberanía del estado territorial. Cada evolución nueva y progresiva de la soberanía política se encuentra (y siempre se ha encontrado) estorbada y entorpecida por las "fases de andamiaje" de los desarrollos anteriores de la organización política. Y esto es así porque las lealtades humanas, una vez que se han movilizado, son difíciles de modificar. La misma lealtad que hace posible la evolución de la tribu, hace difícil la evolución de la supertribu —el estado territorial. Y la misma lealtad (el patriotismo) que hace posible la evolución del estado territorial, complica enormemente el desarrollo evolutivo del gobierno de toda la humanidad.
1488:7  134:5.9 La soberanía política se crea mediante la renuncia a la autodeterminación, primero por parte del individuo en el interior de la familia, y a continuación por las familias y los clanes en relación con la tribu y las agrupaciones más grandes. Este traspaso progresivo de la autodeterminación, desde las organizaciones políticas más pequeñas a otras cada vez más grandes, ha continuado en oriente generalmente sin interrupción desde el establecimiento de las dinastías Ming y Mogol. En occidente ha prevalecido durante más de mil años, hasta el final de la Guerra Mundial; después, un desacertado movimiento retrógrado invirtió temporalmente esta tendencia normal, restableciendo la soberanía política hundida de numerosa pequeñas colectividades europeas.
1489:1  134:5.10 Urantia no disfrutará de una paz duradera hasta que las llamadas naciones soberanas entreguen sus poderes soberanos, de manera plena e inteligente, entre las manos de la fraternidad de los hombres —del gobierno de la humanidad. El internacionalismo —las ligas de naciones— nunca podrá asegurar una paz permanente a la humanidad. Las confederaciones mundiales de naciones impedirán eficazmente las guerras menores y controlarán de manera aceptable a las naciones más pequeñas, pero no lograrán impedir las guerras mundiales ni controlarán a los tres, cuatro o cinco gobiernos más poderosos. En presencia de unos conflictos reales, una de estas potencias mundiales se retirará de la Liga y declarará la guerra. No se puede evitar que las naciones se lancen a la guerra mientras permanezcan infectadas con el virus ilusorio de la soberanía nacional. El internacionalismo es un paso en la dirección adecuada. Una fuerza de policía internacional impedirá muchas guerras menores, pero será ineficaz para impedir las guerras mayores, los conflictos entre los grandes gobiernos militares de la tierra.
1489:2  134:5.11 A medida que disminuye el número de naciones verdaderamente soberanas (las grandes potencias), se acrecienta la oportunidad y la necesidad de un gobierno de la humanidad. Cuando sólo existan unas pocas (grandes) potencias realmente soberanas, o bien tendrán que embarcarse en una lucha a muerte por la supremacía nacional (imperial), o mediante la renuncia voluntaria a ciertas prerrogativas de la soberanía, tendrán que crear el núcleo esencial de un poder supranacional que sirva de comienzo para la soberanía real de toda la humanidad.

1489:3  134:5.12 La paz no llegará a Urantia hasta que todas las naciones llamadas soberanas abandonen su poder de declarar la guerra entre las manos de un gobierno representativo de toda la humanidad. La soberanía política es innata en los pueblos del mundo. Cuando todos los pueblos de Urantia creen un gobierno mundial, tendrán el derecho y el poder de hacerlo SOBERANO; y cuando esa potencia mundial representativa o democrática controle las fuerzas terrestres, aéreas y navales del mundo, la paz en la tierra y la buena voluntad entre los hombres podrán prevalecer —pero no antes de ese momento.
1489:4  134:5.13 Podemos citar un ejemplo importante de los siglos diecinueve y veinte: Los cuarenta y ocho estados de la Unión Federal Americana disfrutan de la paz desde hace mucho tiempo. Ya no tienen guerras entre ellos. Han cedido su soberanía al gobierno federal, y mediante el arbitraje de la guerra, han abandonado toda pretensión a las ilusiones de la autodeterminación. Aunque cada estado regula sus asuntos internos, no se ocupa de las relaciones exteriores, de las tarifas, de la inmigración, de las cuestiones militares ni del comercio interestatal. Los estados individuales tampoco se ocupan de las cuestiones de ciudadanía. Los cuarenta y ocho estados sólo sufren los estragos de la guerra cuando la soberanía del gobierno federal se encuentra en algún peligro.

1489:5  134:5.14 Al haber abandonado los sofismas gemelos de la soberanía y de la autodeterminación, estos cuarenta y ocho estados disfrutan de la paz y de la tranquilidad interestatal. De la misma manera, las naciones de Urantia empezarán a disfrutar de la paz cuando traspasen libremente sus soberanías respectivas a las manos de un gobierno global —a la soberanía de la fraternidad de los hombres. En ese estado mundial, las naciones pequeñas serán tan poderosas como las grandes, como sucede con el pequeño estado de Rhode Island, que tiene sus dos senadores en el Congreso Americano, exactamente igual que el populoso estado de Nueva York o el extenso estado de Texas.
1490:1  134:5.15 La soberanía (estatal) limitada de estos cuarenta y ocho estados fue creada por los hombres y para los hombres. La soberanía superestatal (nacional) de la Unión Federal Americana fue creada por los trece primeros de estos estados en su propio beneficio y para el beneficio de los hombres. Algún día, las naciones crearán de manera similar la soberanía supranacional del gobierno planetario de la humanidad, en su propio beneficio y para el beneficio de todos los hombres.
1490:2  134:5.16 Los ciudadanos no nacen para el beneficio de los gobiernos; los gobiernos son organizaciones pensadas y creadas para el beneficio de los hombres. La evolución de la soberanía política no puede tener otro destino que la aparición del gobierno de la soberanía de todos los hombres. Todas las demás soberanías tienen un valor relativo, un significado intermedio y una condición subordinada.
1490:3  134:5.17 Con el progreso científico, las guerras se van a volver cada vez más devastadoras, hasta que se conviertan prácticamente en un suicidio racial. ¿Cuántas guerras mundiales tendrán que producirse y cuántas ligas de naciones tendrán que fracasar antes de que los hombres estén dispuestos a establecer el gobierno de la humanidad, y empiecen a disfrutar de las bendiciones de una paz permanente, y a prosperar gracias a la tranquilidad de la buena voluntad —la buena voluntad mundial— entre los hombres?

 

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