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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 135

JUAN EL BAUTISTA

 

4. LA MUERTE DE ISABEL

1499:1  135:4.1 El 17 de agosto del año 22, cuando Juan tenía veintiocho años, su madre falleció repentinamente. Como los amigos de Isabel conocían las restricciones nazarenas respecto al contacto con los muertos, incluídos los de la propia familia, hicieron todos los arreglos para el entierro de Isabel antes de mandar a buscar a Juan. Cuando recibió la noticia de la muerte de su madre, Juan ordenó a Ezda que llevara sus rebaños a En-Gedi y partió para Hebrón.
1499:2  135:4.2 Al regresar a En-Gedi después del funeral de su madre, donó sus rebaños a la hermandad y se apartó del mundo exterior durante una temporada para ayunar y orar. Juan sólo conocía los métodos antiguos para acercarse a la divinidad; sólo conocía las historias de Elías, Samuel y Daniel. Elías era su ideal como profeta. Elías era el primer educador de Israel que fue considerado como un profeta, y Juan creía sinceramente que él mismo sería el último de este largo e ilustre linaje de mensajeros del cielo.
1499:3  135:4.3 Juan vivió en En-Gedi durante dos años y medio, y persuadió a la mayoría de la hermandad de que "se acercaba el fin de la era", de que "el reino de los cielos estaba a punto de aparecer". Todas sus primeras enseñanzas estaban basadas en la idea y el concepto corrientes que tenían los judíos de un Mesías prometido a la nación judía para liberarla de la dominación de sus gobernantes gentiles.
1499:4  135:4.4 Durante todo este período, Juan leyó asíduamente los escritos sagrados que encontró en el hogar de los nazarenos de En-Gedi. Le impresionó de manera especial Isaías y también Malaquías, el último de los profetas hasta aquel momento. Leyó y releyó los últimos cinco capítulos de Isaías, y creyó en aquellas profecías. Entonces se puso a leer en Malaquías: "He aquí, os enviaré a Elías, el profeta, antes de que llegue el gran y terrible día del Señor; él orientará el corazón de los padres hacia los hijos y el corazón de los hijos hacia sus padres, para que yo no venga a castigar la tierra con una maldición." Esta promesa del regreso de Elías, hecha por Malaquías, fue lo único que impidió a Juan salir fuera a predicar sobre el reino venidero, y exhortar a sus compatriotas judíos a evitar la ira por venir. Juan estaba maduro para proclamar el mensaje del reino venidero, pero esta esperanza de que Elías regresaría lo retuvo durante más de dos años. Sabía que él no era Elías. ¿Qué quería decir Malaquías? ¿Su profecía era literal o figurada? ¿Cómo podía conocer la verdad? Finalmente se atrevió a pensar que, puesto que el primer profeta se había llamado Elías, el último también debía ser conocido finalmente por el mismo nombre. Sin embargo, tenía dudas, unas dudas suficientes como para impedirle llamarse a sí mismo Elías.
1499:5  135:4.5 Fue la influencia de Elías la que hizo que Juan adoptara sus métodos de ataque directo y áspero contra los pecados y los vicios de sus contemporáneos. Intentó vestirse como Elías y procuró hablar como Elías; en todo su aspecto exterior se parecía al antiguo profeta. Era un hijo de la naturaleza igual de fuerte y pintoresco, un predicador de la rectitud igual de intrépido y temerario. Juan no era analfabeto, conocía bien las sagradas escrituras judías, pero tenía poca cultura. Era un pensador de ideas claras, un orador poderoso y un acusador ardiente. No se puede decir que fuera un ejemplo para su época, pero sí era una censura elocuente.
1499:6  135:4.6 Finalmente elaboró un método para proclamar la nueva era, el reino de Dios. Decidió que se iba a convertir en el precursor del Mesías. Barrió todas las dudas y partió de En-Gedi, un día de marzo del año 25, para empezar su corta pero brillante carrera como predicador público.

 

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