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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 137

EL TIEMPO DE ESPERA EN GALILEA

 

4. LAS BODAS DE CANÁ

1528:4  137:4.1 Hacia el mediodía del miércoles, cerca de mil convidados habían llegado a Caná, más de cuatro veces el número de invitados a la fiesta nupcial. Los judíos tenían la costumbre de celebrar los casamientos los miércoles, y las invitaciones habían sido enviadas con un mes de antelación. Durante la mañana y el principio de la tarde, aquello se parecía más a una recepción pública para Jesús que a una boda. Todo el mundo quería saludar a este galileo casi famoso, y él era sumamente cordial con todos, jóvenes y viejos, judíos y gentiles. Todos se regocijaron cuando Jesús accedió a encabezar la procesión nupcial preliminar.
1528:5  137:4.2 Jesús era ahora enteramente consciente de su existencia humana, de su preexistencia divina, y del estado de sus naturalezas humana y divina combinadas o fusionadas. Con un equilibrio perfecto podía jugar en todo momento su papel humano o asumir inmediatamente las prerrogativas de la personalidad de su naturaleza divina.
1528:6  137:4.3 A medida que pasaba el día, Jesús se fue haciendo cada vez más consciente de que la gente esperaba que efectuara algún prodigio; comprendió especialmente que su familia y sus seis discípulos-apóstoles esperaban que anunciara su futuro reino de una manera apropiada mediante alguna manifestación sorprendente y sobrenatural.
1529:1  137:4.4 Al principio de la tarde, María llamó a Santiago y juntos se atrevieron a acercarse a Jesús para preguntarle si estaría dispuesto a confiar en ellos hasta el punto de informarles en qué momento y lugar de las ceremonias de la boda había planeado manifestarse como un "ser sobrenatural". En cuanto abordaron esta cuestión con Jesús, vieron que habían suscitado su indignación característica. Él se limitó a decir: "Si me amáis, entonces disponeos a aguardar conmigo mientras espero la voluntad de mi Padre que está en los cielos." Pero la elocuencia de su reproche residía en la expresión de su rostro.
1529:2  137:4.5 El Jesús humano se sintió muy decepcionado por esta acción de su madre, y se quedó muy pensativo por su propia reacción a la sugerencia de ella de que se permitiera entregarse a alguna demostración exterior de su divinidad. Ésta era precísamente una de las cosas que había decidido no hacer cuando estuvo recientemente aislado en las colinas. María estuvo muy deprimida durante varias horas. Le dijo a Santiago: "No puedo comprenderlo. ¿Qué significa todo esto? ¿Su extraña conducta nunca tendrá fin?" Santiago y Judá trataron de consolar a su madre, mientras que Jesús se retiraba para estar a solas durante una hora. Pero volvió a la reunión, mostrándose una vez más alegre y desenfadado.

1529:3  137:4.6 El casamiento tuvo lugar en medio de un silencio expectante, pero toda la ceremonia finalizó y el huésped de honor no hizo un solo gesto, no pronunció una sola palabra. Entonces se empezó a cuchichear que el carpintero y constructor de barcas, proclamado por Juan como "el Libertador", descubriría su juego durante las fiestas de la noche, quizás en la cena nupcial. Pero Jesús apartó eficazmente de la mente de sus seis discípulos-apóstoles toda esperanza de una demostración de este tipo, cuando los reunió un poco antes de la cena nupcial y les dijo muy seriamente: "No creáis que he venido a este lugar para efectuar algún prodigio que satisfaga a los curiosos o que convenza a los que dudan. Estamos aquí más bien para esperar la voluntad de nuestro Padre que está en los cielos". Cuando María y los demás lo vieron deliberando con sus asociados, estuvieron plenamente persuadidos en su propia mente de que algo extraordinario estaba a punto de suceder. Y todos se sentaron para disfrutar en buena compañía de la cena nupcial y de la noche de fiesta.

1529:4  137:4.7 El padre del novio había suministrado vino en abundancia para todos los huéspedes invitados a la fiesta nupcial, pero ¿cómo iba a suponer que la boda de su hijo se iba a convertir en un acontecimiento tan íntimamente asociado con la esperada manifestación de Jesús como libertador mesiánico? Estaba encantado de tener el honor de contar entre sus huéspedes al célebre galileo, pero antes de que terminara la cena nupcial, los criados le trajeron la noticia desconcertante de que el vino se estaba acabando. Cuando la cena oficial hubo terminado y los invitados se paseaban por el jardín, la madre del novio le confió a María que la provisión de vino se había agotado. Y María le dijo en confianza: "No se preocupe —hablaré con mi hijo. Él nos ayudará." Y se atrevió a hablar así, a pesar de la reprimenda recibida pocas horas antes.
1529:5  137:4.8 Durante muchos años, María siempre se había dirigido a Jesús para que la ayudara en cada una de las crisis de su vida familiar en Nazaret, de manera que fue muy natural para ella pensar en él en este momento. Pero esta madre ambiciosa tenía también otros motivos para acudir a su hijo mayor en esta ocasión. Jesús estaba solo en un rincón del jardín, y su madre se le acercó diciendo: "Hijo mío, no tienen vino." Y Jesús contestó: "Mi buena mujer, ¿en qué me concierne ese asunto?" María dijo: "Pero yo creo que ha llegado tu hora. ¿No puedes ayudarnos?" Jesús replicó: "Afirmo de nuevo que no he venido para actuar de esa manera. ¿Por qué me molestas otra vez con esos asuntos?" Entonces, echándose a llorar, María le suplicó: "Pero, hijo mío, les he prometido que nos ayudarías. ¿No querrías hacer algo por mí, por favor?" Entonces dijo Jesús: "Mujer, ¿quién te ha dicho que hagas ese tipo de promesas? Cuídate de no volverlo a hacer. En todas las cosas debemos servir la voluntad del Padre que está en los cielos."
1530:1  137:4.9 María, la madre de Jesús, se quedó aplastada; ¡estaba aturdida! Mientras permanecía allí inmóvil delante de él, con el rostro lleno de lágrimas, el corazón humano de Jesús se rindió de compasión por la mujer que lo había llevado en su seno. Se inclinó hacia ella, puso tiernamente la mano sobre su cabeza, y le dijo: "Vamos, vamos, madre María, no te aflijas por mis palabras aparentemente duras. ¿No te he dicho muchas veces que he venido solamente para hacer la voluntad de mi Padre celestial? Con mucho gusto haría lo que me pides si formara parte de la voluntad del Padre..." Y Jesús se quedó cortado, vacilando. María pareció percibir que algo estaba sucediendo. Dando un salto, arrojó sus brazos alrededor del cuello de Jesús, lo besó, y se precipitó hacia la sala de los criados, diciendo: "Cualquier cosa que mi hijo os diga, hacedla" Pero Jesús no dijo nada. Ahora se daba cuenta de que ya había dicho demasiado —o más bien que había deseado demasiado con su pensamiento.
1530:2  137:4.10 María saltaba de alegría. No sabía cómo se produciría el vino, pero creía confiadamente de que por fin había persuadido a su hijo primogénito para que afirmara su autoridad, para que se atreviera a presentarse resueltamente, reclamara su posición y mostrara su poder mesiánico. A causa de la presencia y de la asociación de ciertos poderes y personalidades universales, que todos los allí presentes ignoraban por completo, ella no iba a ser defraudada. El vino que María deseaba y que Jesús, el Dios-hombre, anhelaba humanamente por simpatía, estaba en camino.
1530:3  137:4.11 Cerca de allí había seis grandes vasijas de piedra, llenas de agua, con unos ochenta litros cada una. Este agua estaba destinada a utilizarse posteriormente en las ceremonias finales de purificación de la celebración matrimonial. La agitación de los criados alrededor de estas enormes vasijas de piedra, bajo la activa dirección de su madre, atrajo la atención de Jesús. Al acercarse, observó que estaban sacando vino a cántaros llenos.
1530:4  137:4.12 Jesús se fue dando cuenta gradualmente de lo que había sucedido. De todas las personas presentes en la fiesta matrimonial de Caná, Jesús era el más sorprendido. Los otros habían esperado que efectuara un prodigio, pero eso era precisamente lo que se había propuesto no hacer. Entonces, el Hijo del Hombre recordó la advertencia que su Ajustador del Pensamiento Personalizado le había hecho en las colinas. Recordó cómo el Ajustador le había avisado que ningún poder o personalidad podía privarlo de su prerrogativa como creador de ser independiente del tiempo. En esta ocasión, los transformadores del poder, los medianos y todas las demás personalidades que se requerían, estaban reunidas cerca del agua y de los otros elementos necesarios, y en presencia del deseo expresado por el Soberano Creador del Universo, no había manera de evitar la aparición instantánea del vino. La producción de este incidente estaba asegurada de manera doble, pues el Ajustador Personalizado había notificado que la ejecución del deseo del Hijo no infringía de ninguna manera la voluntad del Padre.
1530:5  137:4.13 Pero esto no fue un milagro en ningún sentido. Ninguna ley de la naturaleza fue modificada, abolida o ni siquiera trascendida. Lo único que se produjo fue la anulación del tiempo en asociación con la reunión celestial de los elementos químicos indispensables para la elaboración del vino. En Caná, en esta ocasión, los agentes del Creador hicieron el vino exactamente como lo hacen mediante los procesos naturales ordinarios, salvo que lo hicieron con independencia del tiempo y con la intervención de agentes sobrehumanos para reunir en el espacio los ingredientes químicos necesarios.
1531:1  137:4.14 Además, era evidente que la realización de este pretendido milagro no era contraria a la voluntad del Padre del Paraíso, pues de otra manera no se hubiera producido, ya que Jesús se había sometido en todas las cosas a la voluntad del Padre.

1531:2  137:4.15 Cuando los criados sacaron este nuevo vino y lo llevaron al padrino de boda, el "maestro de ceremonias", y éste lo hubo probado, llamó al novio, diciéndole: "Es costumbre servir primero el buen vino, y cuando los convidados han bebido bien, se trae el fruto inferior de la vid; pero tú has guardado el mejor vino para el final de la fiesta."
1531:3  137:4.16 María y los discípulos de Jesús se regocijaron mucho con el supuesto milagro, pensando que Jesús lo había efectuado intencionalmente, pero Jesús se retiró a un rincón abrigado del jardín y se enfrascó en una seria meditación durante breves momentos. Finalmente concluyó que, dadas las circunstancias, el incidente estaba más allá de su control personal, y al no ser contrario a la voluntad de su Padre, era inevitable. Cuando regresó entre los invitados, éstos lo miraron con temor; todos creían que era el Mesías. Pero Jesús estaba dolorosamente perplejo; sabía que sólo creían en él a causa del extraño suceso que accidentalmente habían contemplado. Jesús se retiró de nuevo durante un rato a la azotea de la casa para meditar sobre todo aquello.
1531:4  137:4.17 Jesús comprendió entonces plenamente que debía mantenerse contínuamente alerta para que su inclinación a la simpatía y a la compasión no fuera responsable de otros incidentes de este tipo. Sin embargo, muchos acontecimientos similares se produjeron antes de que el Hijo del Hombre se despidiera definitivamente de su vida mortal en la carne.

 

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