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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 137

EL TIEMPO DE ESPERA EN GALILEA

 

5. DE REGRESO A CAFARNAUM

1531:5  137:5.1 Aunque muchos de los invitados se quedaron durante toda la semana de las festividades nupciales, Jesús, con sus discípulos-apóstoles recién escogidos —Santiago, Juan, Andrés, Pedro, Felipe y Natanael— partió a la mañana siguiente muy temprano para Cafarnaum, marchándose sin despedirse de nadie. La familia de Jesús y todos sus amigos de Caná estaban muy apenados por su partida tan repentina, y Judá, su hermano menor, salió en su búsqueda. Jesús y sus apóstoles fueron directamente a la casa de Zebedeo en Betsaida. Durante este viaje, Jesús habló con sus asociados recién escogidos de muchas cosas importantes para el reino venidero y les advirtió especialmente que no mencionaran la transformación del agua en vino. También les aconsejó que evitaran, en su futuro trabajo, las ciudades de Séforis y Tiberiades.
1531:6  137:5.2 Aquella noche, después de la cena, en el hogar de Zebedeo y Salomé, Jesús celebró una de las conferencias más importantes de toda su carrera terrestre. En esta reunión sólo estuvieron presentes los seis apóstoles; Judá llegó cuando estaban a punto de separarse. Estos seis hombres escogidos habían viajado con Jesús desde Caná hasta Betsaida caminando, por así decirlo, sobre las nubes. Estaban llenos de expectación y emocionados con la idea de haber sido elegidos como asociados inmediatos del Hijo del Hombre. Pero cuando Jesús empezó a decirles claramente quién era él, cuál iba a ser su misión en la tierra y cómo podría terminar quizás, se quedaron aturdidos. No podían comprender lo que les estaba diciendo. Se quedaron sin habla; el mismo Pedro estaba más anonadado de lo que se puede expresar. Sólo Andrés, el profundo pensador, se atrevió a contestar a las recomendaciones de Jesús. Cuando Jesús percibió que no comprendían su mensaje, cuando vio que sus ideas sobre el Mesías judío estaban tan completamente cristalizadas, los envió a descansar mientras él caminaba y conversaba con su hermano Judá. Antes de despedirse de Jesús, Judá le dijo con mucha emoción: "Mi hermano-padre, nunca te he comprendido. No sé con certidumbre si eres lo que mi madre nos ha enseñado, y no comprendo plenamente el reino venidero, pero sí sé que eres un poderoso hombre de Dios. He oído la voz en el Jordán, y creo en ti, sin importarme quien seas." Después de hablar así, Judá se marchó para su propio hogar en Magdala.
1532:1  137:5.3 Aquella noche Jesús no durmió. Envolviéndose en sus mantas, se sentó a la orilla del lago para reflexionar, y reflexionó hasta el alba del día siguiente. Durante las largas horas de esta noche de meditación, Jesús llegó a comprender claramente que nunca conseguiría que sus discípulos lo vieran bajo otra forma que no fuera la del Mesías largo tiempo esperado. Al final reconoció que no había manera de lanzar su mensaje del reino excepto como cumplimiento de la predicción de Juan, y como aquel que los judíos estaban esperando. Después de todo, aunque él no era el Mesías de tipo davídico, sí era en verdad el cumplimiento de las declaraciones proféticas de los videntes del pasado con mayores inclinaciones espirituales. Nunca más negó por completo que fuera el Mesías. Decidió dejar al funcionamiento de la voluntad del Padre la tarea de desenredar finalmente esta complicada situación.
1532:2  137:5.4 A la mañana siguiente, Jesús se reunió con sus amigos en el desayuno, pero formaban un grupo melancólico. Departió con ellos y al final de la comida los reunió a su alrededor, diciendo: "Es voluntad de mi Padre que nos quedemos por aquí durante una temporada. Habéis oído decir a Juan que había venido a preparar el camino para el reino; por lo tanto, nos conviene esperar a que Juan termine su predicación. Cuando el precursor del Hijo del Hombre haya terminado su obra, empezaremos a proclamar la buena nueva del reino." Ordenó a sus apóstoles que volvieran a sus redes, mientras él se preparaba para ir con Zebedeo al astillero. Les prometió que los vería al día siguiente en la sinagoga, donde iba a hablar, y los citó para conferenciar con ellos aquel sábado por la tarde.

 

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