ÍNDICE
previo      continuo
El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 137

EL TIEMPO DE ESPERA EN GALILEA

 

7. CUATRO MESES DE FORMACIÓN

1533:5  137:7.1 Durante cuatro largos meses —marzo, abril, mayo y junio— continuó este tiempo de espera; Jesús mantuvo más de cien reuniones largas y serias, aunque alegres y animadas, con estos seis asociados y su propio hermano Santiago. Debido a enfermedades en su familia, Judá rara vez pudo asistir a estas clases. Santiago no perdió la fe en su hermano Jesús, pero durante estos meses de pausa y de inacción, María casi llegó a desesperar de su hijo. Su fe, que se había elevado a tales alturas en Caná, se hundió ahora hasta niveles muy bajos. Lo único que hacía era recurrir a su exclamación tantas veces repetida: "No consigo comprenderlo. No consigo descifrar qué significa todo esto." Pero la mujer de Santiago contribuyó mucho a sostener el ánimo de María.
1534:1  137:7.2 Durante estos cuatro meses, estos siete creyentes, uno de ellos su propio hermano carnal, aprendieron a conocer a Jesús; estuvieron acostumbrándose a la idea de vivir con este Dios-hombre. Aunque lo llamaban Rabino, estaban aprendiendo a no temerle. Jesús poseía esa gracia incomparable de la personalidad que le permitía vivir entre ellos sin que se sintieran desalentados por su divinidad. Encontraban sumamente fácil ser "amigos de Dios", Dios encarnado en la similitud de la carne mortal. Este compás de espera fue una dura prueba para todo el grupo de creyentes. Nada milagroso sucedió, absolutamente nada. Día tras día se ponían a hacer su trabajo ordinario, y noche tras noche se sentaban a los pies de Jesús. Se mantenían unidos gracias a su personalidad sin igual y a las atractivas palabras que les dirigía noche tras noche.
1534:2  137:7.3 Este período de espera y de enseñanza fue especialmente duro para Simón Pedro. Intentó repetidas veces persuadir a Jesús para que emprendiera la predicación del reino en Galilea mientras Juan continuaba predicando en Judea. Pero Jesús siempre respondía a Pedro: "Ten paciencia, Simón. Haz progresos. No estaremos de ningún modo demasiado preparados cuando el Padre nos llame." Y Andrés tranquilizaba a Pedro de vez en cuando con sus consejos más moderados y filosóficos. Andrés estaba enormemente impresionado por la naturalidad humana de Jesús. Nunca se cansaba de contemplar cómo alguien que podía vivir tan cerca de Dios, podía ser tan amistoso y considerado con los hombres.
1534:3  137:7.4 A lo largo de todo este período, Jesús no habló en la sinagoga más que dos veces. Hacia el final de estas numerosas semanas de espera, los comentarios sobre su bautismo y el vino de Caná habían empezado a calmarse. Y Jesús tuvo cuidado de que no se produjeran más milagros aparentes durante este período. Pero aunque vivían de manera tan tranquila en Betsaida, las extrañas acciones de Jesús habían sido comunicadas a Herodes Antipas, quien a su vez envió a unos espías para averiguar lo que estaba pasando. Pero Herodes estaba más preocupado por la predicación de Juan. Decidió no molestar a Jesús, cuya obra proseguía tan sosegadamente en Cafarnaum.
1534:4  137:7.5 Durante este tiempo de espera, Jesús se esforzó por enseñar a sus asociados la actitud que debían adoptar con respecto a los diversos grupos religiosos y partidos políticos de Palestina. Jesús siempre decía: "Tratamos de ganarlos a todos, pero no pertenecemos a ninguno de ellos."

1534:5  137:7.6 A los escribas y rabinos, en conjunto, se les llamaba fariseos. Ellos se denominaban a sí mismos los "asociados". Eran, en muchos aspectos, el grupo progresista entre todos los judíos, pues habían adoptado muchas enseñanzas que no figuraban claramente en las escrituras hebreas, como la creencia en la resurrección de los muertos, una doctrina que sólo había sido mencionada por Daniel, un profeta reciente.

1534:6  137:7.7 Los saduceos estaban compuestos por el clero y ciertos judíos ricos. No daban tanta importancia a los detalles de la aplicación de la ley. Los fariseos y los saduceos eran en realidad partidos religiosos en lugar de sectas.

1534:7  137:7.8 Los esenios eran una verdadera secta religiosa, que había nacido durante la revuelta de los Macabeos. En algunos aspectos, sus normas eran más exigentes que las de los fariseos. Habían adoptado muchas creencias y prácticas persas, vivían en hermandad en monasterios, practicaban el celibato y lo poseían todo en común. Se especializaban en las enseñanzas sobre los ángeles.

1535:1  137:7.9 Los celotes eran un grupo de fervientes patriotas judíos. Sostenían que todos los métodos estaban justificados en la lucha para liberarse de la esclavitud del yugo romano.

1535:2  137:7.10 Los herodianos eran un partido puramente político que abogaba por la emancipación del gobierno directo de Roma mediante la restauración de la dinastía de Herodes.

1535:3  137:7.11 En el centro mismo de Palestina vivían los samaritanos, con quienes "los judíos no tenían relaciones", a pesar de que tenían muchos puntos de vista similares a las enseñanzas judías.

1535:4  137:7.12 Todos estos partidos y sectas, incluyendo la pequeña hermandad nazarena, creían que el Mesías llegaría algún día. Todos esperaban a un libertador nacional. Pero Jesús fue muy preciso al aclarar que él y sus discípulos no se aliarían con ninguna de estas escuelas de pensamiento o de práctica. El Hijo del Hombre no debía ser ni un nazareno ni un esenio.
1535:5  137:7.13 Aunque más adelante Jesús ordenó a los apóstoles que salieran, como había hecho Juan, a predicar el evangelio e instruir a los creyentes, hizo hincapié en la proclamación de la "buena nueva del reino de los cielos." Inculcó incansablemente a sus asociados que debían "mostrar amor, compasión y simpatía." Desde el principio enseñó a sus seguidores que el reino de los cielos era una experiencia espiritual que tenía que ver con la entronización de Dios en el corazón de los hombres.
1535:6  137:7.14 Mientras que Jesús y los siete se demoraban así antes de lanzarse a su predicación pública activa, pasaban dos noches por semana en la sinagoga estudiando las escrituras hebreas. Años más tarde, después de intensos períodos de trabajo público, los apóstoles recordarían estos cuatro meses como los más preciosos y provechosos de toda su asociación con el Maestro. Jesús enseñó a estos hombres todo lo que podían asimilar. No cometió el error de enseñarles con exceso. No los precipitó en la confusión presentándoles una verdad que sobrepasara demasiado su capacidad de comprensión.

 

previo      continuo