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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 139

Los DOCE APÓSTOLES

 

2. SIMÓN PEDRO

1550:4  139:2.1 Simón tenía treinta años cuando se unió a los apóstoles. Estaba casado, tenía tres hijos y vivía en Betsaida, cerca de Cafarnaum. Su hermano Andrés y la madre de su mujer vivían con él. Tanto Pedro como Andrés estaban asociados en la pesca con los hijos de Zebedeo.
1550:5  139:2.2 El Maestro conocía a Simón desde hacía algún tiempo, antes de que Andrés lo presentara como segundo apóstol. Cuando Jesús le dio a Simón el nombre de Pedro, lo hizo con una sonrisa; iba a ser una especie de apodo. Simón era bien conocido entre todos sus amigos como un tipo imprevisible e impulsivo. Es verdad que, más tarde, Jesús concedió una importancia nueva y significativa a este apodo dado a la ligera.

1550:6  139:2.3 Simón Pedro era un hombre impulsivo, un optimista. Había crecido permitiéndose expresar libremente sus fuertes sentimientos; se metía constantemente en dificultades porque persistía en hablar sin reflexionar. Esta especie de atolondramiento también causaba problemas incesantes a todos sus amigos y asociados, y fue la causa de las numerosas reprimendas suaves que recibió de su Maestro. La única razón que impidió a Pedro meterse en más problemas por motivo de sus palabras irreflexivas fue que aprendió muy pronto a contarle a su hermano Andrés muchos de sus planes y proyectos, antes de aventurarse a proponerlos en público.
1550:7  139:2.4 Pedro era un orador desenvuelto, elocuente y teatral. Era también un conductor de hombres nato e inspirador, un pensador rápido pero no un razonador profundo. Hacía muchas preguntas, más que todos los apóstoles juntos, y aunque la mayoría de ellas eran buenas y pertinentes, muchas eran irreflexivas y tontas. Pedro no tenía una mente profunda, pero conocía su mente bastante bien. Por lo tanto, era un hombre de decisión rápida y de acción repentina. Mientras que los otros conversaban asombrados al ver a Jesús en la playa, Pedro saltó al agua y nadó hacia tierra para encontrarse con el Maestro.

1551:1  139:2.5 La característica que Pedro más admiraba en Jesús era su ternura suprema. Pedro nunca se cansaba de contemplar la indulgencia de Jesús. Nunca olvidó la lección de perdonar a los malhechores no solamente siete veces, sino setenta veces más siete. Reflexionó mucho sobre estas impresiones del carácter misericordioso del Maestro durante los días sombríos y tristes que siguieron a su negación irreflexiva y no planeada de Jesús en el patio del sumo sacerdote.

1551:2  139:2.6 Simón Pedro vacilaba de manera angustiosa; pasaba repentinamente de un extremo al otro. Primero se negó a que Jesús le lavara los pies, y luego, al escuchar la réplica del Maestro, le rogó que le lavara todo el cuerpo. Después de todo, Jesús sabía que las faltas de Pedro provenían de la cabeza y no del corazón. Pedro representaba una de las combinaciones más inexplicables de coraje y cobardía que se hayan visto nunca sobre la tierra. La gran fuerza de su carácter era la lealtad, la amistad. Pedro amaba real y sinceramente a Jesús, y sin embargo, a pesar de esta sublime fuerza de devoción, era tan inestable y variable que permitió que una criada le importunara hasta el punto de renegar de su Señor y Maestro. Pedro podía soportar la persecución y cualquier otra forma de ataque directo, pero se avergonzaba y encogía ante el ridículo. Era un soldado valiente cuando lo atacaban de frente, pero un cobarde miedoso y vil cuando era sorprendido por la retaguardia.
1551:3  139:2.7 Pedro fue el primer apóstol de Jesús que se adelantó para defender la obra de Felipe entre los samaritanos y la de Pablo entre los gentiles; pero más tarde, en Antioquía, se retractó al enfrentarse con unos judaizantes que lo ridiculizaban, y se alejó temporalmente de los gentiles únicamente para atraer la audaz censura de Pablo sobre su cabeza.
1551:4  139:2.8 Fue el primero de los apóstoles que reconoció de todo corazón la humanidad y la divinidad combinadas de Jesús, y el primero —salvo Judas— que renegó de él. Pedro no tenía mucho de soñador, pero le disgustaba descender de las nubes del éxtasis y del entusiasmo de su inclinación teatral, al mundo de la realidad simple y vulgar.
1551:5  139:2.9 Cuando seguía a Jesús, de manera literal y figurada, o bien encabezaba la procesión o se quedaba rezagado —"siguiéndola de lejos." Pero era el predicador más destacado de los doce; contribuyó más que cualquier otra persona, aparte de Pablo, a establecer el reino y a enviar a sus mensajeros, en una sola generación, a los cuatro puntos cardinales de la tierra.
1551:6  139:2.10 Después de renegar atolondradamente del Maestro, se encontró a sí mismo, y bajo la dirección cariñosa y comprensiva de Andrés, fue de nuevo el primero en regresar a las redes de pesca mientras los apóstoles se quedaban para averiguar qué iba a suceder después de la crucifixión. Cuando estuvo completamente seguro de que Jesús lo había perdonado y supo que había sido reintegrado en el seno del Maestro, las llamas del reino ardieron tan vivamente en su alma que se convirtió en una gran luz salvadora para miles de personas que vivían en las tinieblas.

1551:7  139:2.11 Después de partir de Jerusalén y antes de que Pablo se convirtiera en el espíritu dirigente de las iglesias cristianas de los gentiles, Pedro viajó mucho, visitando todas las iglesias desde Babilonia hasta Corinto. Incluso visitó y atendió a muchas iglesias fundadas por Pablo. Aunque Pedro y Pablo diferían mucho en temperamento y educación, e incluso en teología, durante sus últimos años trabajaron juntos en armonía para la edificación de las iglesias.

1552:1  139:2.12 El estilo y la enseñanza de Pedro se manifiestan en parte en los sermones parcialmente transcritos por Lucas, y en el Evangelio de Marcos. Su estilo vigoroso aparece mejor en su carta conocida como la Primera Epístola de Pedro; al menos era así antes de que fuera alterada posteriormente por un discípulo de Pablo.
1552:2  139:2.13 Pero Pedro persistió en cometer el error de intentar convencer a los judíos de que, después de todo, Jesús era real y verdaderamente el Mesías judío. Hasta el día de su muerte, Simón Pedro continuó confundiendo en su mente los conceptos de: Jesús como Mesías judío, Cristo como redentor del mundo, y el Hijo del Hombre como revelación de Dios, el Padre amoroso de toda la humanidad.

1552:3  139:2.14 La esposa de Pedro era una mujer muy capaz. Durante años trabajó de manera aceptable como miembro del cuerpo evangélico femenino, y cuando Pedro fue expulsado de Jerusalén, lo acompañó en todos sus viajes a las iglesias y en todos sus recorridos misioneros. El día en que su ilustre marido dejó la vida, ella fue arrojada a las bestias salvajes en la arena de Roma.

1552:4  139:2.15 Así es como este hombre, Pedro, un amigo íntimo de Jesús, un miembro del círculo interno, partió de Jerusalén y proclamó la buena nueva del reino con poder y gloria hasta que la plenitud de su ministerio llegó a su fin. Consideró que le hacían un gran honor cuando sus captores le informaron que moriría como había muerto su Maestro —en la cruz. Así pues, Simón Pedro fue crucificado en Roma.

 

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