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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 139

Los DOCE APÓSTOLES

 

8. TOMÁS DÍDIMO

1561:1  139:8.1 Tomás era el octavo apóstol y fue escogido por Felipe. En siglos posteriores se le ha conocido como "Tomás el incrédulo", pero sus hermanos apóstoles apenas lo consideraban como un incrédulo crónico. Es cierto que tenía un tipo de mente lógica y escéptica, pero poseía una forma de lealtad valiente que impedía a los que lo conocían íntimamente considerarlo como un escéptico vano.
1561:2  139:8.2 Cuando Tomás se unió a los apóstoles tenía veintinueve años, estaba casado y tenía cuatro hijos. Anteriormente había sido carpintero y albañil, pero después se convirtió en pescador y residía en Tariquea, población situada en la orilla occidental del Jordán, donde el río sale del Mar de Galilea, y estaba considerado como el ciudadano más importante de este pueblecito. Tenía poca instrucción, pero poseía una mente aguda y racional; era hijo de unos padres excelentes que vivían en Tiberiades. Tomás poseía la única mente realmente analítica de los doce; era el verdadero científico del grupo apostólico.
1561:3  139:8.3 Los primeros años de la vida familiar de Tomás habían sido desdichados; sus padres no eran plenamente felices en su vida matrimonial, y esto repercutió en la experiencia adulta de Tomás. Creció con un carácter muy desagradable y pendenciero. Incluso su esposa se alegró de que se uniera a los apóstoles; se sintió aliviada con la idea de que su pesimista marido estaría lejos del hogar la mayor parte del tiempo. Tomás tenía también una vena de desconfianza que hacía muy difícil llevarse pacíficamente con él. Pedro se contrarió mucho al principio por la presencia de Tomás, y se quejaba a su hermano Andrés de que Tomás era "mezquino, malparecido y siempre desconfiado." Pero cuanto más conocieron sus compañeros a Tomás, más lo quisieron. Descubrieron que era extremadamente honrado y resueltamente leal. Era perfectamente sincero e incuestionablemente veraz, pero era un crítico nato y había crecido convirtiéndose en un auténtico pesimista. Su mente analítica estaba afligida por la desconfianza. Estaba perdiendo rápidamente la fe en sus semejantes cuando se asoció con los doce y entró así en contacto con el noble carácter de Jesús. Esta asociación con el Maestro empezó a transformar inmediatamente todo el modo de ser de Tomás, y a efectuar grandes cambios en sus reacciones mentales hacia sus semejantes.
1561:4  139:8.4 La gran fuerza de Tomás era su extraordinaria mente analítica unida a su valor resuelto —una vez que había tomado una decisión. Su gran debilidad era su duda suspicaz, que nunca venció por completo en toda su vida en la carne.
1561:5  139:8.5 En la organización de los doce, Tomás estaba encargado de preparar y dirigir el itinerario, y fue un director capacitado del trabajo y los desplazamientos del cuerpo apostólico. Era un buen ejecutivo, un excelente hombre de negocios, pero estaba limitado por sus numerosos cambios de humor; no era el mismo hombre de un día para el siguiente. Cuando se unió a los apóstoles tenía inclinación por las cavilaciones melancólicas, pero el contacto con Jesús y los apóstoles lo curó en gran medida de esta morbosa introspección.
1561:6  139:8.6 Jesús disfrutaba mucho con la compañía de Tomás y tuvo muchas conversaciones largas y personales con él. La presencia de Tomás entre los apóstoles era un gran consuelo para todos los escépticos honrados y animó a muchas mentes afligidas a entrar en el reino, aunque no pudieran comprender íntegramente todos los aspectos espirituales y filosóficos de las enseñanzas de Jesús. La presencia de Tomás entre los doce era una declaración permanente de que Jesús amaba incluso a los escépticos honrados.
1562:1  139:8.7 Los otros apóstoles tenían veneración por Jesús a causa de algún rasgo especial y destacado de su personalidad tan rica, pero Tomás veneraba a su Maestro por su carácter magníficamente equilibrado. Tomás admiraba y honraba cada vez más a aquel que era tan afectuosamente misericordioso y sin embargo justo y equitativo de manera tan inflexible; que era tan firme pero nunca testarudo; tan tranquilo, pero nunca indiferente; tan socorrido y tan compasivo, pero nunca entrometido ni dictatorial; tan fuerte pero al mismo tiempo tan dulce; tan positivo, pero nunca tosco ni brusco; tan tierno pero nunca vacilante; tan puro e inocente, pero al mismo tiempo tan viril, dinámico y enérgico; tan verdaderamente valiente, pero nunca temerario ni imprudente; tan amante de la naturaleza, pero tan libre de toda tendencia a venerarla; tan lleno de humor y tan jovial, pero tan libre de ligereza y de frivolidad. Esta incomparable simetría de su personalidad era lo que tanto encantaba a Tomás. De los doce, él era probablemente el que mejor comprendía intelectualmente a Jesús y apreciaba mejor su personalidad.

1562:2  139:8.8 En los consejos de los doce, Tomás era siempre precavido y defendía la política de "primero la seguridad", pero si se votaba en contra de su conservadurismo o se rechazaba, siempre era el primero en lanzarse intrépidamente a ejecutar el programa que se había aprobado. Una y otra vez se oponía a un proyecto determinado por considerarlo arriesgado y temerario, y lo debatía encarnizadamente hasta el final; pero cuando Andrés sometía la proposición a votación, y cuando los doce escogían hacer aquello contra lo que se había opuesto tan enérgicamente, Tomás era el primero en decir: "¡Vamos!". Era un buen perdedor. No guardaba rencor ni alimentaba resentimientos. Una y otra vez se opuso a dejar que Jesús se expusiera a un peligro, pero cuando el Maestro decidía correr ese riesgo, siempre era Tomás el que reunía a los apóstoles con sus valientes palabras: "Venid, camaradas, vamos a morir con él."
1562:3  139:8.9 En algunos aspectos, Tomás era como Felipe, también quería "que le mostraran"; pero sus expresiones exteriores de duda se basaban en mecanismos intelectuales completamente diferentes. Tomás era analítico, y no simplemente escéptico. En cuanto al valor físico personal, era uno de los más valientes de los doce.

1562:4  139:8.10 Tomás tenía algunos días muy malos; a veces estaba triste y abatido. La pérdida de su hermana gemela, cuando él tenía nueve años, le había producido mucha pena juvenil y había aumentado los problemas temperamentales de su vida posterior. Cuando Tomás se desalentaba, a veces era Natanael quien le ayudaba a recuperarse, otras veces Pedro, y con frecuencia uno de los gemelos Alfeo. Desgraciadamente, cuando estaba más deprimido siempre trataba de evitar el contacto directo con Jesús. Pero el Maestro estaba al corriente de todo esto y tenía una simpatía comprensiva por su apóstol cuando estaba así de afligido por la depresión y acosado por las dudas.
1562:5  139:8.11 Tomás conseguía a veces permiso de Andrés para marcharse a solas durante un día o dos. Pero pronto aprendió que este modo de obrar era poco sabio; pronto descubrió que cuando estaba abatido era mejor aferrarse a su trabajo y permanecer cerca de sus compañeros. Pero independientemente de lo que sucediera en su vida emocional, continuaba siendo firmemente un apóstol. Cuando realmente llegaba el momento de ir hacia adelante, siempre era Tomás el que decía: "¡Vamos!".
1562:6  139:8.12 Tomás es el gran ejemplo de un ser humano que tiene dudas, se enfrenta con ellas y las vence. Tenía una mente poderosa y no era un crítico mordaz. Era un pensador lógico; era la prueba decisiva para Jesús y sus compañeros apóstoles. Si Jesús y su obra no hubieran sido auténticos, no hubieran podido retener, desde el principio hasta el fin, a un hombre como Tomás. Tenía un sentido agudo y seguro de los hechos. Al primer síntoma de fraude o de engaño, Tomás los hubiera abandonado a todos. Los científicos pueden no comprender plenamente todo lo concerniente a Jesús y su obra en la tierra, pero allí había un hombre que vivió y trabajó con el Maestro y sus asociados humanos, cuya mente era la de un verdadero científico —Tomás Dídimo— y él creía en Jesús de Nazaret.

1563:1  139:8.13 Tomás pasó por momentos difíciles durante los días del juicio y la crucifixión. Estuvo sumido algún tiempo en los abismos de la desesperación, pero recobró su valor, se pegó tenazmente a los apóstoles y estuvo presente con ellos para acoger a Jesús en el Mar de Galilea. Sucumbió por algún tiempo a la depresión de su incredulidad, pero finalmente recuperó su fe y su valor. Aconsejó sabiamente a los apóstoles después de Pentecostés y cuando la persecución dispersó a los creyentes, fue a Chipre, Creta, la costa norteafricana y Sicilia, predicando la buena nueva del reino y bautizando a los creyentes. Tomás continuó predicando y bautizando hasta que fue capturado por los agentes del gobierno romano y ejecutado en Malta. Sólo unas semanas antes de su muerte había empezado a escribir la vida y las enseñanzas de Jesús.

 

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