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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 139

Los DOCE APÓSTOLES

 

9. y 10. SANTIAGO Y JUDAS ALFEO

1563:2  139:9.1 Santiago y Judas, los hijos de Alfeo, los pescadores gemelos que vivían cerca de Jeresa, fueron los noveno y décimo apóstoles, y fueron escogidos por Santiago y Juan Zebedeo. Tenían veintiseis años y estaban casados; Santiago tenía tres hijos y Judas dos.

1563:3  139:9.2 No hay mucho que decir sobre estos dos pescadores corrientes. Amaban a su Maestro y Jesús los amaba, pero nunca interrumpían sus discursos con preguntas. Comprendían muy poca cosa de las discusiones filosóficas o de los debates teológicos de sus compañeros apóstoles, pero les alegraba encontrarse entre los miembros de este grupo de hombres importantes. Estos dos hombres eran casi idénticos en su apariencia personal, en sus características mentales y en el alcance de su percepción espiritual. Lo que puede decirse de uno se puede aplicar al otro.
1563:4  139:9.3 Andrés les asignó el trabajo de mantener el orden entre las multitudes. Eran los celadores principales durante las horas de predicación y, de hecho, los servidores generales y los recaderos de los doce. Ayudaban a Felipe con los víveres, llevaban el dinero de Natanael a las familias, y siempre estaban dispuestos a prestar ayuda a cualquiera de los apóstoles.
1563:5  139:9.4 Las multitudes de gente común y corriente se sentían muy estimuladas al ver a dos personas como ellas honradas con un puesto entre los apóstoles. Mediante su admisión como apóstoles, estos gemelos mediocres fueron el medio de atraer al reino a numerosos creyentes pusilánimes. Además, la gente común y corriente aceptaba mejor la idea de ser conducida y dirigida por unos celadores oficiales que se parecían mucho a ellos mismos.
1563:6  139:9.5 Santiago y Judas, a quienes también se les llamaba Tadeo y Lebeo, no tenían puntos fuertes ni débiles. Los apodos que les dieron los discípulos eran designaciones bondadosas de mediocridad. Eran "los menores de todos los apóstoles"; lo sabían y se sentían complacidos con ello.

1563:7  139:9.6 Santiago Alfeo amaba especialmente a Jesús por la sencillez del Maestro. Estos gemelos no podían comprender la mente de Jesús, pero captaban el vínculo de simpatía entre ellos y el corazón de su Maestro. Su mente no era de un orden elevado; incluso se les podría calificar respetuosamente de estúpidos, pero efectuaron una experiencia real en su naturaleza espiritual. Creían en Jesús; eran hijos de Dios y miembros del reino.
1564:1  139:9.7 Judas Alfeo se sentía atraído por Jesús debido a la humildad sin ostentación del Maestro. Una humildad así, unida a una dignidad personal semejante, ejercía una gran atracción sobre Judas. El hecho de que Jesús recomendara siempre que no mencionaran sus actos extraordinarios causaba una gran impresión a este sencillo hijo de la naturaleza.

1564:2  139:9.8 Los gemelos eran unos asistentes bondadosos y simples, y todo el mundo los quería. Jesús acogió a estos jóvenes, dotados de un solo talento, en puestos de honor de su plana mayor personal en el reino porque existen miles de millones de otras almas semejantes, simples y temerosas, en los mundos del espacio, a quienes el Maestro desea acoger igualmente en una comunión activa y creyente con él y con su Espíritu de la Verdad efusionado. Jesús no desprecia la pequeñez, sino sólo el mal y el pecado. Santiago y Judas eran limitados, pero también fieles. Eran simples e ignorantes, pero también generosos, cariñosos y desprendidos.
1564:3  139:9.9 Qué orgullo más grato sintieron estos hombres humildes el día en que el Maestro se negó a aceptar a cierto hombre rico como evangelista, a menos que vendiera sus bienes y ayudara a los pobres. Cuando la gente escuchó esto y contempló a los gemelos entre sus consejeros, supieron con seguridad que Jesús no hacía acepción de personas. ¡Sólo una institución divina —el reino de los cielos— podía construírse sobre unos fundamentos humanos tan mediocres!
1564:4  139:9.10 En toda su asociación con Jesús, los gemelos sólo se atrevieron una o dos veces a hacer preguntas en público. Cierta vez, Judas se sintió intrigado hasta el punto de hacerle una pregunta a Jesús cuando el Maestro habló de revelarse abiertamente al mundo. Se sintió un poco decepcionado de que ya no hubiera secretos que pertenecieran a los doce, y se atrevió a preguntar: "Pero, Maestro, cuando te proclames así al mundo, ¿cómo nos favorecerás con manifestaciones especiales de tu bondad?".

1564:5  139:9.11 Los gemelos sirvieron fielmente hasta el fin, hasta los días sombríos del juicio, la crucifixión y la desesperación. Nunca perdieron la fe de su corazón en Jesús y (con excepción de Juan) fueron los primeros en creer en su resurrección. Pero no pudieron comprender el establecimiento del reino. Poco después de que su Maestro fuera crucificado, regresaron a sus familias y a sus redes; su trabajo había concluído. No estaban capacitados para proseguir en las batallas más complejas del reino. Pero vivieron y murieron conscientes de haber sido honrados y bendecidos con cuatro años de asociación estrecha y personal con un Hijo de Dios, el autor soberano de un universo.

 

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