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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 141

EL COMIENZO DE LA OBRA PÚBLICA

 

4. LA ENSEÑANZA SOBRE EL PADRE

1590:4  141:4.1 Durante su estancia en Amatus, Jesús pasó mucho tiempo enseñando a los apóstoles el nuevo concepto de Dios; les inculcó una y otra vez que Dios es un Padre, y no un contable grande y supremo que se ocupa principalmente de efectuar asientos perjudiciales contra sus hijos desviados de la tierra, registrando sus pecados y maldades para luego utilizarlos contra ellos cuando se siente a juzgarlos como justo Juez de toda la creación. Desde hacía mucho tiempo, los judíos habían concebido a Dios como un rey por encima de todo, e incluso como un Padre de la nación, pero ninguna cantidad importante de hombres mortales había sostenido antes la idea de Dios como Padre amoroso de cada individuo.
1590:5  141:4.2 En respuesta a la pregunta de Tomás: "¿Quién es este Dios del reino?", Jesús replicó: "Dios es tu Padre, y la religión —mi evangelio— no es ni más ni menos que reconocer la verdad, creyéndolo, de que tú eres su hijo. Y yo estoy aquí, viviendo en la carne entre vosotros, para clarificar estas dos ideas con mi vida y mis enseñanzas."
1590:6  141:4.3 Jesús también intentó liberar la mente de sus apóstoles de la idea de que ofrecer sacrificios de animales era un deber religioso. Pero estos hombres, educados en la religión del sacrificio diario, eran lentos en comprender lo que les quería decir. Sin embargo, el Maestro no se cansó de enseñarles. Cuando no conseguía llegar a la mente de todos los apóstoles mediante un solo ejemplo, volvía a repetir su mensaje, empleando otro tipo de parábola, con objeto de iluminarlos.

1590:7  141:4.4 Por esta misma época, Jesús empezó a enseñar más plenamente a los doce sobre su misión de "consolar a los afligidos y de cuidar a los enfermos". El Maestro les enseñó muchas cosas sobre el hombre completo —la unión del cuerpo, la mente y el espíritu para formar el individuo, hombre o mujer. Jesús expuso a sus asociados los tres tipos de aflicción que iban a encontrar, y luego les explicó cómo deberían ayudar a todos los que sufren los dolores de las enfermedades humanas. Les enseñó a reconocer:

1. Las enfermedades de la carne —las aflicciones generalmente consideradas como enfermedades físicas.
2. Las mentes perturbadas —las aflicciones no físicas, posteriormente consideradas como dificultades y desórdenes emocionales y mentales.
3. La posesión por los malos espíritus.

1591:4  141:4.5 En diversas ocasiones, Jesús explicó a sus apóstoles la naturaleza de estos malos espíritus, y les dijo algunas cosas sobre su origen; en aquella época también se les llamaba a menudo espíritus impuros. El Maestro conocía bien la diferencia entre la posesión por los malos espíritus y la demencia, pero los apóstoles lo ignoraban. En vista de su conocimiento limitado de la historia primitiva de Urantia, Jesús tampoco podía emprender la tarea de hacerles comprender plenamente esta cuestión. Pero les dijo muchas veces, aludiendo a estos malos espíritus: "No volverán a molestar a los hombres cuando yo haya ascendido hasta mi Padre que está en los cielos, y después de que haya derramado mi espíritu sobre todo el género humano, en la época en que el reino vendrá con gran poder y gloria espiritual."
1591:5  141:4.6 Semana tras semana y un mes tras otro, a lo largo de todo este año, los apóstoles prestaron cada vez más atención a la tarea de curar a los enfermos.

 


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