ÍNDICEEl libro de Urantia Edición1999
ESCRITO 141 EL COMIENZO DE LA OBRA PÚBLICA
1591:6 141:5.1 Una de las conferencias nocturnas más extraordinarias de Amatus fue la sesión en la que se discutió sobre la unidad espiritual. Santiago Zebedeo había preguntado: "Maestro, ¿cómo podemos aprender a tener el mismo punto de vista, y a disfrutar así de una mayor armonía entre nosotros?" Cuando Jesús escuchó esta pregunta, su espíritu se alteró de tal manera que replicó: "Santiago, Santiago, ¿cuándo te he enseñado que todos debéis tener el mismo punto de vista? He venido al mundo para proclamar la libertad espiritual, a fin de que los mortales puedan tener el poder de vivir una vida individual original y libre ante Dios. No deseo que la armonía social y la paz fraternal se adquieran a costa del sacrificio de la personalidad libre y de la originalidad espiritual. Lo que yo os pido, a mis apóstoles, es la unidad espiritual —y eso lo podéis experimentar en la alegría de vuestra dedicación unida a hacer de todo corazón la voluntad de mi Padre que está en los cielos. No necesitáis tener el mismo punto de vista, sentir de la misma manera o ni siquiera pensar de la misma manera, para espiritualmente. La unidad espiritual procede de la conciencia de que cada uno de vosotros está habitado, y cada vez más gobernado, por el don espiritual del Padre celestial. Vuestra armonía apostólica debe originarse en el hecho de que la esperanza espiritual de cada uno de vosotros es idéntica en su origen, naturaleza y destino.
1591:7 141:5.2 "De esta manera podéis experimentar una unidad perfeccionada de intención espiritual y de comprensión espiritual, que tiene su origen en la conciencia mútua de la identidad de cada uno de vuestros espíritus paradisiacos internos; y podéis disfrutar toda esta profunda unidad espiritual en presencia misma de la extrema diversidad de vuestras actitudes individuales en lo referente a la reflexión intelectual, a los sentimientos propios de vuestro temperamento y a la conducta social. Vuestras personalidades pueden ser agradablemente variadas y notablemente diferentes, pero vuestras naturalezas espirituales y los frutos espirituales de vuestra adoración divina y de vuestro amor fraternal pueden estar tan unificados, que todos los que contemplen vuestra vida reconocerán con toda seguridad esta identidad de espíritu y esta unidad de alma. Reconocerán que habéis estado conmigo y que habéis aprendido así a hacer, de una manera aceptable, la voluntad del Padre que está en los cielos. Podéis conseguir la unidad en el servicio de Dios, aunque cada uno de vosotros cumpla ese servicio siguiendo la técnica de sus propias dotaciones originales de mente, de cuerpo y de alma.
1592:1 141:5.3 "Vuestra unidad espiritual implica dos factores, que siempre se armonizarán en la vida de los creyentes individuales: En primer lugar, poseéis un motivo común para una vida de servicio; todos deseáis por encima de todo hacer la voluntad del Padre que está en los cielos. Y en segundo lugar, todos tenéis una meta común en la existencia; todos os proponéis encontrar al Padre que está en los cielos, mostrando así al universo que os habéis vuelto como él."
1592:2 141:5.4 Jesús volvió muchas veces sobre este tema durante la preparación de los doce. Les dijo repetidamente que no deseaba que los que creían en él se volvieran dogmatizados y uniformizados según las interpretaciones religiosas incluso de los hombres de bien. Una y otra vez previno a sus apóstoles contra la elaboración de credos y el establecimiento de tradiciones, como medio de guiar y controlar a los creyentes en el evangelio del reino.