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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 145

CUATRO DÍAS MEMORABLES EN CAFARNAUM

 

3. LA CURACIÓN A LA PUESTA DEL SOL

1631:6  145:3.1 En el momento en que Jesús y sus apóstoles se disponían a compartir su cena, casi al final de este sábado memorable, todo Cafarnaum y sus alrededores estaban alborotados a causa de estas pretendidas curaciones milagrosas; y todos los que estaban enfermos o afligidos empezaron a prepararse para ir a ver a Jesús, o para que sus amigos los transportaran hasta allí, en cuanto se pusiera el sol. Según las enseñanzas judías, ni siquiera estaba permitido buscar la salud durante las horas sagradas del sábado.
1632:1  145:3.2 Así pues, tan pronto como el sol desapareció por el horizonte, decenas de hombres, mujeres y niños afligidos empezaron a dirigirse hacia la casa de Zebedeo en Betsaida. Un hombre salió con su hija paralítica en cuanto el sol se ocultó por detrás de la casa de su vecino.
1632:2  145:3.3 Los acontecimientos de todo este día habían preparado el escenario para este espectáculo extraordinario a la puesta del sol. Incluso el texto que Jesús había utilizado en su sermón de la tarde daba a entender que la enfermedad debía ser desterrada; ¡y había hablado con un poder y una autoridad sin precedentes! ¡Su mensaje era tan apremiante! Aunque no había apelado a la autoridad humana, había hablado directamente a la conciencia y al alma de los hombres. Aun cuando no había recurrido a la lógica, a las argucias legales o a las aserciones ingeniosas, había efectuado un poderoso llamamiento directo, claro y personal al corazón de sus oyentes.

1632:3  145:3.4 Este sábado fue un gran día en la vida terrestre de Jesús, y en la vida de un universo. Para todo el universo local, la pequeña ciudad judía de Cafarnaum fue, en todos los sentidos, la verdadera capital de Nebadón. El puñado de judíos de la sinagoga de Cafarnaum no eran los únicos seres que escucharon esta importante declaración con la que Jesús concluyó su sermón: "El odio es la sombra del miedo, y la venganza, la máscara de la cobardía." Sus oyentes tampoco podrían olvidar sus palabras benditas, cuando declaró: "El hombre es el hijo de Dios, y no un hijo del diablo."

1632:4  145:3.5 Poco después de la puesta del sol, mientras Jesús y los apóstoles permanecían todavía alrededor de la mesa de la cena, la esposa de Pedro escuchó voces en el patio delantero y, al acercarse a la puerta, vio que se estaba congregando un gran número de enfermos, y que el camino de Cafarnaum estaba atestado de gente que venía a buscar la curación de manos de Jesús. Al contemplar este espectáculo, fue inmediatamente a informar a su marido, el cual se lo dijo a Jesús.
1632:5  145:3.6 Cuando el Maestro salió a la entrada principal de la casa de Zebedeo, sus ojos se encontraron con una masa humana aquejada y afligida. Contempló a casi mil seres humanos enfermos y doloridos; al menos éste era el número de personas reunidas delante de él. Pero no todos los presentes estaban afligidos; algunos habían venido para ayudar a sus seres queridos en este esfuerzo por conseguir la curación.
1632:6  145:3.7 El espectáculo de estos mortales afligidos, hombres, mujeres y niños, que sufrían en gran parte a consecuencia de las equivocaciones y transgresiones de sus propios Hijos a quienes había confiado la administración del universo, conmovió particularmente el corazón humano de Jesús y puso a prueba la misericordia divina de este benévolo Hijo Creador. Pero Jesús sabía bien que nunca podría construir un movimiento espiritual duradero sobre la base de unos prodigios puramente materiales. Había seguido la conducta permanente de abstenerse de exhibir sus prerrogativas de creador. Lo sobrenatural o lo milagroso no habían acompañado a su enseñanza desde el episodio de Caná; sin embargo, esta multitud afligida conmovió su corazón compasivo y apeló poderosamente a su afecto comprensivo.
1632:7  145:3.8 Una voz procedente del patio delantero exclamó: "Maestro, pronuncia la palabra, devuélvenos la salud, cura nuestras enfermedades y salva nuestras almas." Apenas se habían pronunciado estas palabras cuando una inmensa comitiva de serafines, controladores físicos, Portadores de Vida y medianos, que siempre acompañaban a este Creador encarnado de un universo, se prepararon para actuar con poder creativo si su Soberano daba la señal. Éste fue uno de esos momentos, en la carrera terrestre de Jesús, en los que la sabiduría divina y la compasión humana estaban tan entrelazadas en el juicio del Hijo del Hombre, que buscó refugio recurriendo a la voluntad de su Padre.
1632:8  145:3.9 Cuando Pedro imploró al Maestro que atendiera aquellas peticiones de ayuda, Jesús paseó su mirada sobre la muchedumbre de afligidos, y contestó: "He venido al mundo para revelar al Padre y establecer su reino. He vivido mi vida hasta este momento con esa finalidad. Por lo tanto, si fuera la voluntad de Aquel que me ha enviado, y si no es incompatible con mi dedicación a proclamar el evangelio del reino de los cielos, desearía que mis hijos se curaran... y..." pero las demás palabras de Jesús se perdieron en el alboroto.
1633:1  145:3.10 Jesús había transferido la responsabilidad de esta decisión curativa a la autoridad de su Padre. Es evidente que la voluntad del Padre no interpuso ninguna objeción, pues apenas había pronunciado el Maestro estas palabras, el conjunto de personalidades celestiales que servían bajo las órdenes del Ajustador del Pensamiento Personalizado de Jesús se puso poderosamente en movimiento. La enorme comitiva descendió en medio de aquella multitud abigarrada de mortales afligidos, y en unos instantes, 683 hombres, mujeres y niños recuperaron la salud, fueron perfectamente curados de todas sus enfermedades físicas y de otros desórdenes materiales. Una escena semejante no se había visto nunca en la tierra antes de aquel día, ni tampoco después. Para aquellos de nosotros que estaban presentes y contemplaron esta oleada creativa de curaciones, fue en verdad un espectáculo conmovedor.
1633:2  145:3.11 Pero de todos los seres que se quedaron asombrados con esta explosión repentina e inesperada de curación sobrenatural, Jesús era el más sorprendido. En el instante en que su interés y su compasión humanos estaban centrados en la escena de sufrimiento y aflicción desplegada allí ante sus ojos, olvidó tener en cuenta en su mente humana las advertencias exhortatorias de su Ajustador Personalizado; éste le había advertido que, bajo ciertas condiciones y en ciertas circunstancias, era imposible limitar el elemento tiempo en las prerrogativas creadoras de un Hijo Creador. Jesús deseaba que estos mortales que sufrían se curaran, si no se infringía con ello la voluntad de su Padre. El Ajustador Personalizado de Jesús decidió instantáneamente que un acto así de energía creativa no transgrediría en aquel momento la voluntad del Padre del Paraíso; con esta decisión —y teniendo en cuenta que Jesús había expresado previamente el deseo curativo— el acto creativo existió. Aquello que un Hijo Creador desea y su Padre lo quiere, EXISTE. Una curación física y masiva de mortales como ésta no volvió a producirse en toda la vida posterior de Jesús en la tierra.

1633:3  145:3.12 Como era de esperar, la noticia de esta curación a la puesta del sol, en Betsaida de Cafarnaum, se difundió por toda Galilea y Judea, y por regiones más lejanas. Los temores de Herodes se despertaron una vez más; envió a unos observadores para que le informaran sobre la obra y las enseñanzas de Jesús, y para que averiguaran si se trataba del antiguo carpintero de Nazaret o de Juan el Bautista resucitado de entre los muertos.
1633:4  145:3.13 Durante el resto de su carrera terrestre, y a causa principalmente de esta demostración involuntaria de curación física, Jesús se convirtió en lo sucesivo tanto en un médico como en un predicador. Es cierto que continuó enseñando, pero su trabajo personal consistía sobre todo en ayudar a los enfermos y a los afligidos, mientras que sus apóstoles se ocupaban de predicar en público y de bautizar a los creyentes.
1633:5  145:3.14 Pero la mayoría de los que recibieron la curación física sobrenatural, o creativa, durante esta demostración de energía divina después de ponerse el sol, no obtuvieron un beneficio espiritual permanente de esta extraordinaria manifestación de misericordia. Unos pocos fueron edificados realmente gracias a este ministerio físico, pero esta asombrosa erupción de curación creativa, independiente del tiempo, no hizo avanzar el reino espiritual en el corazón de los hombres.
1633:6  145:3.15 Las curaciones milagrosas que acompañaron de vez en cuando la misión de Jesús en la tierra no formaban parte de su plan para proclamar el reino. Fueron accidentalmente inherentes a la presencia en la tierra de un ser divino con unas prerrogativas creadoras casi ilimitadas, en asociación con una combinación sin precedentes de misericordia divina y de compasión humana. Pero estos pretendidos milagros dieron muchos problemas a Jesús, en el sentido de que le proporcionaron una publicidad que ocasionaba prejuicios y le aportaron una notoriedad que no deseaba.

 

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