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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 147

EL PARÉNTESIS DE LA VISITA A JERUSALÉN

 

5. LA VISITA A SIMÓN EL FARISEO

1651:5  147:5.1 Aunque Simón no era un miembro del sanedrín judío, era un fariseo influyente de Jerusalén. Era un creyente poco entusiasta, y a pesar de que podría ser criticado severamente por ello, se atrevió a invitar a Jesús y a sus asociados personales Pedro, Santiago y Juan a un banquete en su casa. Simón había observado al Maestro desde hacía mucho tiempo; estaba muy impresionado por sus enseñanzas y aun más por su personalidad.
1651:6  147:5.2 Los fariseos ricos eran adictos a dar limosnas, y no evitaban la publicidad relacionada con su filantropía. A veces incluso hubieran tocado las trompetas cuando se disponían a dispensar la caridad a un mendigo. Cuando estos fariseos ofrecían un banquete a unos invitados distinguidos, tenían la costumbre de dejar abiertas las puertas de la casa para que incluso los mendigos de la calle pudieran entrar; éstos permanecían de pie junto a las paredes de la sala, detrás de los lechos de los convidados, para estar en condiciones de recibir las porciones de comida que los comensales pudieran echarles.
1651:7  147:5.3 En esta ocasión particular, en la casa de Simón, entre la gente que entraba de la calle había una mujer de mala reputación que recientemente se había vuelto creyente en la buena nueva del evangelio del reino. Esta mujer era bien conocida en todo Jerusalén como la antigua dueña de un burdel considerado de alta categoría, situado muy cerca del patio de los gentiles del templo. Al aceptar las enseñanzas de Jesús, había cerrado su abominable negocio, y había persuadido a la mayoría de las mujeres que estaban asociadas con ella a que aceptaran el evangelio y cambiaran su forma de vida. A pesar de esto, los fariseos continuaban despreciándola mucho y estaba obligada a llevar el cabello suelto —el distintivo de la prostitución. Esta mujer anónima había traído consigo un gran frasco de loción perfumada para ungir; permanecía de pie detrás de Jesús, que estaba recostado para comer, y empezó a ungirle los pies, al mismo tiempo que se los mojaba con sus lágrimas de gratitud, secándoselos con sus cabellos. Cuando hubo terminado la unción, continuó llorando y besándole los pies.
1652:1  147:5.4 Cuando Simón vio todo esto, se dijo para sus adentros: "Si este hombre fuera un profeta, hubiera percibido quién lo está tocando así y de qué tipo de mujer se trata; de una pecadora de mala fama." Sabiendo lo que pasaba por la mente de Simón, Jesús tomó la palabra y dijo: "Simón, hay algo que me gustaría decirte." Simón respondió: "Maestro, dilo." Entonces Jesús dijo: "Un rico prestamista tenía dos deudores. Uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Entonces, como ninguno de ellos tenía con qué pagarle, les perdonó la deuda a los dos. Según tú, Simón, ¿cuál de ellos lo amará más?" Simón contestó: "Supongo que aquel a quien más le perdonó." Y Jesús le dijo: "Has juzgado bien", y señalando a la mujer, continuó: "Simón, mira bien a esta mujer. He entrado en tu casa como invitado, y sin embargo no me has dado agua para mis pies. Esta mujer agradecida me ha lavado los pies con lágrimas y los ha secado con sus cabellos. No me has dado un beso amistoso de bienvenida, pero esta mujer, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. Has olvidado ungirme la cabeza con aceite, pero ella ha ungido mis pies con lociones costosas. ¿Cuál es el significado de todo esto? Simplemente que sus numerosos pecados le han sido perdonados, y esto la ha llevado a amar mucho. Pero los que sólo han recibido un poco de perdón a veces sólo aman un poco." Jesús se volvió hacia la mujer, la cogió de la mano, la levantó y le dijo: "En verdad te has arrepentido de tus pecados, y están perdonados. No te desanimes por la actitud irreflexiva y severa de tus semejantes; continúa tu camino en la alegría y la libertad del reino de los cielos."

1652:2  147:5.5 Cuando Simón y sus amigos que estaban sentados comiendo con él escucharon estas palabras, se quedaron más que sorprendidos y empezaron a cuchichear entre ellos: "¿Quién es este hombre que se atreve incluso a perdonar los pecados?" Cuando Jesús los escuchó murmurar así, se volvió para despedir a la mujer, diciendo: "Mujer, vete en paz; tu fe te ha salvado."
1652:3  147:5.6 Cuando Jesús se levantó con sus amigos para irse, se volvió hacia Simón y le dijo: "Conozco tu corazón, Simón. Sé cómo estás desgarrado entre la fe y la duda, cómo estás desconcertado por el miedo y confundido por el orgullo; pero ruego por ti, para que te abandones a la luz y puedas experimentar en tu situación en la vida esas poderosas transformaciones de mente y de espíritu comparables a los cambios enormes que el evangelio del reino ya ha producido en el corazón de tu visitante no invitada ni bienvenida. Os declaro a todos que el Padre ha abierto las puertas del reino celestial a todos los que tienen la fe necesaria para entrar, y ningún hombre o asociación de hombres podrán cerrar esas puertas ni siquiera al alma más humilde o al pecador supuestamente más flagrante de la tierra, si sinceramente aspiran a entrar." Y Jesús, con Pedro, Santiago y Juan, se despidieron de su anfitrión y fueron a reunirse con el resto de los apóstoles en el campamento del jardín de Getsemaní.
1653:1  147:5.7 Aquella misma noche, Jesús dio a los apóstoles el inolvidable discurso sobre el valor relativo del estado ante Dios y del progreso en la ascensión eterna al Paraíso. Jesús dijo: "Hijos míos, si existe una verdadera conexión viviente entre el hijo y el Padre, el hijo está seguro de progresar contínuamente hacia los ideales del Padre. Es verdad que al principio el hijo puede progresar lentamente, pero su progreso no es por ello menos seguro. Lo importante no es la rapidez de vuestro progreso, sino su certidumbre. Vuestros logros actuales no son tan importantes como el hecho de que la dirección de vuestro progreso es hacia Dios. Aquello en lo que os estáis convirtiendo, día tras día, tiene infinitamente más importancia que lo que sois hoy.
1653:2  147:5.8 "Esta mujer transformada, que algunos de vosotros habéis visto hoy en la casa de Simón, vive en este momento en un nivel muy inferior al de Simón y sus asociados bien intencionados. Pero estos fariseos están ocupados en el falso progreso de la ilusión de atravesar los círculos engañosos de los servicios ceremoniales sin sentido, mientras que esta mujer ha empezado, con una seriedad total, la larga y extraordinaria búsqueda de Dios; y su camino hacia el cielo no está bloqueado por el orgullo espiritual ni por la satisfacción moral de sí misma. Humanamente hablando, esta mujer está mucho más lejos de Dios que Simón, pero su alma sigue un movimiento progresivo; esta mujer está en camino hacia una meta eterna. En esta mujer están presentes unas enormes posibilidades espirituales para el futuro. Algunos de vosotros pueden no encontrarse en unos niveles realmente elevados de alma y de espíritu, pero estáis efectuando progresos diarios hacia Dios en el camino viviente que vuestra fe ha abierto. En cada uno de vosotros existen unas enormes posibilidades para el futuro. Es mucho mejor tener una fe limitada, pero viva y creciente, que poseer un gran intelecto con sus depósitos muertos de sabiduría mundana y de incredulidad espiritual."
1653:3  147:5.9 Jesús previno seriamente a sus apóstoles contra la necedad del hijo de Dios que abusa del amor del Padre. Declaró que el Padre celestial no es un padre descuidado, negligente o tontamente indulgente, que siempre está dispuesto a indultar el pecado y a perdonar la imprudencia. Advirtió a sus oyentes que no aplicaran erróneamente sus ejemplos del padre y el hijo de manera que pudiera parecer que Dios es como uno de esos padres demasiado indulgentes y nada sabios, que conspiran con la necedad de la tierra para provocar la ruina moral de sus hijos irreflexivos, contribuyendo así de manera cierta y directa a la delincuencia y a la pronta corrupción de sus propios descendientes. Jesús dijo: "Mi Padre no aprueba con indulgencia los actos y las prácticas de sus hijos que conducen a la destrucción y a la ruina de todo crecimiento moral y de todo progreso espiritual. Esas prácticas pecaminosas son una abominación a los ojos de Dios."

1653:4  147:5.10 Jesús asistió a otras muchas reuniones y banquetes semiprivados con los grandes y los humildes, los ricos y los pobres de Jerusalén, antes de partir finalmente con sus apóstoles hacia Cafarnaum. Muchos, en verdad, se hicieron creyentes en el evangelio del reino y fueron bautizados posteriormente por Abner y sus asociados, que se quedaron atrás para fomentar los intereses del reino en Jerusalén y sus alrededores.

 


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