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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 151

ESTANCIA Y ENSEÑANZA A LA ORILLA DEL MAR

 

6. EL LUNÁTICO DE JERESA

1695:4  151:6.1 Aunque la mayor parte de la cercana ribera oriental del lago subía en pendiente suave hasta las tierras altas que estaban detrás, en este lugar concreto había una ladera empinada donde, en algunos puntos, la costa descendía de golpe hasta el lago. Señalando la ladera de la colina cercana, Jesús dijo: "Subamos a esa ladera para desayunar y descansemos mientras hablamos debajo de algún refugio."
1695:5  151:6.2 Toda esta ladera estaba llena de cavernas que habían sido labradas en la roca. Muchos de estos nichos eran antiguos sepulcros. Hacia la mitad de esta pendiente, en un lugar pequeño relativamente llano, se encontraba el cementerio del pueblecito de Jeresa. Cuando Jesús y sus asociados pasaban cerca de este cementerio, un lunático que vivía en estas cuevas de la ladera se precipitó hacia ellos. Este demente era muy conocido en aquellos parajes; en otra época había estado amarrado con grilletes y cadenas, y confinado en una de las grutas. Hacía tiempo que había roto sus cadenas y ahora vagabundeaba a su antojo entre las tumbas y los sepulcros abandonados.
1696:1  151:6.3 Este hombre, que se llamaba Amós, estaba afligido por una forma periódica de locura. Había períodos considerablemente largos durante los cuales buscaba con qué vestirse y se comportaba razonablemente bien entre sus semejantes. Durante uno de estos intervalos de lucidez, había ido a Betsaida, donde había escuchado la predicación de Jesús y de los apóstoles, y en aquel momento se había puesto a creer a medias en el evangelio del reino. Pero pronto reapareció una fase tormentosa de su enfermedad, y huyó hacia las tumbas, donde gemía, clamaba a gritos y se comportaba de tal manera que aterrorizaba a todos los que lo encontraban por casualidad.
1696:2  151:6.4 Cuando Amós reconoció a Jesús, cayó a sus pies y exclamó: "Te conozco, Jesús, pero estoy poseído por muchos demonios, y te suplico que no me atormentes." Este hombre creía sinceramente que su periódica aflicción mental se debía al hecho de que, en los momentos de crisis, los espíritus malignos o impuros entraban en él y dominaban su mente y su cuerpo. Sus trastornos eran principalmente emocionales —su cerebro no estaba gravemente enfermo.
1696:3  151:6.5 Jesús bajó la mirada sobre el hombre que estaba agachado como un animal a sus pies, se inclinó, lo cogió de la mano, lo levantó y le dijo: "Amós, no estás poseído por un demonio; ya has oído la buena nueva de que eres un hijo de Dios. Te ordeno que salgas de ese estado." Cuando Amós oyó a Jesús decir estas palabras, se produjo tal transformación en su intelecto, que recobró inmediatamente su entero juicio y el control normal de sus emociones. En ese momento, una multitud considerable procedente del pueblo vecino se había congregado, y esta gente, unida a los porqueros que venían de las tierras altas situadas más arriba, se sorprendieron al ver al lunático sentado con Jesús y sus discípulos en posesión de su entero juicio y conversando espontáneamente con ellos.
1696:4  151:6.6 Mientras los porqueros se precipitaban hacia el pueblo para divulgar la noticia de que el lunático había sido domado, los perros cargaron contra una pequeña piara de unos treinta cerdos que habían quedado abandonados, y empujaron a la mayoría por encima de un precipicio hasta el mar. Este incidente, unido a la presencia de Jesús y a la curación supuestamente milagrosa del lunático, fue lo que dio origen a la leyenda de que Jesús había curado a Amós arrojando a una legión de demonios fuera de él, y que esos demonios se habían metido en la piara de cerdos, induciéndoles en el acto a que se precipitaran de cabeza hacia su destrucción en el mar. Antes de que terminara el día, los cuidadores de cerdos habían difundido este episodio por todas partes, y el pueblo entero se lo creyó. Amós creyó sin ninguna duda en esta historia; había visto caer a los cerdos por encima del borde de la colina poco después de que su mente perturbada hubiera recuperado la tranquilidad, y siempre creyó que los cerdos se habían llevado consigo a los mismos espíritus malignos que durante tanto tiempo lo habían atormentado y afligido. Esto contribuyó mucho a que su curación fuera permanente. Es igualmente cierto que todos los apóstoles de Jesús (salvo Tomás) creyeron que el episodio de los cerdos estaba directamente relacionado con la curación de Amós.

1696:5  151:6.7 Jesús no consiguió el descanso que iba buscando. La mayor parte de aquel día estuvo asediado por la gente que venía en respuesta a la noticia de que Amós había sido curado, y atraída por la historia de que los demonios habían salido del lunático metiéndose en la piara de cerdos. Y así, el martes por la mañana temprano, después de una sola noche de descanso, Jesús y sus amigos fueron despertados por una delegación de estos gentiles criadores de cerdos que venía para exigirles que se fueran de su región. Su portavoz dijo a Pedro y a Andrés: "Pescadores de Galilea, idos de aquí y llévaos a vuestro profeta. Sabemos que es un hombre santo, pero los dioses de nuestro país no lo conocen, y corremos el riesgo de perder muchos cerdos. Tenemos miedo de vosotros, y por eso os rogamos que os vayáis de aquí." Cuando Jesús los escuchó, le dijo a Andrés: "Volvamos a nuestro hogar."
1697:1  151:6.8 Cuando estaban a punto de partir, Amós le suplicó a Jesús que le permitiera ir con ellos, pero el Maestro no quiso consentirlo. Jesús le dijo a Amós: "No olvides que eres un hijo de Dios. Vuelve con tu propia gente y muéstrales las grandes cosas que Dios ha hecho por ti." Y Amós se puso a divulgar por todas partes que Jesús había echado a una legión de demonios de su alma perturbada, y que estos espíritus malignos se habían metido en una piara de cerdos, que los habían llevado rápidamente a la destrucción. Y no se detuvo hasta que hubo recorrido todas las ciudades de la Decápolis, proclamando las grandes cosas que Jesús había hecho por él.

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